Una Argentina con un gran pasado por delante​

Transcurrió una nueva celebración del llamado Día de la Lealtad con distintos actos que dieron cuenta de las pugnas internas dentro del peronismo y fueron demostrativos de que, como alguna vez sentenció Jorge Luis Borges, el movimiento fundado por Juan Domingo Perón sigue teniendo un gran pasado por delante. Desde las trompadas que se prodigaron concurrentes al acto público convocado por Guillermo Moreno en el barrio porteño de Monserrat hasta los micros cargados de militantes y la marchita peronista reflotada en el mitin que lideró Axel Kicillof en Berisso, la liturgia peronista volvió a sobresalir. En la Federación Argentina de Box, en el corazón de Almagro, La Cámpora confirmó su “lealtad a Cristina Kirchner”, a quien respaldó como futura presidenta del Partido Justicialista.

Kicillof, a quien el intendente de Berisso, Fabián Cagliardi, presentó públicamente como “futuro presidente de los argentinos”, lanzó un proyecto político al que definió como “superador”, en un modo de diferenciarse del kirchnerismo y de La Cámpora. Sin embargo, su invocación a Perón, su referencia acerca de que “los mejores días siempre fueron peronistas y los días más felices fueron con Cristina” y las desgastadas figuras políticas y sindicales que lo acompañaron en el palco -Pablo Moyano y Fernando Espinoza, entre otros- terminaron anclándolo en el pasado.

Claro que quien se llevó las palmas en el Día de la Lealtad fue sorprendentemente alguien que no proviene del peronismo, como Victoria Villarruel. La vicepresidenta de la Nación exhibió imágenes de un reciente encuentro que mantuvo en Madrid con Isabel Martínez de Perón y descubrió un busto de la expresidenta de la Nación (1974-1976) en el Salón de las Provincias del Senado, en el mismo sitio que ocupaba una escultura en homenaje a Néstor Kirchner que ella se encargó de retirar oportunamente.

“En un día como hoy (por el 17 de octubre), en donde se habla de lealtad, es necesario reivindicar su figura”, expresó la vicepresidenta, luego de recordar que la viuda de Perón, de 93 años, fue la primera mujer que presidió un país (tanto Sirimavo Bandaranaike en Sri Lanka como Indira Gandhi en la India y Golda Meir en Israel fueron primeras ministras con anterioridad, pero no fueron jefas de Estado), además de ser “vicepresidente como yo y argentina bien nacida”. En rigor, Isabel Perón llegó al poder merced a una decisión no exenta de nepotismo de su esposo, que la eligió como su compañera de fórmula en las elecciones presidenciales en las que se impuso con el 62% de los votos.

No es la primera vez -ni será la última- en que dirigentes alejados de la doctrina justicialista buscan algún tipo de acercamiento al peronismo. Pero el misterioso gesto de Villarruel provocó inquietud y confusión entre propios y extraños.

La vicepresidenta habría querido enviar un mensaje al kirchnerismo, en momentos en que este sector político denuncia una presunta persecución contra su jefa, condenada en primera instancia a seis años de prisión en la causa Vialidad. En ese sentido, Villarruel puntualizó las diferencias entre Isabel Perón, quien resistió cinco años presa y el exilio, con “los políticos de ahora, que se pasan victimizándose sin conocer lo que es afrontar el peligro, el destierro, ni mucho menos la prisión”.

Si bien la vicepresidenta no habría procurado reivindicar la tan cuestionada gestión presidencial de Isabelita, sino, según dijo, solo a una figura “que, viuda y en soledad, debió soportar más de cuarenta años de persecución y ostracismo”, un video difundido en su propia cuenta de X (Twitter) y desarrollado por jóvenes militantes cercanos a Villarruel exalta la labor de Isabel como presidenta, en un período en el que “se vio la difícil posición de enfrentar el auge del terrorismo y la subversión” y en el cual su gobierno “buscó implementar medidas para restaurar el orden y hacer frente a los desafíos”.

El polémico video señala que “su figura fue borrada de la memoria oficial durante décadas, mientras los mismos que hoy se dicen herederos de una tradición política intentaron ocultar su legado”. Expresa que “hoy es fundamental reconocer el papel de Isabel Perón, no solo como la primera mujer presidente, sino también como una figura que en medio del caos y la violencia asumió la responsabilidad de dirigir el país”. Y concluye que “su presidencia fue una lucha constante por sostener el orden, proteger la soberanía nacional y mantener en alto los valores que nos unen como argentinos”.

Tal reseña obvió que durante la caótica gestión presidencial de la viuda de Perón no solo se profundizó la crisis económica del país, sino que se registraron graves hechos de corrupción y se dio lugar a la represión ilegal mediante la Alianza Anticomunista Argentina, más conocida como Triple A, organización parapolicial vinculada con la logia Propaganda Due y gestada por el ministro de Bienestar Social, José López Rega, apañado por Juan Domingo Perón y luego por Isabel.

Prácticamente desde que asumió su cargo, Villarruel ha mantenido una agenda propia y ha provocado recelos en el círculo más íntimo de Javier Milei -su hermana Karina Milei y Santiago Caputo-, donde se imagina que la vicepresidenta busca avanzar con un proyecto político propio. Sus detractores en la Casa Rosada observan con desconfianza que no se resigne a limitarse a tocar la campanita del Senado.

Uno de los movimientos de Villarruel que más rechazos y suspicacias generaron en el jefe del Estado fue su pública oposición a respaldar la nominación presidencial del juez federal Ariel Lijo para integrar la Corte Suprema de Justicia. Del mismo modo, la Casa Rosada no acompañó el anuncio de la vicepresidenta de que procurará la reapertura de todas las causas judiciales promovidas por familiares de víctimas de acciones terroristas por parte de grupos como Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) durante los años 70.

Como una de las conductoras del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), Villarruel brega desde hace mucho tiempo por la visibilización de las muertes provocadas por el accionar de las organizaciones guerrilleras, así como por la puesta en práctica del beneficio de la prisión domiciliaria para los militares mayores de 70 años que se hallan detenidos en cárceles comunes en su carácter de condenados o procesados por su presunta responsabilidad en delitos de lesa humanidad. Su objetivo también pasa por reivindicar a los familiares de 17.000 personas que, según las estadísticas del Celtyv, han sido asesinadas, secuestradas o agredidas por aquellas células terroristas en unos 21.000 atentados.

La vicepresidenta plantea así su propia batalla cultural. Una batalla que Milei no ha dado señales de compartir desde que asumió el Poder Ejecutivo, actitud que ciertos analistas de opinión pública explican por su falta de disposición a arriesgar innecesariamente su capital político cuando su principal nicho electoral es representado por una generación joven alejada de conflictos ocurridos hace cinco décadas.

Al margen de las diferencias entre el Presidente y la vicepresidenta, no pocas voces dentro de La Libertad Avanza expresan su sorpresa y su disidencia con el acercamiento de Villarruel a Isabel Perón, cuya presidencia ha sido sindicada desde distintos sectores como una de las peores de la historia argentina.

Si por algo podría ser tal vez reivindicada la viuda de Perón es por haberse llamado a un tan prolongado como prudente silencio luego de su nefasta gestión presidencial. Una actitud que otros gobernantes mucho más recientes de su misma agrupación política deberían imitar.

​ Al regreso de la liturgia peronista con la celebración del Día de la Lealtad, se sumó el sorprendente acercamiento de Victoria Villarruel a Isabel Perón  Opinión 

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