Rossana Chahla, la “intendenta tiktoker” furor en redes que llegó tarde al peronismo y desafía a sus referentes

Cuatro millones y medio de reproducciones el día en que descubrió que en la obra de pavimento que mandó a hacer alguien dejó la leyenda “Chan Bachi”. Casi tres millones para una de las salidas con su Gabinete -incluido un correctivo para dos señoras que pasaron en moto sin casco y para un hombre que dejó su Corsa estacionado sobre la vereda-. Más de un millón de reproducciones para un paseo con robots por la sede municipal. Eso solo en Instagram. Se suman miles más en TikTok, donde como foto de perfil tiene una imagen en la que se pone una corona dorada de plástico.
La protagonista de los videos furor: Rossana Chahla, la intendenta de San Miguel de Tucumán, la quinta ciudad más poblada de la Argentina (con un millón de habitantes, a los que se suman 500.000 más de lunes a viernes) y la segunda en densidad poblacional.
Médica ginecóloga, 59 años, al peronismo llegó tarde y sin trayectoria militante. Con tonada, y erres que son “eyes”, dice que ese espacio comenzó a abrazarla la noche en que la llamó Juan Manzur para pedirle que fuera su ministra de Salud, en 2015. Se había dado cuenta el gobernador que la directora del hospital materno-infantil más importante de la capital, donde nace el 47% de los tucumanos, era conocida por las familias y tenía un histrionismo que la podría llevar a ser una dirigente con proyección.
Pestañas largas, sonrisa gigante y una blusa con flores que contrastan con el día lluvioso, Chahla recibe a LA NACION en el café del Hotel Sofitel de Recoleta. Su equipo la imagina gobernadora. Madre de tres hijos -de 23, 21 y 18 años-, católica, un cuarto de siglo casada con Marcelo, se rodeó de funcionarios más jóvenes que ella (menos dos de Obras Públicas) y encontró un método para alcanzar a personas ajenas a la política a través de la virtualidad. La “intendenta tiktoker”, como muchos la conocen, dice que no era su idea ser influencer y que la política le llegó como un plus. Aceptó ser ministra hace diez años, incluida la pandemia, fue electa diputada nacional en 2021 y dio el batacazo para la intendencia tucumana hace dos años. Una zona donde, en el Gran Tucumán-Tafí Viejo, según el último informe del Indec, se registró 55,8% de personas pobres el primer semestre de 2024 y 40,8% en el segundo.
A Cristina Kirchner no la conoce, valora a Axel Kicillof y marca diferencias con los hombres que guiaron por largo rato la política de su provincia: José Alperovich, preso con domiciliaria por abuso sexual; Manzur, su mentor; y el actual gobernador, Osvaldo Jaldo, a quien le achaca que se “inmoló” en varias oportunidades por sus acercamientos al presidente Javier Milei.
-¿Cómo surgió su explosión en redes sociales?
-Siempre gestioné de la misma manera. Empecé un día que pregunté si habían cambiado los colchones y las sábanas del último piso del hospital, me dijeron que sí, agarré el ascensor y no lo habían hecho. Cuando era ministra de Salud de Tucumán, iba a los centros de atención del interior a cualquier hora, me ponía como paciente en la sala de espera. Aprendí que la mejor gestión es cuando los ojos de uno miran. En la intendencia hicimos un clic hace como un año, cuando cambiamos el sentido de dos calles. Hice la campaña por radio, por televisión, con carteles, pero nadie me daba bolilla. Vino el subsecretario de Prensa y me dijo que quería poner el video de una señora mayor, Rosalía, que bailaba al contrario de la música. Yo dije: “¡Eso es ridículo! Rosalía es como Rossana, es como que yo estoy bailando al revés. Pero si ustedes creen que con eso vamos a informar a la gente…”. Y Rosalía hizo furor. Entonces dijimos: “¡Esta es!”. En lo gracioso, la gente se entera.
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♬ sonido original – Khé Pobreza.com
-¿Contrató algún equipo que la ayudó a potenciarlo?
