Según un experto: qué hubo detrás de los US$2524 millones que llegaron con la agroexportación en abril​

En un contexto de alta volatilidad económica y con cambios que todavía generan dudas en el sector agropecuario y luego de que ingresaran en abril pasado unos US$2524 millones por liquidación de divisas por exportaciones de granos y derivados, que representa un incremento de 32% respecto al mismo mes de 2024, para Gustavo López, consultor de Agritrend, la cifra reflejó una reactivación de las ventas al exterior en medio de una cosecha que avanza y precios que comienzan a mostrar señales mixtas.

“Durante abril la exportación estuvo muy activa, sobre todo en lo que fueron las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE)”, explicó López a LA NACION. Según su análisis, se registraron operaciones por cerca de 7,5 millones de toneladas entre los principales granos: trigo, maíz, soja, cebada, harina y aceite de soja.

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Según informó la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entre los factores más importantes de este incremento está la reducción temporal de las retenciones a los principales cultivos que produce el campo a partir de febrero pasado, sumado a que el Gobierno ya confirmó que se mantendrá solo hasta el 30 de junio.

Del total declarado, el maíz lideró el volumen exportado con 4 millones de toneladas, seguido por la harina de soja con 2 millones. “Estos dos productos explican gran parte del movimiento comercial”, detalló López. El dinamismo también se reflejó en el mercado interno, donde se concretaron compras por unos 4,5 millones de toneladas y se fijaron precios para otras 6 millones.

Comparado con el mismo período de 2024, el volumen comercializado es sensiblemente mayor en trigo. “Estamos en 12,5 millones de toneladas versus 9,5 millones del año pasado. Es lógico porque hubo más producción”, explicó el especialista. En el caso del maíz, el nivel de operaciones se mantiene casi parejo, aunque se espera una leve baja en la cosecha total.

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“La soja, en cambio, todavía no ha despegado del todo”, analizó López. Las razones detrás de esta cautela son múltiples. Por un lado, el productor evalúa el impacto del nuevo esquema cambiario, que reemplazó el anterior blend de exportación, y por otro, observa de cerca la evolución de los precios internacionales, que siguen marcados por una fuerte volatilidad.

“Los precios en Chicago no variaron tanto durante abril, pero sí hubo caídas internas por presión de cosecha y otros factores”, sostuvo López. En concreto, el trigo pasó de US$210 a US$205, el maíz bajó de casi US$200 a valores cercanos a US$180 para entregas en julio, y la soja, que llegó a cotizar arriba de US$300, se negoció en torno a los US$265.

A esto se suma el cambio en la percepción del tipo de cambio oficial. “Si bien hoy el productor puede acceder a los dólares billete, el valor de liquidación está en torno a $1180 por dólar vendedor, contra un oficial de $1200. No hay un incentivo tan grande como para acelerar ventas por ese lado”, señaló el consultor.

Con este panorama, muchos productores están en una posición de espera. “Tienen todo mayo y junio. Están viendo qué pasa con el dólar, con China y Estados Unidos, y con la evolución de los embarques de soja brasileña. Todo eso incide directamente en los precios y las decisiones comerciales”, afirmó.

Otro factor clave es el regreso a la normalidad de las retenciones. Hasta el 30 de junio rige un esquema temporal con alícuotas reducidas. A partir del 1° de julio, se espera que vuelvan los porcentajes plenos, lo que genera un incentivo adicional para vender antes de esa fecha.

Más allá de estas variables, el repunte de abril dejó señales positivas. “Este nivel de declaraciones implica ingresos de divisas importantes, pagos de derechos de exportación y buenos niveles de compras en el mercado interno”, resumió López. La mejora en la liquidez del sector también se reflejó en una mayor dinámica en las fijaciones de precio.

En definitiva, dejó entrever que, si bien el agro volvió a cumplir un rol central en el ingreso de divisas en un momento donde cada dólar cuenta para el país, la incertidumbre macroeconómica, la evolución del dólar y los vaivenes de los mercados globales siguen condicionando el ritmo de comercialización.

“Creo que el productor está jugando con esa incertidumbre. Tiene stock, ve que los precios cayeron, pero también sabe que el tiempo corre. Abril fue un mes fuerte, pero lo que ocurra en mayo y junio será clave para definir el verdadero ánimo del campo”, concluyó.

​ Gustavo López, de la consultora Agritrend, destacó el movimiento muy activo que tuvieron los exportadores y señaló que mayo y junio, antes del vencimiento de la baja temporal de las retenciones, serán determinantes para los futuros ingresos de divisas  Campo 

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