“No queda otra que pasar el tractor”: la drástica decisión que está terminando con años de una exótica fruta tropical​

Los productores de papaya, también conocida como mamón, atraviesan un crítico escenario a causa de la caída de la demanda a nivel general. Los precios que paga la industria por esta fruta tropical se desplomó de $150 por kilo hasta $80 en algunos casos, por la sobreproducción de este alimento que hay en el país. Esto mientras en los supermercados el precio por kilo de la fruta fresca se acerca a los $4000. Por este problema los productores comenzaron a destruir las plantas con máquinas. Esta fruta se destina a la elaboración de la fruta abrillantada, en almíbar y dulces. En la Argentina se consumen ocho millones de kilos por año, sin embargo, este año se prevé que baje a seis millones ese volumen.

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Cristian Nickel (33), un productor agropecuario del municipio de Colonia Aurora, en la provincia de Misiones, lamentó que este alimento que se está echando a perder no tenga un fin. Como casi todos los colonos de la región, en 2016 comenzó sembrando una importante cantidad de plantines, motivado por los precios y una aparente demanda. Inicialmente, hizo alrededor de 5000 plantines en alrededor de 3,5 hectáreas, pero el escenario que comenzó a atravesar la fruta lo fue desmotivando y llevando a reducir la extensión del área sembrada. El año pasado tuvo 2000 plantines en dos hectáreas, con una cosecha de casi 45.000 kilos.

“Pude vender 30.000 kilos, pero tengo 15.000 en la chacra, porque se cerró el acopio. Hay una superproducción y, quizás, un poco sumado a la crisis del país es que no hay demanda”, dijo.

Los productores coinciden en que la “limitante es el consumo a nivel nacional”. Afirmó: “Hoy no queda otra que pasar el tractor o la rastra porque hay que incorporar un nuevo cultivo”. Al no haber demanda, no se puede levantar la cosecha de la planta. Además, aseguran que no hay un mercado internacional donde ubicarla.

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“Es una lástima, porque están sin un fin; es un producto que puede servir de alimento para muchísima gente. No tengo dónde colocarla y nadie me paga el trabajo de ir a cosechar y llevarla al mercado. Nadie lo compra acá. Ahora la gente está desmotivada, porque no puede vender, no tiene fecha de precio. El próximo año la gente va a dejar de plantar. Como productor creo que debería haber una forma, una ventana de exportación. Ahí está el secreto”, precisó.

Las condiciones climáticas juegan un papel importante dado que la fruta si tiene algún daño no es comprada por la industria. El productor se esperanza con poder tener algún cupo para ubicar los 15.000 kilos que le quedan. Dice que lo contactó una persona de Chaco para comprarle 500 o 1000 kilos, pero aún es un número bajo comparado con lo que queda por sacar del campo. “En tres semanas tengo que ver qué hago con eso”, lamentó.

En el municipio los productores tienen una cooperativa que hace acopio, cuya capacidad es de 2 millones de kilos. El resto de la fruta que logran posicionar viaja a industrias ubicadas, por ejemplo, en Córdoba y Santa Fe. “Ahora las fábricas no acopian porque de nada sirve llevar a acopiar si después no la pueden vender”, sintetizó.

Los 1000 plantines de mamón cuestan $140.000 y se necesitan alrededor de 1400 plantas por hectárea. La última cosecha entregada todavía no tiene precio. “Estamos entregando para pensar en cobrar en algún momento. Entregué 5000 kilos sin precio para que no se pierda toda la cosecha”, acotó.

Las cooperativas también comenzaron a reasignar los cupos para que los productores no pierdan por completo su producción. Lucio Ferster, presidente de la Cooperativa Caul, que compra parte de la producción que hacen los productores, contó que están pagando en este momento $100 el kilo. En la cooperativa procesan un millón de kilos todos los años. “A nuestros clientes les compramos todo. Vamos a volver a comprar para reponer; la gente quiere vender, pero hay fruta a la que le afectó el clima”, agregó. El 30% de la fruta que procesan la venden salada y el otro 70% sale como fruta abrillantada. “La demanda mermó muchísimo, pero por suerte nuestro cliente llamó y quiere comprar más. Vamos a ingresar y ver si no está quemada por las heladas, si nos conviene”, afirmó.

Luis Scholze es un productor de la zona que metió el tractor a un lote donde tenía más de 10.000 plantas hace unos años. La decisión estuvo motivada por la caída del precio de esta fruta. Destinó esas hectáreas a la producción del tabaco, que se ha convertido en una plantación rentable. “El mamón no conviene. Ahora lo estamos vendiendo a $80 el kilo, es una vergüenza, no hay cómo plantarlo. El problema es que no tenemos quién lo compre; cuando hay mucha producción no vale nada el producto y cuando falta te incentivan a plantar y después cuando hay superproducción no hay forma de venderlo”, precisó.

Hace cinco años tuvo que tirar 150.000 kilos porque no tenía dónde ubicarlos. “La cooperativa vino a decirme que iban a comprarme todo el mamón, me lo prometieron y después tuve que tirar todo. El año pasado incentivaron a plantar y este año volvió a pasar lo mismo”, subrayó. Los productores de esa zona tienen, en promedio, 15 hectáreas. Son pocas hectáreas como para hacer granos como en otras regiones.

“No hay forma de sobrevivir plantando soja acá, por eso, en nuestra provincia el colono planta tabaco. Lo que pasa con el mamón es que un año es rentable y otro año no vale nada. En las ciudades grandes el kilo de mamón es carísimo y, a nosotros, nos ofrecen $80. No hay explicación”, cerró.

En lo que va del año, la Argentina lleva importadas 331 toneladas certificadas de papaya de la fruta fresca para consumir, provenientes de Brasil, México y Taiwán.

​ En medio de una mayor cosecha y bajos precios a nivel general, en la provincia de Misiones hay productores que están destruyendo plantaciones de papaya, también conocida como mamón en el país  Campo 

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