-No, es el mismo. Cuando salgo me pongo un micrófono acá [en la solapa de la camisa]. No es que digo “tengo ganas de ser tiktoker”. Salgo a la calle porque me gusta. La gente de prensa empezó a captar cosas mías, que yo hacía. Y no me di cuenta hasta que mis hijos me dijeron: “Mamá, ¿qué subiste? Me hablan mis amigos, mi profesora”. Llegaba a gente que no era de la política, ni del círculo rojo; a chicos adolescentes. Y ya me llamó mucho la atención cuando me invitaron desde la Fundación Bloomberg a Baltimore, en 2024, con 150 intendentes del mundo. Era la única disertante de la Argentina. “¿Por qué a mí?”, pregunté, y me dijeron: “Porque vimos tus redes, sos innovadora y comunicás bien”.
-¿Copió esa idea de algún otro dirigente?
-No. Mi marido me dijo: “Te parecés a la Kamala [por la exvicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris]”. Por ser re enérgica y todo lo demás. Pero yo hice campaña antes que ella, para diputada.
-¿Qué le dicen? ¿”La intendenta tiktoker”?
-Sí, me dicen la intendenta tiktoker… A los que no les gusta yo les explico que no es que quiero ser influencer. Salió de la nada. ¡A mí me encanta! El súmmum fue cuando vine a Buenos Aires y la gente me reconoció. “¡Te amo, me encantan los TikTok que hacés por la calle!”, me gritan. En el centro, por la vereda, en La Florida… Fui al chino y me preguntaron: “¿Me puedo sacar una foto con la intendenta?”. Y dije: “¡Wow!”. Vengo de ser médica, académica, titular de cátedra; otro perfil. La autenticidad es mi mayor herramienta. A mis hijos les preguntan: “¿Tu mamá es así?”. Y mis hijos contestan: “No, es diez veces peor”.
-Si le gustaba tanto la Medicina, ¿por qué decidió entonces dar el salto a la política?
-No decidís. En la política deciden por vos; y aceptás o no. Yo había sido jefa de guardia, jefa de piso… Era mi carrera médica, pero vienen y te dicen: “Vas a ser ministra de Salud”.
-O sea, ¿vino Manzur y le dijo eso?
-Me llamó una noche y me dijo: “Te quiero como ministra de Salud”. Yo agarré porque pensé que desde ese momento no solo iba a poder cambiar la maternidad, si no todo el sistema.
-Y así entró al peronismo…
-En mi casa nunca se habló de política, nunca milité, nunca fui partidaria. Cuando entré, decía “no soy política, soy técnica”. La pandemia fue algo muy fuerte, porque a nadie le faltó un respirador. La gente vio eso: me vio a mí vestida de blanco, con ambo, con gafas, con gorro, con barbijo. En mi primera elección para diputada le dije al gobernador: “No sé nada de ser diputada, lo único que no quiero es ser testimonial porque a mí no me gusta mentirle a la gente. Si me eligen, dejo el ministerio”. Gané y me fui como diputada, pero no era lo mío, yo quería gestión. Me dijeron: “Cuando vas a una elección, dejás de ser técnica”.
-¿Se siente peronista hoy?
-Qué buena pregunta. Yo comparto algunas cosas del peronismo. No todas las que se han hecho. Me encantan la igualdad de oportunidades, la justicia social, que las universidades sean para todos, que la educación y la salud no se negocien. También aprendí que el peronismo, por lo menos en Tucumán, te da espacio, te abraza y te deja incorporarte; hay otros partidos que son expulsivos. La gente del peronismo me ha abrazado mucho sin pedirme nada; no es lo mismo que milites toda la vida, que esta extraña.
-¿Pero es peronista o no?
-Me gustan algunas cosas del peronismo. No puedo decir “soy 100% peronista” porque no nací en cuna peronista. No puedo decir “tengo la genética peronista”. Pero defiendo cosas esenciales que defiende el peronismo, sin lugar a dudas.
-El peronismo en Tucumán tiene una división entre Jaldo y Manzur, ¿de qué lado está?
-El peronismo es uno solo allá, las bases son una sola.
