Aquel viejo tic-tac​

No se trata del antojo de un coleccionista (aunque bien podría serlo). Los relojes que aquí vemos, con toda su carga de nostalgia –parecen llamarnos: piden que les demos cuerda, que acariciemos cierta superficie afelpada, cierta esfera metálica– forman parte de una muestra recientemente inaugurada en el Museo de las Confluencias de Lyon. La exhibición se llama Le Temps d’un Reve (El tiempo de un sueño) y bucea en aquello que, por definición, es imposible de ser aprehendido: la enigmática sustancia de lo onírico. “Intentamos definir el sueño desde diferentes puntos de vista, incorporando perspectivas históricas, neurocientíficas y psicoanalíticas”, explicó Yoann Cormier, curador de la exhibición. Entre objetos antropológicos, hallazgos de la ciencia y el recuerdo de Freud tenían que estar, claro, ellos. Los viejos relojes y un tic-tac que los años quizás vuelvan entrañable.

​ No se trata del antojo de un coleccionista (aunque bien podría serlo). Los relojes que aquí vemos, con toda su carga de nostalgia –parecen llamarnos: piden que les demos cuerda, que acariciemos cierta superficie afelpada, cierta esfera metálica– forman parte de una muestra recientemente inaugurada en el Museo de las Confluencias de Lyon. La exhibición se llama Le Temps d’un Reve (El tiempo de un sueño) y bucea en aquello que, por definición, es imposible de ser aprehendido: la enigmática sustancia de lo onírico. “Intentamos definir el sueño desde diferentes puntos de vista, incorporando perspectivas históricas, neurocientíficas y psicoanalíticas”, explicó Yoann Cormier, curador de la exhibición. Entre objetos antropológicos, hallazgos de la ciencia y el recuerdo de Freud tenían que estar, claro, ellos. Los viejos relojes y un tic-tac que los años quizás vuelvan entrañable.  Cultura 

Leave a Comment

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *