Sin subirse a un avión: restaurantes con ambientaciones y puestas en escena que transportan a otros países
Buenos Aires es una ciudad que se mueve al ritmo de la diversidad: sus barrios, sus calles y, sobre todo, sus sabores cuentan historias de miles de mundos distintos. Desde la cocina de inmigrantes que preserva tradiciones centenarias hasta las fusiones más audaces, cada plato puede ser un pasaje directo a otro país. Solo hace falta elegir la mesa correcta: una puede trasladar a Israel con recetas heredadas de abuelas, otra a Italia entre risas y platos caseros, y otra al corazón de Nueva York con la energía de sus calles.
La ciudad se convierte en un mix de culturas, donde los aromas, las texturas y los sabores construyen historias y despiertan curiosidad. Recorrerla a través de sus cocinas es descubrir que cada bocado es una experiencia, cada menú una ventana a otras latitudes, y cada visita un pequeño viaje que deja huellas inolvidables. En Buenos Aires, se puede explorar el mundo sin equipaje, con la misma emoción de aterrizar en un destino desconocido y la certeza de regresar siempre con ganas de seguir descubriendo.
Una cena con Shabat incluido
Mishiguene, en Palermo, es la casa de los sabores aterrizados directo de Israel. De la mano del chef Tomás Kalika, este restaurante nació con la misión de reinterpretar recetas traídas por las bobes de la antigua Europa, Oriente Medio y Asia. Cada plato es un homenaje a la memoria y a la cocina de inmigrantes.
El pastrón, ahumado a leña y cocido al vapor durante 14 horas, se sirve con latkes o risotto trufado, y es solo una introducción a un menú que mezcla técnicas modernas con sabores del recuerdo. Entre los aperitivos, los mezze, como la flor de mango encurtida o el gravlax de trucha, sorprenden por su delicadeza y creatividad. Los postres, desde malabi de coco hasta shtrudel de manzana, cierran la experiencia con un final dulce y sofisticado.
En Shabat, el restaurante se convierte en una celebración única: a las doce, una banda comienza a tocar, los cocineros salen de la cocina y todo el equipo se reúne en el salón. Con copas en alto, cantan canciones tradicionales judías mientras Kalika aparece, toca el shofar —un instrumento de viento que emite un sonido parecido al del trombón— y dedica unas palabras. Entre brindis, risas y música, el lugar se llena de emoción y alegría, en una escena que realmente te transporta a Israel.
¿Dónde? Lafinur 3368, Palermo.
Como en una calle del sur de Italia
En Vaffanculo no hay protocolos: la cocina es el corazón de la casa y la mesa, un lugar para celebrar la vida. Con platos tradicionales como lasañas, pastas al ragú y tiramisú casero, este restaurante fusiona la tradición italiana con la calidez argentina. El ambiente es festivo, con canciones, risas y aromas que transportan directamente a Italia.
El espacio sorprende con una ambientación que recrea una plaza veneciana, con pisos de adoquines, faroles y mesas que invitan a quedarse largo rato. La música va cambiando entre distintos géneros italianos, acompañando el ritmo del servicio y el ánimo de los comensales.
La familia italoargentina detrás de Vaffanculo asegura que cada detalle, desde los ingredientes hasta la decoración, recuerde a una auténtica cena familiar italiana
¿Dónde? Báez 242, Las Cañitas, Palermo.
Un viaje directo a las calles de Hanoi
Saigón Noodle Bar trae la esencia del street food vietnamita a la ciudad. Sus sopas Pho Bo de carne, o Pho Ga de pollo, cocidas durante cinco horas con siete especias, y los spring rolls, rellenos de langostinos, fideos de arroz y hierbas frescas, son un viaje directo a las calles de Hanoi.
Cada sucursal, ya sea en San Telmo, Retiro o Palermo, a la vista, texturas de madera y hierro, neones “Pho Open” y guiños a la cultura vietnamita: lámparas de bambú, posters de paisajes coloridos, plantas y el tradicional gatito de la suerte. La vajilla de melamina y los palillos de acero refuerzan la sensación de estar en el Sudeste Asiático, mientras suena música tranquila que acompaña cada bocado.