-Pero hay dos dirigentes, que tuvieron reiterados enfrentamientos.
-Sí, hay dos dirigentes que lideran esos espacios, pero al fin y al cabo son los mismos.
-¿Y cómo es su relación con ellos?
-Excelente con los dos, nunca me peleé. Es más, tuve la interna para diputados con el actual gobernador. Era el candidato con más trayectoria, nunca había perdido una elección, grosísimo. Me enfrentaba con el caudillo del peronismo y yo recién salía del cascarón.
-Y le ganó.
-Sí.
-¿Y ahora Jaldo no le tendrá miedo? Políticamente hablando.
-No, miedo no, porque ya es gobernador. ¡Qué más se puede ser! Pero dice: “¡Es brava!”.
-¿Cómo vio el acercamiento que tuvo Jaldo con el gobierno de Milei? Fue uno de los gobernadores que más colaboró con el Presidente y recibió críticas internas por eso.
-Todos los gobernadores tienen que tener diálogo. Diálogo es una cosa. E inmolarse, otra. Si a mí me decís “votá contra los jubilados”, no voy a votar. Si me decís “votá contra la universidad pública”, no voy a votar.
-O sea, ¿en algunas votaciones Jaldo se inmoló?
-Claro, sí, creo que sí.
-¿Se lo dijo?
-Sí, yo le digo: “En esa me parece que has hecho una de más”. Es también exponerlos a los diputados nuestros, que no piensan así, porque el peronismo no piensa así.
-Usted dice que algunas votaciones de los legisladores tucumanos fueron por pedido del gobernador.
-Un pedido… Bueno, hay que ver a cambio de qué. Si supiera a cambio de qué, te digo. Pero para mí no vale la pena bajo ningún aspecto. Algunas cosas sí, como votar un presupuesto para ayudar a gestionar, que no tiene impacto directo en la gente. Pero los jubilados, la universidad, el Garrahan, la discapacidad: esas cosas son innegociables.
-En el peronismo de Tucumán hubo un tema muy espinoso que fue la condena por abuso sexual contra Alperovich. ¿Le hizo daño al partido en la provincia?
-Ha sido una cosa muy personal. No creo que haya hecho daño a la provincia. Sí para que se cuiden algunos. Porque la gente en el poder por ahí tiene la cosa esa de querer todo, de saber todo, de… Bueno… Creo que ha sido un cimbronazo importante para los hombres.
-Dijo que está en contra de las testimoniales. En Tucumán, Jaldo y su vice, Miguel Acevedo, van al frente de la boleta para diputados. ¿Es un engaño?
-Ellos creen que es la mejor manera para ir a estas elecciones y los estrategas políticos son ellos, mal no les va desde hace tantos años en la política. Respeto la decisión, pero no la comparto.
-¿Le gustaría ser gobernadora?
-(Se ríe). Siempre esquivamos esa pregunta. He tenido sueños en mi vida: ser mamá, ser doctora en Medicina… Lo logré. La política ha venido por añadidura, me sorprendió. No elegí tener poder, es un plus. Yo soy creyente, así que creo que me lo han puesto en el camino para cosechar lo que he sembrado en mi trabajo. Ahora estoy fascinada con el gobierno local y quiero pensar bien. Sobre todo, en la familia y en la exposición. Hasta acá viene costando mucho. El acompañamiento de mi marido y la familia unida es fundamental. ¿Ser gobernadora a cambio de qué? Me gusta pensar que voy a mejorar un poquito las cosas. En ese contexto digo “sí, me gustaría ser gobernadora”, pero hay que poner todo en la balanza.
-Le escriben en los comentarios en los videos que quieren que sea presidenta.
-(Se ríe).
-¿Hace falta un presidente del norte?
-Totalmente. Tiene que ser del interior, te da un plus.
-¿Cómo es su relación con Cristina Kirchner?
-No la conozco, nunca hablé con ella.
-¿Y con Kicillof?
-Sí hablé. Me pareció muy llano, que llega mucho a la gente.
-¿Quién debería ser el conductor del peronismo en la elección presidencial de 2027?
