Las contrataciones en empresas tocaron el peor nivel desde 2002, pero tres datos auguran un cambio
Daniela vivía sola en Floresta, pero hace unos meses decidió alquilar en Villa del Parque con su pareja porque la plata no alcanzaba. A la ejecutiva de cuentas de 36 años la echaron de su trabajo en diciembre. “No me podían mantener porque no podían solventar gastos y las ventas habían bajado un 50%”, relata.
Desde ese momento, salió a buscar lo que fuera. No quería –dice– quedarse en la calle. En febrero consiguió un trabajo en una distribuidora de limpieza. “Era en negro y con un salario muy bajo”, cuenta. Se dedicó, pese a que no era lo suyo, a cargar cajas pesadas de jabón para la ropa y en pan, y botellas de lavandina. El dinero era muy escaso y se lastimó la espalda. Volvió a quedarse sin trabajo.
Hace un mes y medio comenzó a dejar currículums “por todos lados” y recibió propuestas para trabajar por básicos de $400.000 (brutos) “monotributeando”, sumados a $250.000 en negro en retribución por jornadas de nueve horas de lunes a sábado. Por un tiempo, no hubo más alternativa que esa.
“Tuve suerte. No hay trabajo, pero di con un perfil que buscaban”, dice ahora Daniela. Días atrás consiguió un puesto en blanco. “Es una cadena muy importante de perfumería”, comenta. Hizo el preocupacional, el psicotécnico y pasó las entrevistas. Mañana –se esperanza– le dicen la fecha de ingreso.
La historia de la ejecutiva calza con la realidad que reflejan los datos oficiales sobre el pasado reciente -atravesado por el profundo ajuste económico que encaró Javier Milei-, pero también con las expectativas que se abren. Los números de la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social revelan que, en los primeros meses del gobierno libertario, se registraron despidos. Pero ese no es el dato determinante para los expertos en el mercado laboral. La Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) –un informe oficial– reveló que la entrada de trabajadores a empresas privadas prácticamente se congeló: en mayo de este año (último dato disponible) tocó el nivel del mismo mes de 2002 -año de la mayor crisis económica-. Nadie contrataba. Fue el peor momento de la serie sin tener en cuenta el derrumbe de mayo de 2020, en plena pandemia.
Sin embargo, en las últimas semanas aparecieron tres datos que podrían reflejar que el mundo del trabajo comienza –muy lentamente y de manera sumamente heterogénea– a mostrar mejoras. La caída de trabajadores registrados privados se desacelera; la recuperación del salario –luego de la devaluación– se profundiza y las expectativas de contrataciones podrían mejorar si se tienen en cuenta los últimos indicadores de la actividad, que no son definitivos. Esta percepción podría confirmarse la semana que viene cuando se conozcan nuevos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) y la última EIL.
Ingresos congelados y economía oscilante
“¿Se puede festejar que la economía pase de destruir al mes 38.000 puestos de trabajo (enero) a 13.000 (abril)?”, se preguntó el economista Federico Pastrana, de C-P consultora, en X. “Hay síntomas de que dejamos atrás el shock y la economía se está acomodando a una recesión prolongada”, advirtió.
“El empleo no para de caer. Las contrataciones están en niveles históricamente bajos, solo superados por la pandemia y el 2001, y parecidos al peor mes de 2018. Para entender la dinámica del empleo, no solo hay que mirar la cantidad total, sino lo que está pasando con las altas y la bajas”, indicó el especialista de la UBA.
“Esto nos muestra que el empleo se mueve más por las contrataciones que por las bajas (renuncias, despidos, etcétera). La destrucción de empleo está más explicada porque las empresas dejan de contratar que por los despidos”, completó su análisis. “La principal hipótesis es que no hay perspectivas de salida de la recesión. La incertidumbre y sostenimiento de las bajas ventas hacen que las empresas no contraten más trabajadores”, estimó el macroeconomista, y, pensando en el próximo trimestre, citó las expectativas de contratación que muestran la EIL de mayo: caen aquellas que indican que se van a contratar trabajadores y suben las que hablan de disminuir la dotación de personal en empresas.
Sin embargo, esa visión está disputada, incluso por fuentes que no son las libertarias. “La actividad económica tocó fondo en marzo y a partir de allí muestra signos de recuperación”, estimó el exministro de Producción Matías Kulfas en un informe de su consultora, Audemus. Kulfas, exintegrante del gobierno de Alberto Fernández, señaló, sin embargo, que la recuperación es parcial y despareja.
