Apps de mapas: ¿a prueba de tontos?
El feminismo inventó el término mansplaining para describir las explicaciones condescendientes de un hombre a una mujer sobre cualquier tema. Desde hace unos meses, circula una nueva variante de esta idea: el mapsplaining, o la capacidad de las apps de mapas para tratarnos como tontos.
Google Map, Waze, Apple Map y otros servicios similares nos indican al detalle qué hacer a cada paso, incluso cuando no hay otra alternativa. Es el clásico: “en 400 metros, continúa derecho” ¿Por qué se me ocurriría doblar?
El problema del exceso de explicación es que, al parecer, está afectando nuestra capacidad para adquirir conocimiento sobre el espacio que nos rodea. La geógrafa suiza Sara Fabrikant dedicó su carrera a este tema y viene encontrando, en sucesivas investigaciones, testimonio de nuestras dificultades para aprender sobre el entorno cuando usamos el GPS del teléfono. La ciencia prueba lo que todos sospechábamos: con el celular a mano, nuestro cuerpo llega rápido pero nuestra mente se pierde un poco en el camino.
El feminismo inventó el término mansplaining para describir las explicaciones condescendientes de un hombre a una mujer sobre cualquier tema. Desde hace unos meses, circula una nueva variante de esta idea: el mapsplaining, o la capacidad de las apps de mapas para tratarnos como tontos
Llegar adonde queremos involucra dos procesos cognitivos. Uno es la locomoción, nuestra habilidad para desplazar el cuerpo. El otro es la orientación, nuestro poder de leer el entorno, planificar, detectar puntos que funcionen como hitos, tomar decisiones. Esa habilidad es la que empeora cuando nos dejamos guiar por el celular. En rigor, lo que sucede es que delegamos todo eso en las apps.
Fabrikant condujo más de cien investigaciones sobre el tema. En una, le dieron a un grupo de peatones la tarea de hacer un recorrido de 800 metros en Zurich y luego evaluaron cuánto recordaban el camino. El orden de una ciudad Suiza, suponemos, facilitó la tarea. Los participantes usaron distintas apps, adaptadas para el experimento. Algunas eran muy intrusivas y lo explicaban todo. Otras, les pedían que se involucraran más en el proceso: podían por ejemplo elegir qué hitos tomar como referencia y decidir cómo nombrarlos en el mapa.
En su libro Artificial, Mariano Sigman y Santiago Bilinkis hablan del riesgo del “sedentarismo cognitivo”. A medida que la inteligencia artificial nos permita delegar más y más tareas a la tecnología, cederemos más habilidades
Los resultados mostraron de forma concluyente que los participantes aprendían más cuando tomaban decisiones. Sin embargo, en el mundo real, las apps que usamos dejan poco espacio a nuestra participación. Siguiendo una escala de automatización creada por el especialista Raja Parasuraman, se ubican cerca del extremo descrito como “el sistema decide todo e ignora al humano”.
El exceso de intervención de las apps de GPS se explica por varias razones. Por un lado, los servicios digitales son cada vez más efectivos para resolvernos problemas y adelantarse a lo que necesitamos. El “diseño de usabilidad” busca justamente eso.
Con los mapas, en particular, pasa algo más: a medida que se vuelven más precisos y detallados, van dejando de ser una simplificación del mundo y se convierten en una especie de foto del territorio. Así, con tantos elementos en pantalla, es imperioso que nos indiquen qué hacer a cada momento. Las opciones son casi infinitas en cada esquina.
Es posible despreocuparse de este tema. Finalmente, estamos haciendo un intercambio equitativo. Recibimos un servicio ultra conveniente y a cambio cedemos algo de nuestro conocimiento del entorno. Sin embargo, la ecuación puede volverse más incómoda con el tiempo.
En su libro Artificial, Mariano Sigman y Santiago Bilinkis hablan del riesgo del “sedentarismo cognitivo”. A medida que la inteligencia artificial nos permita delegar más y más tareas a la tecnología, cederemos más habilidades. Ya no solo nuestro sentido de la orientación, sino también nuestras capacidades creativas e intelectuales. Si también cedemos ésas, tal vez estemos perdidos, y ya no haya GPS que nos lleve a destino.
Son útiles y parecen todopoderosas: ¿de tanto confiar en Waze o Google Map podríamos perder la capacidad de orientarnos por nuestros propios medios? Conversaciones de domingo
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