Fue acusado de matar al argentino más querido, dividió al país y su trágico final estuvo lleno de dudas

—¿Usted provocó que Rodrigo Bueno se matara?
—No.
—¿Se arrepiente de algo?
—No, no, no. Si algo parecido me pasara, haría lo mismo que esa noche. Yo vi el accidente por el espejo retrovisor y me detuve en el primer puesto de peaje para avisar. “Manden una ambulancia porque unos tipos se hicieron pelota”, les comenté. Y seguí camino a mi casa…
Corría el miércoles 31 de octubre de 2001 cuando por fin pude acceder a hablar con Alfredo Pesquera, el único acusado por entonces de provocar, al comando de su Chevrolet Blazer blanca, la muerte del cantante del momento, el cuartero cordobés Rodrigo Bueno -que arrasaba con su popularidad en locales bailables, teatros y canales de televisión- y también la de Fernando Olmedo, que viajaba en la 4×4 Ford Explorer SUV roja como invitado especial esa noche, luego de cenar en el restaurante El Corralón en el barrio de Balvanera.
El hecho ocurrió en la Autopista Buenos Aires-La Plata cerca de las 3.30 horas de la madrugada del 24 de junio de 2000 a la altura del kilómetro 26 en Berazategui. También viajaban en la camioneta y salvaron sus vidas el hijo del cantante, Ramiro, su expareja Patricia Pacheco, y sus amigos Jorge Moreno y el locutor Alberto “Cachi” Pereyra.
“Hay mucha plata de los seguros en juego”
Ese 31 de octubre se había producido la primera jornada del juicio oral donde estaba imputado por “Doble homicidio culposo en concurso real con lesiones”, y Pesquera accedía por primera vez a una entrevista en su propia casa en el barrio de Caballito. De entrada, visiblemente molesto por la exposición que había tenido en los Tribunales de Quilmes, disparó: “Creo que lo único que les interesa a algunos son los tres millones de pesos que hay en juego por el seguro del accidente”.
—¿Por qué abandonó tan rápido el lugar del siniestro?
—Porque no soy paramédico, solo vendo computadoras.
—¿No lo traumatiza recordar la tragedia?
—No, porque no soy culpable. Yo iba 120 kilómetros por hora, debajo de la mínima, contra los 176 que llevaba él hasta el momento de la primera frenada. (N de la R: luego las pericias conocidas en el juicio determinaron que Rodrigo conducía a 144 km. por hora, 14 más de la máxima permitida).
—Quienes viajaban en la camioneta junto a Rodrigo dicen que usted frenó y lo encerró.
—Uno dijo que yo desaceleré para asustarlos. ¿Para qué iba a hacer algo así? Insisto en preguntar, ¿quién iba en exceso de velocidad y alcoholizado?
—¿Le preocupa ir preso?
—No. Sufro porque mi mujer y mi hijo sufren conmigo. Pero en el espíritu no tengo heridas. No tuve nada que ver con el accidente. Y lo único que pretendo es demostrar mi inocencia lo más urgente posible para que se sepa la verdad.
—¿Es verdad que lo amenazaron o lo hizo trascender para ponerse en posición de víctima?
—¿De qué me hablás? Volvieron a increparme con que si no me declaraba culpable era boleta. ¿Sabés por qué? Hay mucha plata de los seguros en juego. Y muchos quieren llevársela para ellos.
—¿Por qué no da nombres?
—No puedo, me metería en un bolonqui enorme…
—¿No siente alguna culpa o arrepentimiento?
—No, te digo más, a nivel cristiano hice lo que correspondía.
—¿Qué sintió al salir del tribunal y ver a Patricia Pacheco, la madre de Ramiro, el hijo que tuvo con Rodrigo?
—Al chico no lo vi porque no estuvo en la sala. Con respecto a la madre siento dolor por lo que ocurrió con el padre de su hijo. Pero no culpa porque soy ajeno al hecho y me considero inocente.
—Tendrá que esperar si así lo entiende la justicia.
—No veo la hora de que en el juicio oral empiecen a salir a la luz las pruebas para demostrar que no soy culpable.
—El fiscal Luis Armella que instruyó la causa dice que usted encerró a la camioneta de Rodrigo, le impidió el paso y además luego presionó el freno de improviso.
—Entiendo que no hay peritajes que comprueben que yo haya frenado, ¿para qué?
—El doctor Miguel Pierri, amigo y abogado de Rodrigo, asegura que hay pericias que demuestran que existió un roce entre las dos camionetas y que usted lo provocó.
—Las pericias que yo conozco no dicen eso. Esperemos al desarrollo del juicio.
