Guido Sandleris: “Veo una recuperación más lenta, no una fuerte reactivación”​

Guido Sandleris resopla y cambia el semblante cuando se disparan los flashes de la cámara. “Ahora que no estoy en el gobierno, puedo sonreír”, comenta, en tono jocoso, mientras apoya su cabeza en el pizarrón del aula. La vida académica es menos estresante que el ejercicio del poder. A sabiendas de la presión que implica gestionar la economía, el extitular del Banco Central durante el gobierno de Mauricio Macri juega a la defensiva y arroja una mirada contemplativa a la hora de evaluar los resultados del brutal ajuste de Javier Milei, sobre todo, por la herencia que dejó el kirchnerismo. “Estábamos a un paso de ir a una hiperinflación”, destaca.

Sandleris, uno de los referentes económicos de Pro y actual presidente de la Fundación Ecosur, sostiene que aún no hay un atraso cambiario y respalda la táctica cautelosa para eliminar el cepo. Sin embargo, advierte que Milei debería aferrarse al bilardismo y evitar el triunfalismo. Pide tener “paciencia y paciencia”, porque el partido “recién arranca” y la tolerancia social, especula, suele durar un año. No descarta un rebote inflacionario y advierte sobre el déficit político de Milei. “No hay argumento por el cual la economía saldría como un cohete de esta recesión”, remarca Sandleris, profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y de Johns Hopkins University.

-¿El país ya atravesó la peor parte de la tormenta o recién ingresa a la fase más turbulenta por la recesión?

-Milei recibió una situación complicadísima. A la frustración de medio siglo por una economía que funciona mal se sumaba una crisis que podía transformarse en una hiperinflación. Él recibe un déficit fiscal enorme, la brecha cambiaria de 170%, un cepo que era un Frankenstein, la economía en recesión y la inflación en doscientos y pico.

En ese contexto, el diagnóstico que tuvo el equipo económico de Milei, que yo respeto y con el cual coincido, es que hay muchas causas por las cuales la Argentina había llegado a esa situación, pero si hay un elemento que era determinante y que había que corregir y atacar rápido era lo fiscal. En ese sentido, el Gobierno ha avanzado mucho y muy rápido. ¿Tiene chances de que le salga bien? Las cosas le están saliendo mucho mejor de lo que esperábamos hace seis meses.

-¿De qué depende que “salga bien”? ¿El plan es inconsistente o tiene puntos débiles?

-Con esa herencia tan difícil, estás recorriendo un sendero muy estrecho. Están, por un lado, los mercados. Y, por otro lado, el apoyo popular. El gran desafío que tiene el gobierno de Milei es transitar ese sendero tan estrecho sin que haya una crisis de los mercados financieros y sin que haya una crisis del lado del apoyo popular a su gestión. Es un sendero angosto porque la herencia era muy difícil y las medidas que tuvo que tomar para evitar ese agravamiento de la crisis de hiperinflación son, usualmente, impopulares. Pero una de las sorpresas positivas de estos seis meses es que tomaron medidas impopulares y se sostuvo el respaldo al Gobierno.

-¿Cómo se hizo el ajuste fiscal?

-Era inevitable el ajuste fiscal que encaró Milei. No había chance de seguir con el esquema anterior porque estábamos a un pasito de ir a una hiperinflación. Ahora, no todos los ajustes fiscales son iguales. Uno de los elementos clave más distorsivos de nuestra economía es el nivel tan alto de gasto público. Era importante avanzar por el lado del gasto y lo han hecho.

Este año no vamos a tener una recuperación de la economía

-¿El Gobierno tenía margen para aplicar un plan distinto?

-A lo mejor se podrían haber hecho cosas distintas, pero el Gobierno tenía pocas herramientas porque, con la poca representación que tiene Milei en el Congreso, le está resultando muy difícil pasar leyes. Entonces, avanzaron de la forma que era más viable. Inicialmente aprovecharon ese fogonazo inflacionario para licuar un poco algunos gastos. Por supuesto, los planes económicos son duros para la gente.

-¿Prevé que la inflación continuará a la baja o podría volver a subir en los próximos meses?

-El dato de inflación de abril fue positivo. Ahora un dígito alto mensual es una anomalía en el mundo y sigue siendo un número muy alto. Todavía queda mucho camino por recorrer. La inflación va a seguir bajando, porque este esquema conduce a eso.

