Síndrome de piernas inquietas: causas y síntomas de esta afección que interrumpe el sueño​

Quemazón y hormigueo. El síndrome de las piernas inquietas desvela por las noches a la mayoría de los que lo padecen. Algunos se mueven, otros se sacuden, están quienes se rascan. El fin es calmar el repentino malestar de las extremidades que suele aparecer al final del día. Si bien sus orígenes son un tanto inciertos, si de algo tienen certeza los profesionales de la salud, es que disminuye la calidad de vida.

Para la Mayo Clinic, esta enfermedad tiene que ver con una afección que causa una imperiosa necesidad de mover las piernas, generalmente debido a una sensación de incomodidad que ocurre por la tarde o noche cuando se está sentado o recostado. De acuerdo al médico neurólogo y director del Instituto de Neurología Buenos Aires, Alejandro Andersson, se trata de un “trastorno neurológico que nos afecta en reposo, especialmente cuando dormimos, por lo que perjudica el buen descanso”.

También apodado como enfermedad de Willis- Ekbom, afecta en promedio entre 5 y 10% de la población adulta de Estados Unidos y Europa. Y la edad promedio en que suele dispararse es alrededor de los 30 y 40 años, aunque el paso del tiempo tiende a empeorar el cuadro. Estas cifras se desprenden de un informe de la revista científica IntraMed.

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Allí también revelan que en el 3% de los casos, los síntomas son de moderados a graves y que las mujeres lo sufren dos veces más que los hombres ya que los cambios hormonales y los embarazos lo pueden disparar. Además, mencionan que en ocasiones también se da en niños, con una prevalencia del 2 y 4%.

El cuadro fue descubierto en el siglo XVII por el médico inglés Thomas Willis, quien careció de argumentos para fundamentar sus causas. Fue recién en 1945 que el neurólogo sueco Karl-Axel Ekbom le otorgó el nombre de “piernas inquietas”. A partir de ese momento se lo consideró un trastorno y se lo empezó a estudiar como tal.

¿Cómo se desencadena el síndrome de las piernas inquietas? Andersson destaca que sus causas son desconocidas. Sin embargo, sostiene que esta patología podría asociarse a algunos factores de riesgo: “Hay estudios que lo relacionan con una deficiencia de hierro en el cerebro”, explica el neurólogo. Se trata de un nutriente que forma parte de la estructura y las funciones del sistema nervioso central. Por ello, una disminución puede ocasionar desequilibrios.

Para Agustina Furnari, médica neuróloga especialista en sueño de la Unidad de Medicina del Sueño de Fleni (M.N. 163237), otro de los posibles orígenes tiene que ver con los índices de dopamina, un neurotransmisor que forma parte de diversas funciones tales como la memoria, la actividad motora, las emociones y el sueño. “Se estima que un déficit o alteración puede ocasionar estos cuadros”, comenta.

Por otra parte, desde la National Institutes of Health (NIH por sus siglas en inglés), señalan que algunos hábitos cotidianos como pasar mucho tiempo sentado, sea por ejemplo en una oficina o en un auto, no dormir lo suficiente y consumir alcohol, cafeína y medicamentos para tratar alergias y antidepresivos también son posibles motivos de acrecentar el síndrome o de dispararlo.

Pero esto no es todo, desde la institución se refieren a ciertas enfermedades crónicas: insuficiencia renal, diabetes y problemas en los nervios como otros posibles condicionantes, incluso mencionan a la genética como una posible causa. Según indican, el parentesco de primer grado aumenta las chances.

Como un hormigueo

Desde Medline Plus, informan que algunas personas describen este síndrome como una sensación de que algo arrasa o trepa por sus piernas, y que simula ser ardor u hormigueo. Al respecto, Andersson comenta que automáticamente se genera la necesidad de mover las piernas para aliviar un rato los síntomas: “Se las dobla, frota, sacude, estira, algunos incluso caminan”, señala el especialista.

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“Por lo general los síntomas aparecen después de haber estado mucho tiempo quietos y se dan en la parte interna de las piernas”, remarca Andersson. Por ello, “suele desencadenarse en mayor medida a última hora del día o por la noche”, agrega el médico.

Los especialistas consultados resaltan que entre los efectos más comunes se encuentran: la impresión de que algún insecto se estuviera deslizando, hormigueo, ardor, quemazón y frío y dolor en los músculos y tendones.

En consecuencia, Andersson explica que el síndrome de las piernas inquietas genera insomnio porque “la sensación de malestar suele coincidir con el momento de irse a dormir, entonces hace que cueste conciliar el sueño y en ocasiones lo fragmenta”. Frente a estos casos, aclara que disminuye la calidad de vida y aumenta la somnolencia diurna. De esta manera, “la falta de sueño impactará en el rendimiento de las actividades al día siguiente: cuesta concentrarse y se estará más propenso a sufrir accidentes”, reflexiona el médico.

¿Se puede prevenir el síndrome de las piernas inquietas?

“La cura depende de la causa”, comenta Furnari. En pos de ello, explica que el primer paso será realizar un diagnóstico clínico: “Allí se evalúa al paciente de manera integral y se indaga acerca de su estilo de vida. Así podremos ver si tiene déficit de hierro o dopamina, si consume habitualmente alcohol o cigarrillo, incluso medicamentos porque los antidepresivos o los que son para las alergias incentivan el cuadro”.

Ahora bien, cuando se sospecha acerca del síndrome, se realiza un estudio que se llama “polisomnografía”. Para hacerlo, “la persona pasa una noche en un centro de salud donde se le hacen diversas mediciones mientras duerme. Así, se podrá determinar el nivel y la complejidad y tomar decisiones acerca de cómo tratarlo”, dice la neuróloga.

Sucede que muchos no se dan cuenta que lo tienen y son advertidos por la persona que está a su lado a la hora de dormir. En otros casos los expertos consultados cuentan que las personas llegan a la consulta médica porque padecen insomnio y ahí, tras las evaluaciones, logran conocer la verdadera causa. Por otro lado, hay quienes lo asocian a la mala circulación y por ello no hacen las consultas correspondientes, por ende no son diagnosticados.

Las patologías relacionadas con el sueño son más comunes de lo que se cree. Dar con el diagnóstico correcto, incluso, ser advertido de su padecimiento no siempre resulta fácil. No obstante, estar al tanto de la situación es el camino correcto para mejorar la calidad del descanso y rendir de la mejor manera al día siguiente.

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