Una joya porteña. Descubrió un teatro abandonado por 40 años y lo restauró con el brillo de su época dorada​

En la esquina porteña donde las avenidas Corrientes y Callao cruzan sus historias, un teatro olvidado por más de 40 años volvió a la vida con el brillo de su época dorada. Albur, un restaurant concert ubicado en un subsuelo, abrió sus puertas a fines de noviembre tras una meticulosa restauración que combina la esencia de los años 20 con las comodidades y la sofisticación del presente.

La hiperinflación fundió a su familia. Bajo su casa abrió una parrilla “de barrio” que se convirtió en el mejor restaurante de América Latina

El edificio, que originalmente albergó el teatro El 35, fue un refugio para grandes actores como Rodolfo Bebán, Antonio Gasalla y Virginia Lago, quienes dieron sus primeros pasos en este escenario. Cerrado desde los años 80 y sumido en el abandono, su rescate es obra de la empresaria Raquel Rodrigo, una apasionada de la historia cultural de Buenos Aires que decidió devolverle el alma a este espacio.

Un rescate que honra la historia

En 2013, Rodrigo descubrió el teatro mientras evaluaba adquirir el lugar para ampliar un estacionamiento. Lo que encontró fue un edificio deteriorado, pero con detalles que narraban historias de arte y cultura. El proyecto de restauración, iniciado oficialmente en 2022, estuvo a cargo del reconocido arquitecto y escenógrafo Alberto Negrín, quien logró preservar la estructura original mientras incorporaba materiales y elementos que realzan su estética.

Puertas de hierro, un ascensor de tijera, pisos de damero de más de un siglo y camarines fueron restaurados y realzados con textiles teñidos a mano y revestimientos de madera con espejos biselados. “El objetivo fue que las personas se sientan mejor de cuando llegaron, que el espacio las abrace y sorprenda”, explicó Negrín.

El nombre Albur, propuesto por la cantante Sandra Mihanovich, hace referencia a la canción de Eladia Blázquez “El corazón al sur”, evocando el azar y la suerte que marcaron la historia del teatro.

Albur no es solo un lugar para comer, es un viaje sensorial. Con capacidad para 145 cubiertos, el espacio combina alta cocina y entretenimiento. La propuesta gastronómica, liderada por el chef Adrián Aguilera, transforma sabores tradicionales en experiencias innovadoras. Según Aguilera, “cada plato es una interpretación y una emoción, una invitación a lo inesperado”.

El entretenimiento también es un pilar fundamental. Con dirección musical de Damián Mahler, el escenario cobra vida con dos orquestas propias, Albur Tango y La Albur Band, además de bailarinas, cantantes de jazz y coreografías a cargo de Gustavo Wons. Esta mezcla de gastronomía y espectáculo convierte cada visita en un evento inolvidable.

Un espacio con alma porteña

Raquel Rodrigo no es ajena a las restauraciones culturales. Dueña del restaurante histórico El Tropezón – unos de los 5 más antiguos de Buenos Aires- y de Clásica y Moderna, ambos lugares icónicos que también fueron rescatados por su visión, continúa fortaleciendo el patrimonio cultural de Buenos Aires. “Los tres estaban cerrados y olvidados, pero hoy vuelven a ser parte de nuestra identidad porteña”, afirma.

El resultado en Albur es un espacio que honra su pasado mientras construye un futuro lleno de posibilidades. Cada detalle, desde los pisos hasta la iluminación, busca generar una atmósfera cálida y elegante, donde la nostalgia y la innovación conviven en perfecta armonía.

​ El edificio, que originalmente albergó a “El 35″, fue el escenario donde artistas como Rodolfo Bebán, Antonio Gasalla y Virginia Lago dieron sus primeros pasos; reabrió tras una meticulosa restauración que combina la esencia de los años 20 con las comodidades y la sofisticación del presente  Qué sale? 

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