-¿Lo dice por el efecto recesivo del ajuste?

-Hay dos fuerzas muy grandes que empujan a esta baja de la inflación. Primero, el reseteo de las expectativas. El fundamentalismo fiscal de Milei permitió que muchos, especialmente en los mercados financieros, empezaran a creer que se acabó esto de que el Banco Central emite pesos y le da a la maquinita para financiar el déficit fiscal.

La segunda fuerza que empuja es la recesión. El ajuste fiscal y la disminución del gasto público generan una contracción económica, lo que ayuda a bajar la presión a la inflación. Son dos elementos claves.

El fogonazo inflacionario inicial, tal vez, fue excesivo; eso hace que la recesión sea más fuerte

-¿Y podría haber un rebote de la inflación?

-Cuando uno mira los países que han ido bajando su inflación desde niveles altos, no tuvieron procesos lineales. Sería anómalo o inusual que la inflación baje todos los meses. No debería sorprendernos que tengamos algún mes donde haya un poquito de rebote y después se reacomode. Pasó el fogonazo inflacionario y ese reacomodamiento de precios asociado a la devaluación; y ahora volvimos a los niveles de inflación previos a las PASO de agosto. Romper más hacia abajo va a llevar tiempo. Cuando entramos a niveles de 6% o 5%, la disminución va a ser más lenta.

-Milei se burla de quienes dicen que no tiene un plan de estabilización. ¿Para romper ese eventual piso del 6% de inflación se necesitarán más medidas?

-El Gobierno parece enfocado en este plan económico, con algunas leyes, pero no veo que estén pensando nuevas medidas en este sentido. Tal vez, lo están haciendo y no lo dicen.

No parece compatible un escenario en donde este año tengamos una recuperación muy fuerte de la actividad y la inflación siga bajando. Eso me resultaría raro.

-Es improbable que haya una rápida reactivación económica en forma de “V”, como promete Milei.

-A mí me resulta muy difícil que ese escenario se produzca. ¿Por qué? La demanda agregada, que son el consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones netas, está retraída.

El gasto público y la inversión no van a empujar. El consumo depende del salario y, eventualmente, del crédito. El crédito en la Argentina no te mueve la aguja macro porque es de tres o cuatro puntos del PBI. Los salarios están en niveles muy bajos. Y si bien se están empezando a recuperar, el proceso viene lento. Las exportaciones van a ayudar un poco, ya que este año la cosecha va a ser mejor, pero no alcanza como para generar una reactivación.

El gran desafío de Milei es hacer equilibrio para evitar una crisis de los mercados o de su apoyo popular

-¿Habrá una “L” prolongada y la Argentina se encamina a una larga recesión o depresión?

-Me cuesta entender cuál es el argumento por el cual la economía saldría como un cohete, rápidamente, de esta recesión. Veo una recuperación más lenta.

Esta recesión era inevitable. Frenar esa situación catastrófica requería medidas como las que tomó el Gobierno, pero, más allá del deseo que uno puede tener de que el trago amargo pase rápido, creo que este año no vamos a tener una recuperación de la economía.

Milei, que era más fundamentalista en la campaña, se dio un baño de realismo

-El Presidente sostuvo que no hay un atraso cambiario y criticó a los analistas “chantas” que le advierten sobre la falta de competitividad. ¿Usted cree que Milei debería devaluar?

-La estrategia del equipo económico de Milei en cuanto a cómo manejar lo cambiario fue generar cierto colchón con una devaluación muy fuerte, sabiendo que después ese movimiento lento al 2% mensual del tipo de cambio iba a ir perdiendo contra la inflación. Entonces, todavía no estamos en una situación en donde el tipo de cambio real se haya vuelto poco competitivo. Lo que pasa es que uno mira hacia adelante y se pregunta cómo sigue esta historia. Si tenemos varios meses donde la inflación baja, pero no tan rápido como viene haciendo, y el crawling peg se mantiene a 2%, puede empezar a darse que haya cierto atraso cambiario.

-¿Esto genera ansiedad en los empresarios y mercados?

-Es normal la ansiedad, pero recién van cinco meses. Hay que darles tiempo para que resuelvan los nuevos problemas que van surgiendo. Paciencia y prudencia.

-¿Usted hubiera hecho lo mismo que Caputo o Santiago Bausili o hubiera optado por otro camino?

-Yo coincido en las grandes líneas. La forma de evitar la hiperinflación era de la mano de una rápida corrección de lo fiscal y usar eso como ancla. Ortodoxia fiscal, pero manteniendo el cepo. Eso es una heterodoxia en lo cambiario. Hubo un aprendizaje respecto del gobierno de Macri, que lo vemos en Caputo y Bausili, y se invirtió el orden: esta vez, de la mano de un mandato diferente, se avanzó más rápido en lo fiscal, pero manteniendo el cepo. Eso ha sido prudente.

-¿Y usted qué hubiera hecho distinto?

-Creo que se tomó demasiado riesgo por el lado de una variable que afecta la popularidad: la caída que se verificó en el salario real; ese fogonazo inflacionario inicial, tal vez, fue excesivo. Y eso hace que la recesión sea más fuerte.

De nuevo, el sendero es muy finito. Y, de alguna manera, el Gobierno encontró un equilibrio que funciona por ahora. Mantienen la popularidad y evitaron la crisis financiera, pero con un costo en términos de actividad económica y salario real que ha sido relevante. Uno podría haberse movido más para el otro lado en el sendero, pero con más riesgo en lo financiero. Ahora, como decimos en economía, lo importante es que “no hay almuerzo gratis”. Había que elegir qué riesgo tomar.

No sacaría el cepo mañana; esperaría que el Banco Central acumule un poco más de reservas

-¿El hecho de que Caputo postergue los aumentos de tarifas también es parte de ese “aprendizaje” después de la gestión de Macri?

-Sí. El Gobierno, inicialmente, dio señales muy potentes para el lado de los mercados financieros. Pararon el riesgo de hiperinflación y el drenaje de dólares del Banco Central, que tenía once mil millones de reservas negativas, con medidas muy duras. Una vez establecido ese esquema empezaron a hacer cierta política de ingresos, como ocurrió con el tema de las prepagas o el freno de algunos aumentos.

-¿El Gobierno debería tomar riesgos para levantar el cepo o considera que la eventual sanción de las reformas económicas en el Congreso empujará la recuperación?

-El cepo es nefasto. Estoy seguro que nadie en el gobierno actual o en la Argentina, salvo el kirchnerismo, quiere ir a una economía con cepos porque genera problemas y distorsiones que conspiran contra que haya más inversiones.

Milei, que era más fundamentalista en la campaña, se dio un baño de realismo. Y eso me parece muy sabio. Esto es como en el libro “Los viajes de Gulliver”. En un momento los enanos lo atan a Gulliver. De alguna manera, con las pocas herramientas que tenía el Banco Central, el Gobierno está cortando las cuerdas de Gulliver, que es el dólar, y viendo la reacción. Hay muchas restricciones, pero menos respecto de cuando asumieron. Están en ese proceso.

-¿Hay que sacar el cepo ya o Milei debe esperar?

-Yo no sacaría el cepo mañana. Esperaría que el Banco Central acumule un poco más de reservas. Iría cortando estas cuerdas y viendo cómo va reaccionando la economía.

-El BCRA hace una agresiva baja en la tasa de interés y estimula esta licuación con la baja de inflación. ¿Eso es compatible con una salida del cepo?

-Bueno, va a depender mucho de cómo evolucione la inflación. Si la inflación baja más rápido, esas tasas se vuelven más atractivas. No nos debería sorprender que la baja de la inflación, después de haber vuelto a los niveles pre-agosto de 2023, sea un poco más lenta y no sea lineal. Entonces, esta baja de tasa del Central puede ser leída de dos maneras: o esperan una baja de la inflación muy rápida, o también que, por ahora, el cepo sigue.

-¿Qué cantidad de reservas necesitaría el BCRA para eliminar las restricciones? ¿Cuánto depende de la cosecha de soja?

-No hay un número. Es una combinación de ambas cosas. Si el Gobierno lograra aprobar la ley fiscal en el Congreso, la calidad del ajuste mejoraría. No es lo mismo lograr una mejora fiscal porque postergan pagos con algunos proveedores o porque te sentaste sobre la caja y todos los días das una batalla diaria de “no transfiero” versus salió una ley que cambió el funcionamiento y hay ajustes acordados. Entonces, la calidad del ajuste fiscal que consigue el Gobierno influye en lo que va a pasar con las expectativas y, a través de ellas, en lo que va a pasar con la inflación y en la cantidad de reservas que van a necesitar para abrir el cepo.

-¿Hubo un abordaje correcto de la bomba de las leliqs?

-Siempre es preocupante cuando hay mucha deuda, mirando al sector público consolidado: Banco Central y Tesoro. Este Gobierno ha combinado dos cosas en ese sentido para resolver el problema de la emisión endógena. Una es mover una parte de esa deuda al Tesoro y, la otra, la licuación con tasas más bajas de inflación. Esa estrategia viene funcionando. En este contexto, tomaron riesgos y salió mejor de lo esperado.

-Hay economistas advierten sobre esta migración de deuda del Banco al Tesoro. ¿Es imprudente?

-Si tenés la combinación del cepo con el compromiso del Banco Central de intervenir, no es muy distinto el “riesgo Tesoro” del “riesgo Banco Central”. En el mercado está la duda de si el Banco Central siempre va a estar ahí respaldando esos bonos del Tesoro. Pero no creía que el problema fueran las leliqs ni cuando yo estaba en el Central ni cuando asumió Milei. Para mí, el gran tema era la cantidad de pesos, sea en forma de depósitos o liquidez, que había en la economía. El Gobierno está haciendo cosas para resolver el problema de mucho peso, poco dólar. A lo mejor yo hubiera hecho algunas cositas distintas, pero esto que hicieron en ese sentido ha funcionado por ahora.

-Esta semana el ministro Caputo celebró que en abril se logró el superávit financiero, ¿es sostenible? ¿De qué depende?

-Es una excelente noticia. Cuatro meses de superávit financiero no teníamos hace 15 años, en 2008. Entonces, eso me parece muy meritorio. El esfuerzo para lograr eso es muy grande, y es lógico que se enorgullezcan. Pero el partido recién empieza.

-¿En qué sentido?

-De todo. Van cinco meses. ¿Saben la cantidad de cosas que van a pasar en los próximos tres años y medio y a las que van a tener que reaccionar? El partido empezó mejor de lo que esperaba, pero van quince minutos del primer tiempo. A veces, uno ve cierto triunfalismo, que es entendible, pero yo soy más amigo de la prudencia.

-¿Qué te puede desestabilizar?

-Yo veo dos cosas. La primera y más obvia es que se acabe la paciencia de la gente con esta política económica. Es importantísimo que sostenga el apoyo popular. Porque, en general, cuando uno piensa en qué protege a un gobierno, tiene dos escudos generalmente: uno es el apoyo legislativo y en el territorio, con gobernadores, y el otro es la popularidad. Este gobierno tiene bajísimo apoyo legislativo y en el territorio. Entonces, lo que hace que tenga chance de implementar su estrategia y sus políticas es la popularidad. Y uno ve que viene muy bien, pero empieza a ver señales que me preocupan.

-¿Cuáles?

-Hace un tiempo, si mirabas las principales preocupaciones que mencionaba la gente, eran la inflación, primero, desde hace tiempo, con un cuarenta y pico por ciento, y seguridad segundo. Ahora, se despegó claramente el desempleo, que es algo que viene asociado a la recesión. Entonces, la principal preocupación que yo tengo es que tal vez jugaron demasiado al filo por el lado de generar una caída de la inflación empujada en parte por este ajuste fiscal y recesión tan grave. Eso me preocupa.

-¿Y qué otro riesgo ve a mediano o largo plazo?

-El que siempre está: un shock externo. Hay 10.000 cosas que están pasando en el mundo que nos sitúan en un contexto mucho más volátil del que tuvimos en las últimas décadas, desde la guerra del Medio Oriente, Ucrania y Rusia, (Donald) Trump. Son muchas cosas que pueden ser problemáticas. Por eso decía: paciencia para darle tiempo a que desarrollen lo que vienen pensando, pero también prudencia para no ponernos a pensar como si hubiéramos ganado.

-Hablabas de “shock externo”, ¿también puede ser político? ¿Qué ocurriría si se cayera la Ley Bases?

