Al límite de la hipotermia: “Das paso a paso con la nieve a la cintura por tus seres queridos”, relató el piloto rescatado
COMODORO RIVADAVIA.– Una odisea en medio de la inmensidad patagónica y la nieve. Así se refirió el piloto Ezequiel “Queque” Parodi a su aterrizaje de emergencia en un lago congelado en la alta montaña de Chubut, que ahora agracede vivir para contarlo y piensa en recuperar la avioneta: “Fue una de las experiencias mas difíciles que he vivido”, afirmó.
Tras ser rescatado por un helicóptero de la Gendarmería Nacional hoy las 13, el piloto sostuvo: “Todos, en algún momento, hemos tenido rachas complicadas. Esta vez me tocó a mí. Hace unas semanas, una falla en una hélice me obligó a aterrizar de emergencia en la costa atlántica chubutense. Parece mentira, pero ahora mi avión, el Piper Super Cub por el cual quise ser piloto, se encuentra panza arriba a 5000 pies de altura”.
Parodi vivió una experiencia extrema luego de aterrizar este sábado sobre un lago congelado e iniciar la odisea del rescate en una zona de difícil acceso. Finalmente pudo ser trasladado a Cholila, en donde recibió atención médica.
Contó que “sin ropa ni equipo adecuado, pasé la noche entre lluvia y nieve, con bajas temperaturas y sin poder encender fuego. El cuerpo entra en modo supervivencia, solo sabés que tenés que lograrlo, ver de nuevo a tus seres queridos. Por ellos das paso a paso con la nieve hasta la cintura, empapado y sin sentir los dedos de los pies. Se te cruzan tantas cosas por la cabeza, pero la única idea que no dejás que gane es la de rendirte. Paso a paso, quizás un paso cada 5 o 10 segundos, pero seguís”.
Parodi sostuvo que “en estos momentos, las personas que están contigo se hacen realmente visibles; no te abandonan. Sin que lo sepas, están dándolo todo por ayudarte, por sacarte de ahí. Los vaqueanos que conocen el lugar se desesperan porque conocen no solo la geografía, sino también el complicado clima de estos lugares”.
Relató que “sin las dos mochilas que Pablo y Dani Wegrzyn me lanzaron hoy no estaría acá. Cayeron como un regalo del cielo, con lo básico y más para poder pasar la noche al límite de la hipotermia”.
Parodi, un conocido piloto de Trevelin que realiza vuelos de bautismo en la cordillera de Chubut, contó las horas de angustia que vivió en plena temporada invernal y durante uno de los temporales más intensos de las últimas décadas en el sur del país.
Rescate de un piloto en Chubut
“Pasé toda la noche pensando cuál sería el plan para la mañana siguiente. A las 10 pm comenzó a nevar y todo se complicó. El fuego no quería prender, los dedos no los sentía y, de repente, todo empezaba a estar cubierto por nieve. Puse una de las camperas que me habían lanzado desde el Cessna 180 entre las piernas y empecé a apretarme los dedos para levantar temperatura”, describió.
Y agregó: “Estuve así casi dos horas, metido en la bolsa de dormir en calzones porque mi pantalón estaba empapado y, al no poder prender fuego, estaba tan duro como un cartón. Entre las cosas que me habían lanzado desde el avión había una bolsa de nylon naranja; me metí con la bolsa de dormir adentro para evitar que la nieve y la lluvia que caían sin parar me terminaran de empapar”.
El piloto relató que “la bolsa condensaba y la bolsa de dormir se mojaba. Al cabo de dos horas ya estaba empapado de nuevo. Agarré una bolsa de dormir ultraliviana que encontré en un bolsillo de la mochila y me metí dentro, luego en la bolsa de dormir y, por último, en la bolsa de nylon. Por dentro, me enrosqué todo lo que pude en las camperas que tenía. Con eso pude mantener la temperatura mínima necesaria hasta que salió el sol”.
Luego, recordó: “No sé qué hora sería, pero de repente un sonido que ya conocía, aunque en su momento no reconocí de inmediato, me sacó de la casi tranquilidad que empezaba a sentir: una avalancha. Cuando el sol salió, la visibilidad estaba reducidísima, no se veía más de una milla de distancia. Nevaba superhúmedo con mucho viento”.
Cuatro horas de cansancio extremo para salir
Parodi empezó entonces a caminar hacia el sur, “hasta darme cuenta de que no tenía por dónde bajar, así que comencé a caminar hacia el norte. Ahí vi la avalancha que había escuchado durante la noche. Me hizo ver con mucho más respeto algunas laderas que tenía que cruzar para llegar al Tres Picos”.
“Me llevó cuatro horas y un cansancio extremo salir –apuntó–. La segunda parte de mi plan era salir de la nieve. Tenía que bajar desde los 4800 pies hasta al menos los 2000. Tenía el bosque a casi 500 metros de distancia. Estaba en un claro de unos 50 metros de ancho que une al cerro Tres Picos con el Plataforma”.
En ese momento, escuchó que se acercaba otro avión. “Pensando que era Dani, empiezo a agitar nuevamente la bolsa naranja (importantísimo color para estos casos), pero cuando se empieza a acercar y veo que me hace luces, me doy cuenta de que era un helicóptero. La emoción que sentí no la puedo describir, una mezcla de alivio y paz. Iba a ver a mis seres queridos más rápido de lo que imaginaba. Se iba a ir la sensación de frío y cansancio, realmente no la puedo explicar. El helicóptero me hizo saber de inmediato que me habían visto. Pasó por arriba, dio la vuelta y aterrizó a metros de mí. Los chicos se bajaron, me dieron un abrazo y pidieron sacarnos fotos juntos”, expresó.
Para Parodi, “lo peor de esta experiencia fue no poder comunicarme con quienes sabía que estarían muy preocupados por mí. Esa angustia es terrible y a la vez te da la energía para, aun sin fuerzas, con hambre, sed y frío, poder dar el siguiente paso sin sucumbir al rendirte”.
Tras salvar su vida, el joven señaló: “Esta fue la historia del aterrizaje de emergencia en cerro Plataforma. ¿Cómo sigue? Le pido a Dios rescatar mi avión de esa montaña antes de que la nieve se vaya y el avión se hunda en la laguna que tanto admiré por años y que hoy posee el avión por el cual quise convertirme en piloto”.
Ezequiel “Queque” Parodi contó las horas de angustia en la alta montaña de Chubut y su intención de recuperar la avioneta con la que aterrizó sobre un lago congelado Sociedad
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