Tras los escándalos, los libertarios buscan imponer más disciplina y darle protagonismo a nuevas voces en el Congreso​

La dirgencia libertaria en el Congreso no pasa por su mejor momento. Para contrarrestar el ruido por las discusiones intestinas, que parecieron no tener techo en las últimas semanas, el propio Presidente se ubicó como el ordenador de su tropa. No solo exigió el fin de las internas, sino que condicionó la pertenencia al oficialismo a una obediencia sin fisuras. Sus referentes parlamentarios actuaron de inmediato: se apartaron de los medios y evitaron ser el centro de la conversación. El aleccionamiento público al senador Bartolomé Abdala operó al servicio del nuevo esquema de funcionamiento.

“No nos podemos dar el lujo de la dispersión y de las peleas. Solo estando juntos podemos ser fuertes, solo siendo leales de militante a militante y ayudándonos entre nosotros podemos defender a los argentinos de las garras del poder permanente”, planteó Javier Milei en el discurso de apertura del Foro de Madrid, la cumbre que reune a dirigentes de la ultraderecha internacional. Allí le habló a los integrantes de La Libertad Avanza, “desde dirigentes importantes con responsabilidad de Estado hasta el más raso de los militantes”, y consideró que “la única manera de presentarle batalla” a la “casta política” es con “organización y disciplina”. Tras ello, y en lo que pareció un mensaje dirigido al Abdala, quien reconoció públicamente que utiliza a una parte de sus asesores para lograr su objetivo de convertirse en gobernador de San Luis, el primer mandatario dictaminó: “No hay lugar para ambiciones personales”.

El mensaje del jefe de Estado fue amplificado casi en simultáneo por Lilia Lemoine, presente en el encuentro ultraconservador realizado en el Palacio Libertad, ex CCK. En tono combativo y carente de diplomacia, la diputada libertaria consideró que “no hay tiempo para disidencias, no hay tiempo para tener ideas propias o volverse, de pronto, creativos”. “Los diputados y senadores que ingresaron a la Cámara con Javier Milei tienen que votar como él lo necesita”. Y concluyó sobre sus propios compañeros de bancada: “Son lastre, y acá no puede haber gente que haya ingresado con ideas libertarias y que, de pronto, esté haciendo una agenda propia y utilizando la buena imagen del Presidente”.

Lemoine, de línea directa con Milei, funciona como la portavoz del Presidente hacia adentro de su bloque. Según pudo saber LA NACION, no hubo una exigencia explícita para hacer silencio, pero el mensaje llegó. La dirigencia libertaria tomó nota y se escudó detrás de un mutismo inusitado, incluso aquellos con un alto perfil en los medios.

Ya lo había anticipado dos semanas antes el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, quien dictaminó que la obligación de los miebros del oficialismo es “hacer caso”. “Nosotros tenemos una sola obligación en este bloque hasta 2027 y es hacer caso. Todo lo demás, está de más”, sentenció el riojano en la reunión de que terminó a los gritos y con Lourdes Arrieta acusando a sus compañeros de hacerle “una cama”. Tras ello, se materializaron los desgranamientos.

La renuncia de Arrieta y el corrimiento de Francisco Paoltroni, el senador que se opuso a la candidatura del juez federal Ariel Lijo, supuso un “barajar y dar de nuevo” en los espacios oficialistas en el Congreso. Frente a los desafíos por delante, que incluyen la aprobación del Presupuesto 2025 y la defensa del veto presidencial a la ley de jubilaciones, los libertarios apuestan a reordenar a la dirigencia que todavía conservan.

Los perfiles

Cerca de Menem hablan de poner el foco “en lo que anda bien”. Nombran a la salteña Emilia Orozco, a quien destacan por su labor al frente de la Comisión de Libertad de Expresión, donde el oficialismo tuvo que hacer frente en la última semana a las críticas por los ataques del Presidente al periodismo. La intención de los libertarios es correr el eje de las peleas y exhibir los perfiles “más serios”, que no abundan.