-Para el mercado financiero sería una mala señal. Probablemente veríamos algo más de inestabilidad en alguna variable, el dólar se puede mover, con dudas de cuánto puede generar. Más allá del contenido puntual de las leyes, hay una parte de este tránsito por el Congreso que tiene mucho de simbólico, de un gobierno tan anómalo en lo que hace a la poca representación que tiene el Congreso y si logra o no logra armar una coalición de votos para aprobar alguna cosa.

El Gobierno se puso la vara muy alta. En lugar de mandar leyes más chicas, fue por dos leyes ómnibus, y eso traba más el tratamiento. Hay incertidumbre sobre si el Gobierno va a poder introducir cambios que requieren tratamiento legislativo o se le traba todo.

Le veo riesgos al RIGI; no tendrá un efecto tan grande y no va a cambiar la Argentina

-¿Cuál es su visión sobre el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI)? ¿Ofrece beneficios excesivos para las empresas extranjeras, como planteó, por ejemplo, Luciano Laspina?

-Entendamos la lógica con la que está pensado. La Argentina tiene un enorme problema de vaivenes políticos. Lo que busca este esquema es darles cierta garantía a las inversiones grandes de que si un próximo gobierno de otro signo político quisiera cambiar las reglas del juego, va a tener cierta protección, estabilidad tributaria y una serie de beneficios. Y al someter eso a tribunales externos, como el CIADI, si intenta comprar la credibilidad que la Argentina no tiene. ¿Cuál es el problema? Yo soy un poco escéptico de que haya atajos para comprar credibilidad de esa manera, sobre todo, porque conozco bastante cómo funciona el CIADI. Es muy aleatorio. No creo que estos mecanismos de atajo tengan un efecto tan grande como muchos creen. Le veo riesgos.

-¿En qué sentido?

-Por los costos futuros y porque no se termina resolviendo del todo el problema de credibilidad. No lo veo como algo que te cambie a la Argentina. Termina siendo muy caro. No es que aprobamos el RIGI y la Argentina va a crecer. No va a ser así.

-¿El RIGI puede afectar a la industria nacional?

-No. La industria nacional, sobre todo la UIA, está muy acostumbrada a cazar en el zoológico. Lo mejor sería que llegue nueva competencia. Sin duda, es necesario abrir la economía. El RIGI no cambiará la dinámica de la economía.

-¿Le hizo ruido que Pro votará en contra de restituir el capítulo del tabaco?

-No es un tema que seguí de cerca, pero, en general, uno tiene que mirar el posicionamiento de Pro en el conjunto. Igualmente no me parece que haya sido una medida acertada; no es una buena idea lo que se votó en ese sentido.

-¿No le parece bien que se haya votado en contra?

-No, lo que se votó [por Pro].

-¿Cuál es el rol del FMI hoy? ¿Es viable un acuerdo que incluya más desembolsos?

-Una de las cosas que aprendí de haber estado en negociaciones con el Fondo es que tenés que estar en la negociación para saber exactamente las posibilidades que hay. Si hay chances de que haya fondos frescos, no lo sé.

Podría ser razonable que el FMI entregue fondos frescos si la Argentina encaró una serie de reformas y necesita algo de financiamiento adicional, pero no tengo claro dónde está parado el Fondo en ese sentido en este momento. Además, creo que fue muy mala la forma en que el FMI se manejó con el gobierno de Alberto Fernández, porque permitió la construcción del desastre que dejaron.

-¿En qué sentido?

-Porque fue muy permisivo y laxo con esa gestión. Con aval del FMI, porque iba aprobando todos los trimestres, se permitió que el gobierno de Alberto Fernández, con Sergio Massa y Martín Guzmán como ministros, llevara al país al borde de una crisis brutal, hiperinflacionaria. Me parece de una falta de responsabilidad total del Fondo. Me sorprendió mucho cómo el Fondo aprobó tanta imprudencia.

-¿Y no fue imprudente al aprobarle los US$45.000 millones a Macri?

-No porque había un programa económico que era consistente y que tenía una lógica, en donde se intentó hacer un ajuste fiscal. El programa funcionaba. Lo que le faltó es tiempo, porque hubo elecciones. Y es uno de los problemas que mencionaba antes: no podés tener popularidad cuando hacés cosas impopulares.

Ese programa perdió el apoyo popular y eso es un poco también el temor que yo tengo ahora. Ahora es algo bueno, y habla de un cambio al menos de lo que está ocurriendo, es que la gente parece tener más paciencia.