Entre los platos más destacados están el Bo Luc Lac con picaña marinada y los nems fritos, y para cerrar, el Ca Phe Trung y Chuoi Nuong, postres que reinterpretan sabores tradicionales y completan la experiencia.
¿Dónde? Bolívar 986, San Telmo; Marcelo T. De Alvear 818, Retiro, y Guatemala 4686, Palermo.
Una estación de metro de La gran manzana
Uptown & The Bronx transporta a Manhattan sin salir de Palermo. Desde la entrada, que simula una estación de metro neoyorquina, hasta el vagón que te transporta directo a la gran manzana. Las burgers, costillas y reinterpretaciones de clásicos como el Chop Suey del Chinatown se acompañan de cócteles inspirados en los barrios de Nueva York.
El ambiente urbano, con luces de neón y estética industrial, combina con la música y los sabores para crear una sensación de viaje inmediato a la ciudad que nunca duerme.
¿Dónde? Arévalo 2030, Palermo.
Un viaje sin escalas al sudeste asiático
Niño Gordo es un espectáculo para todos los sentidos. Sus creadores Germán Sitz y Pedro Peña fusionan técnicas de Japón, Corea, Tailandia y Vietnam con la carne argentina. Las mollejas con yogur, miso y sweet chili, el tataki de bife y el katsu sando son solo algunos de los platos que sorprenden en un ambiente rodeado de lámparas rojas, murales y figuras orientales.
Más que comer, es una experiencia lúdica que combina diseño, sabor y teatralidad, reconocida por la Guía Michelin y el Latin America’s 50 Best. Como dato extra, recientemente se abrió una sucursal en Wynwood, Miami, llevando la propuesta al exterior.
¿Dónde? Thames 1810, Palermo.
Un bistró parisino
Le Rêve Bistró reimagina la cocina francesa. Los mejillones a la marinera y el coq au vin son clásicos que aquí se sirven con un toque contemporáneo: vegetales glaseados, aire de apio y salsas profundas que elevan cada bocado.
Adentro, el ambiente es puro espíritu francés: la bandera tricolor ondea entre detalles de época, la luz tenue envuelve las mesas y siempre suena música francesa de fondo. La vajilla de porcelana, los cubiertos de plata y la atención cálida, pero formal crean una atmósfera elegante y envolvente, que transporta a una esquina de París sin salir de Palermo.
En la vereda, las mesas al aire libre completan la postal: los clientes se sientan mirando hacia la calle, copa en mano, viendo pasar a la gente como si estuvieran en los Champs-Élysées. Desde la entrada hasta el postre, cada plato es un pequeño viaje a la campiña francesa, donde la tradición y la técnica se encuentran para sorprender el paladar.
¿Dónde? Uriarte 1901, Palermo.
El sabor del curry y la decoración de la India
Tandoor, en Recoleta, ofrece una experiencia auténtica del país. Los currys, cordero, pollo, pescado y vegetales se cocinan respetando las tradiciones, con especias importadas y técnicas que evocan hogares del sur asiático. El pan naan, recién salido del horno tandoor, acompaña perfectamente los sabores intensos de cada plato.
El ambiente acompaña la propuesta con la misma calidez que su cocina. En las paredes cuelgan cuadros hechos con telas bordadas en la India, junto a obras que representan instrumentos clásicos como la tabla y la flauta, pilares de su música tradicional. Los arcos tallados y la iluminación tenue completan la atmósfera, invitando a quedarse largo rato mientras suenan melodías que transportan directamente a ese país.
El lugar ha recibido comitivas oficiales y se consolidó como un referente de la gastronomía india en Buenos Aires. Cada comida es un viaje por las distintas regiones del país, desde los currys hasta los kebabs, pasando por postres como kulfi y gulab jamun, servidos con un equilibrio entre tradición y frescura.
¿Dónde? Laprida 1293, Recoleta
Con un recorrido que va desde Israel hasta Nueva York, pasando por Francia, Italia, India, Vietnam y la creatividad de fusiones locales, se puede viajar sin necesidad de avión ni pasaporte Qué sale?


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