José Luis Espert, presidente de la Comisión de Presupuesto, es otro de los apuntados para esta nueva etapa. Será decisivo en la discusión del proyecto de Presupuesto 2025. Lo mismo para el legislador bonaerense, Santiago Santurio, quien está al frente de una de las comisiones más relevantes de la Cámara, Legislación General, por donde transita la mayor parte de las iniciativas que se presentan.

A pesar de la intención de bajar el tono de las peleas, en el oficialismo se mantienen alerta ante nuevos focos de discusión, que crecen al calor de la falta de conducción política. “Ambos presidentes de bloque tienen el boleto picado y a fin de año saludan por los servicios prestados”, anticipa un colaborador libertario sobre el rol de Gabriel Bornoroni, el jefe de los 37 diputados de La Libertad Avanza, y Ezequiel Atauche, líder de la media docena de senadores que responden a la Casa Rosada.

También existen dudas sobre la continuidad de Menem al frente de la Cámara el próximo año. “Va a ser una discusión difícil”, reconocen en las filas libertarias sobre el protegido de Karina Milei, la secretaria General de la Presidencia. El presidente del cuerpo, muy desgastado frente a los aliados tras la discusión de la Ley Bases, deberá volver a reunir en diciembre la mayoría que lo ubicó en ese rol, una meta que supondrá mucho diálogo político.

Pese a que su par del Senado, Victoria Villarruel, deberá enfrentar una situación igual de compleja, la vicepresidenta corre con una ventaja: no la pueden desbancar. Como Milei, llegó por el voto popular y no está a tiro de decreto. No obstante, las dificultades la acechan. Mantiene poco diálogo con su tropa en la Cámara alta, a pesar de que cerca suyo hablan de un vínculo “normal”, y está aislada de las definiciones del Poder Ejecutivo. Si bien anotó un gol al ganar una semana de gracia frente al inminente rechazo total del decreto que incrementó los fondos reservados del organismo de inteligencia y la sanción del presupuesto universitario, en el Gobierno no reconocen su trabajo.

Abdala, hoy caído en desgracia tras su sincericidio en vivo, era uno de los senadores mejores rankeados dentro de la dirigencia oficialista. Esta caracterización lo ubicó como presidente provisional del cuerpo, segundo en la línea de mando después de Villarruel. Es decir, en caso de acefalía presidencial, es la segunda persona más poderosa, incluso por encima de Menem.

Algo similar pasó con Paoltroni. El formoseño despuntó sus dotes argumentativos y estuvo a punto de ocupar el lugar de Abdala en la Cámara alta -amparado por Villarruel-, pero fue reemplazado a último momento por orden de la mesa chica presidencial. Fue un anticipo de su corrimiento definitivo, siete meses después, tras criticar al asesor presidencial, Santiago Caputo.

Los otros cinco integrantes del bloque oficialista en el Senado no se destacan por sus habilidades discursivas. El más articulado es el jefe de bloque, Ezequiel Atauche, quien desapareció de ojo público después de que circulara en redes un video donde se lo ve completamente alcoholizado. Su colega jujeña, Vilma Bedia, fue noticia por contratar a buena parte de su familia como empleados de su despacho en la Cámara. Bruno Olivera Lucero, de San Juan, cobró protagonismo tras firmar, junto con referentes de la oposición, el proyecto que duplicaba las dietas de los senadores. A la puntana Ivana Arrascaeta no se le conoce la voz y jamás intervino en ninguna discusión en el recinto o en comisiones. Por último, el riojano Juan Carlos Pagotto quedó con un pie afuera tras posicionarse en contra de la candidatura de Lijo y apoyar a Paoltroni.

La complejidad de La Libertad Avanza en el Congreso se completa con la relación pendular que mantiene con sus aliados de Pro. Sin el macrismo es imposible que el oficialismo concrete sus planes legislativos, pero juntos tampoco conforman una mayoría automática. Los vaivenes se multiplican con las agendas contrapuestas entre la Nación y la Ciudad, bastión amarillo por excelencia. Las elecciones de medio término no parecieran suavizar los roces entre su dirigencia, que se podría enfrentar por liderar una lista en común.

​ Javier Milei se ubicó como ordenador del debate y sus referentes parlamentarios buscan bajar el tono de las discusiones intestinas; luces y sombras de la dirigencia oficialista  Política 

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