Biden-Trump: una noche entre republicanos en Fort Lauderdale para ver el debate en un cine​

FORT LAUDERDALE, (enviados especiales).- La cita estaba pautada para las ocho y media de la noche. Recién anochecía en Fort Lauderdale, la ciudad vecina al norte de Miami. El Savor, un cine que todavía conserva su imagen ochentosa, con butacas de cuero y alfombra roja en el hall de entrada, fue el escenario de un grupo de jóvenes republicanos para observar en pantalla grande el primer debate presidencial de la campaña 2024 entre Joe Biden y Donald Trump.

Jóvenes menores de 25 años que viven en el condado de Broward, que limita con los de Miami-Dade y Palm Beach, organizaron la velada Young republicans. El objetivo era juntar a varios fanáticos de Trump, hacer sociales, recaudar fondos y sumar voluntades para las elecciones presidenciales de noviembre próximo, en las que el empresario buscará volver al poder y derrotar al actual mandatario que le ganó los comicios cuatro años atrás.

Conocido como Cinema Paradiso, en homenaje a la cinta italiana ganadora del Oscar, el lugar cambió su nombre a Savor en 2016. Es sede del Festival Internacional de Cine de Fort Lauderdale y habitualmente en su pantalla se proyectan películas independientes. También se alquila para eventos como casamientos, fiestas corporativas o esta reunión de los jóvenes republicanos. El edificio fue construido a mediados del siglo pasado y allí funcionaba una iglesia metodista. Luego pasó a manos del condado hasta que en los años 80 se adaptó como teatro y luego como cine.

La entrada a la fiesta republicana costaba 15 dólares. Apenas se ingresaba al hall, un hombre vestido con una enorme camiseta estampada con la bandera de los Estados Unidos y el número 1 en la espalda recibía a los espectadores con una colección de cuadros que estaban a la venta. Contenían retratos del candidato, banderas estadounidenses y el águila calva, el emblema oficial de esta nación, entre otra fuerte simbología partidaria.

Los hombres lucían, en su mayoría, remeras rojas o blancas con imágenes de su candidato y gorras. Las mujeres estaban vestidas como si se tratara de una fiesta.

En un pequeño puesto antes de acceder a la sala los asistentes podían comprar baldes de pochoclo a 5 dólares, cerveza a 7 dólares, gaseosas, golosinas y snacks. Un enorme banner con fondo blanco e inscripciones en rojo servía de telón de fondo para sacarse fotografías como si se tratara de una alfombra roja de famosos.

Aunque fue convocada por jóvenes, la mayoría de los asistentes era adulta y predominaban las mujeres. Había estadounidenses de origen latino pero también nacidos en este país.

Nina, una venezolana que llegó vestida con una blusa roja, un pin con el elefante que representa a los republicanos y la gorra que suele usar Trump en su campaña con la inscripción Make America Great Again (Hacer grande a Estados Unidos otra vez), dijo que el debate fue “ridículo porque Biden no sabe dónde está parado”.

“Le pediría una evaluación mental. Él tiene demencia y por eso no dejaron que hubiera público que pudiera observar el lenguaje corporal. Seguramente estaba bajo los efectos de pastillas. EE.UU. está dirigido ahora por un par de payasos. Esperemos que haya un cambio, no queremos más este circo mediático”, sostuvo Nina.

En cada intervención de Biden durante el cruce que se realizó en la sede de CNN en Atlanta, y que siguieron en vivo millones de personas en el país, el cine abucheaba e insultaba. Especialmente cuando el demócrata acusó al postulante a la Casa Blanca de ser “un delincuente convicto”.

El público estaba expectante al debate y como si se tratara de una función de ópera solo abandonaba la sala en alguno de los dos cortes publicitarios dispuestos por los organizadores. El lugar, con capacidad para más de 200 espectadores, lucía solo completo en su cuarta parte.

Los seguidores mantuvieron la misma la línea que el equipo republicano trazó durante esta campaña para atacar al actual mandatario por su edad o su falta de reflejos. La parte más celebrada de la noche fue cuando al cierre de una declaración sobre inmigrantes Biden pareció balbucear (fue tartamudo durante su niñez) y hablar algo más despacio, a pesar de que se entendió que se refería a patrullas fronterizas y oficinas de asilo. “No sé lo que dijo y no creo que ni él sepa”, se burló Trump al recibir la palabra. Los partidarios del cine aplaudieron a rabiar.

Cuando el presidente acusó a su predecesor de haber mantenido relaciones sexuales con una prostituta mientras su mujer estaba embarazada, los republicanos se mostraron sorprendidos. Gran parte de las intervenciones de Biden fueron tapadas por insultos que no permitían escuchar.

En los dos cortes publicitarios aprovechaban para ir a comprar más pochoclos, cervezas y sacarse fotos con gente que no conocían.

Entre los asistentes estaba Susan, una argentina que llegó al país cuando era niña y hoy hace campaña por Trump. “Lo amo”, le dijo a LA NACION en perfecto inglés en uno de los intervalos. “Lo que más me encanta son las políticas que aplicó cuando fue presidente”, aseguro y entre ellas destacó sus medidas migratorias. También contó su propia experiencia: “Yo nací en Buenos Aires. Y cuando mi familia trajo a mi abuela y mi tía fueron necesarios diez años para obtener la ciudadanía. Así que las políticas sobre inmigración y de frontera son muy importantes para mí y están muy cerca de mi corazón”. En lo que respecta al debate, Susan sentenció: “Creo que Donald Trump es el claro ganador”.

A la salida todos abandonaron el lugar felices y confiados en que su candidato volverá a sentarse en el Salón Oval de la Casa Blanca. Los asistentes al debate proyectado en el cine de barrio se creían ganadores de antemano. “La única forma de que gane Biden es que nos roben [la elección]”, repetían.

​ LA NACION presenció el debate de candidatos estadounidenses en una sala de barrio de la ciudad al norte de Miami; pochoclos, insultos y merchandising entre los partidarios del exmandatario  El Mundo 

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