Triple crimen: quiénes vieron en vivo la filmación de las torturas de las víctimas

En la ampliación de su declaración indagatoria, Celeste Magalí González Guerrero, detenida por su presunta participación en los homicidios de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez, no solo afirmó que el móvil del triple crimen fue una venganza por el robo de 30 kilos de cocaína, sino que contó quiénes fueron los destinatarios de la transmisión de las torturas a las que fueron sometidas las víctimas antes de ser asesinadas.
La app de los narcos
Ayer, cuando promediaba su declaración, el fiscal de La Matanza Adrián Arribas, a cargo de la investigación, le preguntó a González Guerrero si le constaba que la secuencia de las torturas fue grabada o transmitida a través de una aplicación digital.
“Me dijo [Miguel Ángel Villanueva Silva] que estaban haciendo una videollamada con quiénes le dicen Papá y Lima, que estaban en José C. Paz”, dijo la imputada.
Villanueva Silva, otro de los imputados, es la pareja de González Guerrero. Antes de contarle sobre la transmisión, Villanueva Silva le había dicho que él había matado a una de las chicas que intentó escapar.
“Me explicó que una de las chicas quiso salir corriendo como para escaparse y ante eso él agarró un destornillador que estaba a mano, y un vidrio, y la mató. Me dijo que la mató con el destornillador clavándoselo en el cuello y, como seguía viva, fue al fondo a buscar un fierro y se lo aplastó en la cara”, según la declaración de González Guerrero a la que tuvo acceso LA NACION.
Según explicó González Guerrero, en la jerga narco, ‘Papá’ es ‘abuelo’, es quien la produce [por la droga], el máximo dentro de la escala, y ‘papá’ es quien baja la droga en toneladas. Luego están los ‘tíos’ y después los ‘pequeños’, como Julio, que solo manejaba siete o diez kilos. Últimos están los pibes, los que venden, a los que le dicen ‘los bebés’ o ‘mulos’“.
El Julio al que se refería González Guerrero es Pequeño J, como se conoce a Tony Janzen Valverde Victoriano, el presunto autor intelectual de los homicidios, que se fugó tras el triple crimen y fue atrapado en Perú, donde está preso a la espera de que se resuelva su extradición a la Argentina.
El tal Lima, según la imputada, sería una persona que hace las veces de custodio del supuesto “Papá” de la organización criminal.
“En mi Facebook lo tengo como ‘amigo’ a Lima; creo que se llama Abel. Es de nacionalidad peruana y tiene 33 o 34 años. Él me contó, por conversación de WhatsApp, que vio en vivo cuando mataban a una de las chicas”, afirmó González Guerrero en su declaración indagatoria.
Dijo, además, que no sabe por dónde hicieron la videollamada. “Suelen usar una aplicación llamada Zangi”, explicó. La app Zangi es de origen armenio, tiene cifrado militar y nació en 2013.
Cuando el fiscal Arribas le preguntó si conocía los motivos por los que mataron a las víctimas, la sospechosa afirmó: “Porque le robaron 30 kilos de cocaína al Duro. Dos de las chicas fueron, sé que una era Brenda, pero la otra no sé quién fue. Aunque creo que la de 15 años [por Lara] no tenía nada que ver. Duro estaba por encima de Julio, era el que le daba órdenes”, respondió.
Después, cuando los funcionarios judiciales le mostraron fotografías de los sospechosos, González Guerrero identificó al Duro como Víctor Sotacuro Lázaro, otro de los detenidos. Dijo que Pequeño J se refería a él como su tío.
Su declaración comenzó cuando dijo que dos días antes de la desaparición de las tres víctimas, Julio llamó a su teléfono celular y le preguntó a su pareja si el viernes [19 de septiembre pasado] podía ir a su casa con una amiga.
“Llegó el viernes y Julio me llamó para que le abriera el portón. Entró una camioneta blanca y descendieron las tres chicas y tres masculinos más. Entre esos masculinos estaba Julio, quien me ayudó a cerrar el portón. Ahí me dieron plata, 1000 dólares, me los dio el tío de Julio, a quien le dicen ‘el Duro’”, afirmó la imputada.
González Guerrero dijo que el tercer hombre tenía una pistola Glock en una de sus manos. “Las chicas bajaron sonrientes, se las veía como engañadas que venían a una fiesta”, sostuvo.
Respecto a las víctimas, la imputada detalló: “Sé que a las chicas que llevó a mi casa las conocía de antes porque [Julio] dijo que eran amigas y que no podían ir a su departamento porque estaba en remodelación”.
En su ampliación de la declaración indagatoria, Celeste Magalí González Guerrero, una de las detenidas, aportó los apodos de los destinatarios de la cruel grabación de los tormentos que terminaron en muerte Seguridad
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