Polémica jurídica entre dos “pesos pesado”
Mientras Pesquera daba la cara por primera vez, dos abogados pesos pesado como Fernando Burlando, su defensor, y Miguel Ángel Pierri por la querella, cruzaban munición gruesa para defender y acusar.
Decía Burlando entonces: “Confío en que voy a poder demostrar que esa trágica madrugada del 24 de junio de 2000 Pesquera no cometió ninguna negligencia mientras conducía su camioneta. Además, Rodrigo no estaba en condiciones de manejar. Los dichos de los testigos del entorno del cantante que iban en los vehículos que acompañaban a la Ford Explorer no sirven, porque estaban a seiscientos metros de distancia. Si siguen repitiendo lo mismo se comprobará que mienten. Rodrigo conducía agresivamente sus autos. El día del accidente había ingerido bebidas alcohólicas desde horas tempranas (en el debate oral se conoció que los exámenes arrojaron 0,55 gramos de alcohol en sangre). Además superaba el límite de velocidad. Era un hombre que realizaba maratones de shows sin dormir. Esto genera movimientos imprecisos, potencia la agresividad y las dificultades visuales”.
Miguel Pierri, por su lado, no se quedaba callado y acusaba a Pesquera: “Tuvo una actitud criminal provocando el encierro. Las pericias lo van a demostrar. Estoy satisfecho porque mis peritos detectaron que el espejo lateral derecho de la 4×4 de Rodrigo rozó con el izquierdo de la camioneta de Pesquera -que luego fue repintado de blanco-, cuando éste lo sobrepasó. El tribunal pidió que estos trabajos se oficialicen a través de la intervención de Gendarmería. Lo mismo pasó con las pericias accidentológicas y la caja negra de la Explorer que refleja con información digital los últimos movimientos del vehículo: velocidad final, potencia de frenado, agarre tenida y defectos técnicos que pueden establecer porqué los airbags no se activaron. No hay que dejar de lado que estos pudieron haberle salvado la vida”.
Un crimen, un pedido de captura y la muerte en una camioneta BMW
A Pesquera, por entonces, además lo complicaba una causa por estafas reiteradas que lo mantuvo preso durante un mes y en la que se encontraba procesado. Pero más allá de las polémicas y los cruces verbales dentro y fuera del debate oral, el hombre acusado de provocar la muerte del cantante había sido detenido por ese hecho el 10 de marzo de 2001 y alojado en la comisaría 6ª. De La Plata. Pero permaneció solo 31 días preso. Ya a fines de dicho año fue absuelto en el juicio oral, intentó reacomodar su vida, pero en 2003 fue sentenciado a un año y tres meses de prisión en suspenso por la causa mencionada de las estafas relacionadas con autos usados que vendía pero no entregaba.
Alfredo Pesquera, detenido por una causa de estafas
Se puso a estudiar abogacía pero estaba preocupado porque recibía amenazas constantes. Luego enfermó, iba a viajar a los Estados Unidos para un tratamiento oncológico pero no se llegó a concretar. Y el 7 de junio de 2013 ocurrió un hecho que lo volvió a colocar en el escenario criminal: el asesinato del supuesto financista Miguel Ángel Graffigna, a quien se lo señalaba como su amigo, y fue hallado sin vida en Villa Ortuzar con un tiro en el pecho en el asiento del acompañante de su Peugeot RCZ, adquirido el día anterior. Había sido ejecutado con un arma de su propiedad, una Glock 40.
Cuando la justicia comenzó a investigar el homicidio a través de la fiscal Paula Asaro pudo saber que Graffigna le venía reclamando con continuidad dinero que Pesquera le debía a otro de sus amigos y clientes, el ya fallecido campeón de kick boxing Jorge “Acero” Cali.
La muerte de Alfredo Pesquera: apareció con un tiro dentro de su camioneta BMW
Entonces, y de acuerdo con las pruebas obtenidas, se ordenó el 20 de diciembre de 2013 la captura de Alfredo Pesquera. Al otro día, fue encontrado muerto con un tiro en la sien en el asiento de atrás de su camioneta BMW, a metros de la casa que alquilaba su pareja en Ramallo al 3300, barrio de Saavedra. En la requisa del vehículo la policía encontró la pistola Glock con la que habían matado a Graffigna.
Así, otro hecho de violencia y muerte se repetía en la agitada existencia de Pesquera, quien como supo reconocer con el tiempo, murió soportando las pesadillas que sufría cada noche en las que se repetían escenas de la trágica madrugada en la que Rodrigo Bueno perdiera la vida.
El 31 de octubre de 2001 habló por primera vez del crimen del que era acusado: la muerte de Rodrigo “El Potro”; sostuvo su inocencia y aseguró que recibía amenazas; la vida entre sombras de Alfredo Pesquera Seguridad
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