-Todavía no lo visualizo.
-Hay una gran discusión sobre el manejo del gobierno de Milei del Ministerio de Salud y, sobre todo, del área de Discapacidad tras los audios que se filtraron.
-Las políticas públicas en salud no existen. Está todo desfinanciado. El Instituto Nacional del Cáncer, las vacunas, la prevención primaria, el test de VPH, el Garrahan -solo Tucumán manda 300 niños para salvarles la vida-.
-¿Falta sensibilidad?
-Totalmente. Nadie puede negar una discapacidad. Han dicho que se dieron pensiones de más: deben ser las menos. Truchos pueden haber uno o dos. No podemos poner todo en la misma bolsa.
-¿Qué opina del supuesto caso de corrupción que involucraría a Karina Milei? ¿Le preocupa?
-Sí, mucho. La corrupción no la avalo bajo ningún aspecto. Siempre es grave. Lo más importante es que tengamos una justicia independiente.
-¿Hay una justicia independiente en la Argentina?
-No. Y que una ministra de Seguridad [por Bullrich] mande a allanar periodistas, no estoy de acuerdo. La libre expresión es fundamental. Es grave que en democracia manden a callar, al silencio. También la falta de respeto a las instituciones.
-Entiendo, entonces, que cree que debe haber un cambio de gobierno en 2027.
-Sí. Por alguien capacitado, educado, empático con su pueblo y que se rodee de expertos, para tener políticas públicas que lleguen a la gente, con control y ajuste fiscal. Me gusta el control, odio la corrupción.
-La oposición asocia al peronismo con la corrupción, ¿lo considera injusto?
-Sí, porque hay muchas cosas que se han hecho muy bien. “No hay obra pública porque la obra pública es choreo”, dicen. Y no, la obra pública es empleo. Yo voy con las probetas, hago un redondelito en el pavimento y veo de cuántos centímetros lo pusieron. Y si la empresa no cumplió, la sanciono y no le pago. No soy corrupta por hacer obra pública y controlar.
-La izquierda la criticó duramente por manifestarse en contra del aborto. En este momento, ¿cuál es tu postura al respecto?
-Tengo una postura personal, que es la que no importaba, porque las posturas personales no son políticas públicas. Soy creyente. En ese momento estaba en el rol de ministra de Salud y no podía hacer pensar al otro como yo. Cada persona es dueña de decidir por su cuerpo. Mi rol personal no tenía que ver con las políticas públicas que estaban avaladas por la ley. Si la ley lo avala, ¿por qué me voy a oponer?
-¿Cree que los funcionarios deberían trabajar más su salud mental?
-Totalmente, la inteligencia emocional. A mí me dicen: “La Chahla es brava”. ¿Qué es ser brava? Yo controlo, no soy maleducada, no grito. Una gestión tiene una presión que no es para cualquiera. Los primeros seis meses de los equipos son de rispideces. Al principio de mi gestión decían “a Chahla se le han ido tres, cuatro”. Es buenísimo. Me renunciaban o yo los iba. Si no ocurre en los primeros seis meses y sí tiempo después, es peor el resultado.
-¿Y “La Chahla” es brava o no?
-¡Sí! ¡Sin lugar a dudas! Tengo carácter y firmeza. Pero para tener firmeza, tenés que tener con qué. Uno tiene que tener autoridad moral. Si exijo horario, lo hago en horario; si exijo transparencia, soy transparente. Es autoridad moral y yo la tengo. Mi marido es mi mejor crítico, y mi hijo mayor.
Ayer me mandó mi hijo más chico y me puso “muy bueno, topísimo” de un video. Yo no sabía. Y que venga eso del de 18, que siempre me critica… Me vino al pelo. Me llevo por esas cosas y por la gente. Yo en las elecciones aseguro: “No necesitamos encuestas. Yo les digo en la calle, a último momento, quién gana”.
Médica ginecóloga, de 59 años, protagoniza videos de gestión que suman millones de reproducciones; entró a la política como ministra de Salud de Manzur en 2015, fue diputada nacional dos años y ahora comanda la capital tucumana Política
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