-¿La competencia de monedas es una dolarización encubierta?

-No. La dolarización era un gran error. Dada la falta de reservas que tenía el BCRA cuando asumió Milei, intentar hacer algo como la dolarización era el camino a una enorme crisis hiperinflacionaria, que podía llevar a una dolarización, pero en el camino iba a ser un desastre.

Creo que Milei leyó lo mismo y, por eso, en sus inicios descarta esa idea y adopta una visión mucho más pragmática. Respecto de la competencia en monedas, en la Argentina ya ocurre: para algunas cosas como las propiedades se usan los dólares, para la compra de todos los días se usan los pesos. Es muy importante que la Argentina mantenga su moneda.

-El Gobierno prepara una reforma tributaria después de la Ley Bases. ¿Deberá eliminar los regímenes especiales de Tierra del Fuego o Mercado Libre?

-Sí, sin dudas.

-¿Y Milei debe atacar otros los “curros” de la política o quioscos, como los registros automotores?

-Sin dudas. Debe haber avanzar lo más rápido que puedan en eso.

-¿Y en eso hubo “motosierra” o “tijerita” por ahora?

-[risas] Creo que Milei está siendo pragmático. Algo me preocupa: no puede perder ese vínculo que ha logrado construir con la gente, esa cosa de “anti-casta”. Tiene que ser muy cuidadoso en su pragmatismo actual. Me gustaría verlo avanzar más rápido con apertura económica y con algunos de estos regímenes que no son buenos.

-¿Le sorprende que en algunos temas sea muy “anti-casta” y, al mismo tiempo, Tierra del Fuego no aparezca en el discurso?

-Sí, me sorprendió que no aparezca Tierra del Fuego. Yo no lo conocía demasiado a Milei. Y si tengo que comparar al Milei presidente, veo una mejora notable. Ha demostrado un pragmatismo, una inteligencia política que no sabíamos que tenía.

-¿Cuáles son los límites de esta idea de achicar el Estado? Se vio con el accidente de trenes. Más adelante, habrá que arreglar rutas o proveer seguridad.

-Si uno mira cómo bajó el gasto público en estos primeros cuatro meses, un tercio de la baja es jubilaciones, otro tercio es menos transferencias a provincias y menos gasto de capital. Después el resto son varias cosas más chicas, menos subsidios. Algunas cosas no podés tenerlas en cero todo el tiempo, porque empiezan a romperse los trenes o las rutas. Por eso, tiene que mejorar la calidad del ajuste. Es lógico que, al principio, hayan ido por el único camino que tenía disponible, que era mucha licuación y sentarse sobre la caja, pero el desafío es reemplazarlo ahora por algo más sustentable. Eso hay que mirar que hagan en los próximos meses.

-En cuanto a lo partidario político, Bullrich dijo que “este no es el tiempo de Macri” y que ya no será protagonista. ¿Le sorprende que lo jubile?

-Yo soy macrista [risas]. Mauricio Macri tiene todavía mucho para aportar, tanto en Pro como en el país. Él evaluará en qué rol. Ese tipo de declaraciones no ayudan; la gente quiere propuestas e ideas, no peleas.

-¿Y qué rol debería tener Pro en este nuevo escenario?

-En muchas cosas hay un diagnóstico compartido de los problemas que tiene la Argentina, y en otras no. Entonces, Pro debe acompañar en las visiones en que coincidimos y señalar las diferencias y los errores en aquellas cosas que no compartimos.

-Si Milei triunfa con el plan económico, ¿Macri y Pro desaparecen como actores políticos?

-No sé, no creo. Ojalá le vaya bien a Milei.

Serie de entrevistas: las reformas de Milei

Carlos Rodríguez: “Estamos yendo a una depresión económica y no veo cómo se va a recuperar la caída de la inversión”

Luciano Laspina: “Es imposible que haya recuperación económica con el diseño actual del programa de Milei”

Ricardo López Murphy: “No existe esa idea anárquica de que el Estado desaparece”

Osvaldo Giordano: “No hay razón por la cual se pueda reactivar la economía con las condiciones actuales”

​ El extitular del Banco Central sostiene que aún no hay un atraso cambiario y respalda la cautela para eliminar el cepo; no descarta un rebote inflacionario y teme que se termine la tolerancia social al ajuste  Política 

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