Sueño americano cumplido: vivieron 20 años en Nueva York y encontraron la casa de sus sueños lejos de allí​

Después de dos décadas en Manhattan, Alexa Mellardo y su pareja decidieron cambiar de rumbo. Recién casados, dejaron la vida agitada de Nueva York, donde alquilaban un pequeño y costoso departamento, y se mudaron a Greenwich, a 56 millas (100 kilómetros) de distancia. En esta relajada ciudad de Connecticut encontraron la casa perfecta para ellos y la convirtieron en lo que siempre habían imaginado. “Nuestros sueños se hicieron realidad”, contó.

Su vida en Nueva York, en un pequeño y costoso departamento

A los 22 años, Mellardo tenía una meta clara. “Recién graduada de la universidad, quería escribir para una revista y disfrutar del brillo y el glamour de Manhattan”, contó en una entrevista con Business Insider.

Imaginaba que podría vivir en “un loft elegante digno de Carrie Bradshaw”, la protagonista de la icónica serie Sex and The City. Pero no fue así: el elevado costo de vida le permitió a duras penas rentar una vivienda pequeña.

“En realidad, mi caro departamento era más bien una cocina americana y un armario diminuto”, describió su hogar, que “a veces, olía a marihuana”, un aroma que había quedado impregnado en las paredes antes de su llegada.

Ese escenario no impidió que construyera una rutina acorde a sus aspiraciones. “Creé la vida que había imaginado: con almuerzos con tragos, fiestas en azoteas y citas para tomar café en las escaleras del Met que parecían una escena de Gossip Girl”, remarcó, en referencia a otra serie glamorosa de EE.UU.

Por qué abandonó Nueva York: el deseo de más espacio y la necesidad de un cambio de aire

Con el tiempo, su estilo de vida cambió. “Al acercarme a los 30 años, se inició una nueva etapa: me mudé con el hombre de mis sueños, me propuso matrimonio y comenzaron los planes de boda”, explicó.

Entonces, el pequeño departamento ya no alcanzaba. “Llegaron hermosos regalos de nuestra lista de bodas, pero no teníamos espacio para disfrutarlos”, recordó. Además, señaló que lo que antes había sido un diminuto, pero adorable hogar, ahora los tenía “hartos”.

También estaban cansados de otros aspectos propios de la ciudad de Nueva York, como el pequeño “el subterráneo repleto de gente” y la “inminente suba del alquiler”.

Las imágenes de una vida diferente comenzaron a instalarse en su cabeza. “Comencé a soñar despierta con un vestidor y tardes iluminadas por la luna, bailando descalza sobre un exuberante césped y no sobre el pavimento, rodeada de estrellas y silencio, sin el ruido del tráfico”, remarcó.

De Nueva York a Greenwich: así encontraron la casa de su “casa soñada” en Connecticut

La decisión de dejar la Gran Manzana fue unánime, así como también el lugar hacia donde mudarse. “Nos dirigimos a Greenwich, Connecticut, cerca de la familia”, explicó sobre este pueblo, al que calificó como “pintoresco y de ambiente costero”.

La cercanía a Nueva York también resultó clave. A solo 40 minutos en tren, la ciudad quedaba al alcance del trabajo de su marido, mientras la pareja disfrutaba de calles arboladas, casas estilo de Nueva Inglaterra y una vida más tranquila.

En tanto, la búsqueda de su nuevo hogar no fue tan fácil. “Pasábamos noches revisando anuncios. Cada vez que nuestro agente inmobiliario llamaba, nos subíamos a un tren para visitar casas”, relató.

Después de tres meses, encontraron lo que buscaban: una propiedad para reformar en Greenwich, con de tres habitaciones y dos baños.

La vivienda era todo un desafío. “Nuestro pequeño nido de amor tenía alfombra de pared a pared y un suelo de linóleo anticuado en la cocina. El techo tenía goteras. Los escalones de la entrada crujían”, relató.

La pareja asumió con entusiasmo la tarea de transformar cada ambiente con sus propias manos. “Nos arremangamos y nos pusimos a trabajar. No solo aprendí a usar un martillo, sino que también cambié la búsqueda en los estantes de Zara por recorrer los pasillos de Home Depot”, señaló.

Derribaron paredes, renovaron pisos, incorporaron ventanas y puertas nuevas, instalaron una chimenea y modernizaron la cocina y el baño principal. La refacción y renovación les llevó un año, pero valió la pena. “Nuestros sueños se hicieron realidad”, destacó.

Su nueva vida en Greenwich, entre tradiciones y reuniones familiares

El cambio no se limitó a la casa. También aparecieron nuevas costumbres. “Llevamos viviendo aquí unos dos años y me encanta que cada estación del año en Greenwich traiga nuevas tradiciones”, señaló Alexa.

La primavera y el verano se volvieron sinónimo de reuniones en el patio. “También significa organizar fiestas en el jardín donde los seres queridos finalmente pueden caber alrededor de nuestra mesa de granja”, indicó.

“El otoño nos invita a tallar linternas de calabaza alrededor de nuestra fogata, tostar malvaviscos y beber vino caliente”, continuó. En tanto, la Navidad es especial: decoran su casa con “cintas de terciopelo y adornos pintados a mano a la luz de la chimenea”.

Asimismo, la mudanza les permitió recibir visitas con mayor comodidad. Sus amigos disfrutan de un espacio preparado para ellos: “Siempre hay un juego de toallas limpio y jabón de baño de lavanda esperando en la cama de invitados”.

“No cambiaría por nada del mundo mis 20 años en Nueva York, pero mi vida en los suburbios ha tenido un comienzo increíble”, concluyó.

​ Una pareja dejó atrás dos décadas en Nueva York y comenzó una nueva vida en los suburbios donde encontraron la casa de sus sueños y un futuro distinto.  Nueva York 

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