Esto implica –afirma Kulfas– que no es claro que pueda sostenerse en el tiempo y que la mejora será muy lenta por el cambio de modelo económico en puerta. “Algunos sectores productivos empiezan a recuperarse, pero incorporando tanto los datos de una crisis prolongada, como los cambios estructurales inducidos por las reformas en curso. Ello los lleva a operar sobre una ‘nueva normalidad’ de niveles de producción más bajos”, estimó el exfuncionario que, más que un rebote en “V”, espera una recuperación “oscilante y heterogénea” que alternará meses buenos con otros de caída de la actividad.
En ese sentido, los datos oficiales confirman que se da una desaceleración de la baja de trabajadores privados (de caídas de 0,6% en enero mensual se pasó a 0,2% en abril). Además, “la capacidad de compra del promedio de los salarios creció 7,5% en términos acumulados durante los primeros cinco meses del año; sin embargo, a pesar de ese crecimiento, en mayo de 2024, el salario real medio se encuentra un 4,6% por debajo del observado en noviembre de 2023, el mes anterior a la aceleración inflacionaria provocada por la devaluación de la moneda nacional en diciembre”, indicó Trabajo. Algunos especialistas esperan que la mejora salarial se profundice gracias a la baja de la inflación prevista.
En el Gobierno prevén, por último, que las expectativas negativas de contratación podrían comenzar lentamente a revertirse.
La desocupación no se disparó pese al fortísimo ajuste que realizó el equipo de Luis Caputo. En el primer trimestre, pasó de 6,9% (dato de los primeros tres meses de 2023) a 7,7%. Según el SIPA, entre noviembre de 2023 y abril de este año, hubo 110.000 trabajadores menos en el sector privado registrado, que, vale aclarar, engloba a más de 6 millones de empleados.
El presente y futuro, según los expertos
¿Qué dicen aquellos que viven de reclutar talento con base en la demanda de las empresas? “En el primer semestre, trabajamos para oil & gas, minería, agronegocios y farma, principalmente”, contó Clarisa Vittone, managing partner de la consultora global Amrop en la Argentina. “Los sectores de minería, hidrocarburos y energías renovables están con mucho movimiento de consulta previa para decidir la mejor manera de invertir y el talento necesario. Lo que es consumo masivo, bienes durables, sector automotor y sus proveedores, construcción y sus proveedores, y retail están sosteniendo la baja en ventas y rentabilidad. Farma, en tanto, está en una transformación que sigue requiriendo nuevo talento. El ecosistema de empresas digitales y los agronegocios están, por ahora, en una meseta”, explicó la experta, que agregó que la firma que lidera se apalancó en búsquedas regionales (Uruguay, Chile y Colombia).
“Es complejo leer el próximo semestre. Nos estamos preparando para estar muy ocupados en el último trimestre de 2024 y ya estamos ampliando nuestro equipo para 2025, porque anticipamos una demanda incrementada”, cerró.
“Hubo un paréntesis; un wait and see”, ratificó Alejandro Mascó, partner de FARO Executive Search y Consultoría en RR.HH. “Ahora comenzó a remontar en áreas del agro, el oil & gas, y también agregaría a la economía del conocimiento y a todo el sector de energías renovables, que se está moviendo cada vez más”, explicó el especialista.
Mascó contó que incluso comenzaron a recibir preguntas de inversores sobre procesos para comenzar a crecer. “Empieza a haber un ciclo con un poco de mayor confianza”, agregó. “Fue muy complicado en los primeros cinco meses, por el tema de la inflación y porque era muy difícil definir salarios para un nuevo empleado. Cuando la elevada inflación se redujo a un dígito, menor a 5%, esto comenzó a recomponerse. Esperamos que continúe”, sostuvo, y aclaró que se registraban algunos movimientos por cambios de empleo, aunque no era claro que fueran posiciones nuevas.
“El actual sentimiento de estabilidad tiene que ir consolidando las expectativas [de las empresas] y también del mood [humor] de las personas, que son las que dirigen las organizaciones”, indicó Mascó.
A fines de junio, la Consultora SEL le preguntó a los responsables de RR.HH. y compensaciones de 125 grandes empresas argentinas cuáles eran sus expectativas con relación a la evolución de la dotación de personal en 2024. Una de cada cuatro firmas preveía una reducción de su plantilla a lo largo del año, pero sin especificar cuándo se formalizaría o cortaría la sangría de trabajadores. Sí recalcaron que los mayores ajustes se materializarían principalmente entre operarios, tercerizados y eventuales.
Son las categorías que muchas compañías privadas ya se encargaron de ajustar apenas comenzó el gobierno de Milei. Ahora quienes dirigen esas empresas -con diferencias de acuerdo al sector al que pertenecen-, y también sus trabajadores, ven expectantes qué deparará la segunda mitad del año. Esperan, como le pasó a Daniela, que la economía comience a darles un respiro a los atribulados argentinos.
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