Roberto Abbondanzieri: “El hincha de Boca tiene miedo de volver a los años en los que no ganaba nada”​

Llovió durante la madrugada en Bouquet y el Pato Abbondanzieri amanece de muy buen humor. “Nosotros vivimos de lo que nos manda el cielo”, resume en tono agradecido este hombre de campo que habla de quintales, cosechadoras y agroquímicos. Su casco rural está a 3,5 kilómetros del pueblo santafecino y en el galpón, entre sembradoras, alguna desmalezadora y herramientas varias se distinguen tres kartings. “Soy un loco de los autos. Me miro todas las carreras de Turismo Carretera y Turismo Nacional, todas. Ahora estoy a full con Colapinto, nunca había podido alentar a un piloto nuestro en la Fórmula 1. Con Reutemann yo era chico, y después es cierto que tuvimos a Fontana, a Tuero, a Mazzacane, pero… viste. Cuando jugué en España alentaba a Fernando Alonso… Es una pasión, y el auto de carrera fue lo máximo que viví: corrí dos carreras en Top Race, corrí en los Mini Cooper en Buenos Aires y mucho en karting también”. Y lo cuenta con tanto orgullo como los penales que le atajó a Piro y a Costacurta para que Boca fuese campeón del mundo frente al Milan de Carlo Ancelotti, hace ya 20 años.

-¿Qué te pasa con Colapinto?

-Es impresionante… yo lo seguí mucho en la Fórmula 2, el año pasado y este año, donde hizo unos carrerones. Después del debut en Ímola, confieso que tenía cero confianza en Ayerbaiyán… ¿Cómo hace para doblar entre tantos paredones del callejero? Es dificilísimo… ¡Y terminó en los puntos! Yo corro todas las carreras de la Fórmula 1 en la Play, y en Azerbaiyán me la ponía en todas las curvas. Lo que pasa es que yo puedo volver para atrás, jajaja, él no. Nos sorprendió a todos, creo que hasta a los mismos de Williams los sorprendió. Pareciera, pareciera, medio canchero, pero no, es la forma de ser de él. A mí me cae muy bien como pibe. Y es un pilotazo, ¿viste la tranquilidad que tiene? Me saco el sombrero, ¡está en la Fórmula 1!

De alguna manera, Roberto Abbondanzieri tuvo que desacelerar. Esa pasión por el automovilismo obligó a algunos ajustes internos. Emocionales… y clínicos. “Así como mi familia me acompañó en el fútbol, no me acompañaba en el automovilismo. Me quería sacar las ganar y lo hice, pero ya no podía irme los jueves o los viernes a un autódromo y desaparecer hasta el domingo. Era todavía peor que en mis días de futbolista. ¿Qué estaba haciendo? No, ya está. Pero claro que sigo yendo como espectador a los autódromos y a veces hasta me llevan en el pace car a dar algunas vueltas…”, bromea, buscando alguna complicidad, como un chico cuando le descubren la travesura.

-Hace cuatro años te operaste del corazón…

-Uhhh, sí. Eso no lo sabe mucha gente… Un día que iba a correr en Top Race me encontraron con 21 de presión… Me hicieron esperar una hora, bajó y me autorizaron para correr. Yo creía que era por la adrenalina del auto, pero había algo más. Desde mi época de futbolista sabía que tenía un soplo en la válvula mitral. Nada grave, pero se me estaba yendo sangre para los pulmones, y como mi papá tuvo problemas de corazón, y fue operado de corazón… yo dije ‘me quiero operar’. El día que me llevaron en la camilla para el quirófano… uffff, el miedo que me dio al ver tanta sangre, porque para esa operación se necesita mucha sangre… ‘Qué carajo estoy haciendo’, me dije, si yo dos días antes había jugado al fútbol y al tenis normalmente. Pero estaba en manos de la gente de la Favaloro. Y algo más, porque la hice completita: había dos formas de operarme, una menos invasiva y otra que me tenían que abrir al medio. ‘Yo quiero que me hagan la misma operación que a mi viejo, que me abran y trabajen tranquilos’, les dije. Y así fue, me abrieron de arriba hasta abajo. Bueno, pero quedé perfecto y sólo tengo que hacer controles. Esa insuficiencia se me iba a complicar de grande, y yo pensaba, ‘por qué no lo soluciono a los 40/50 años antes de tener que hacerlo de urgencia’. Hoy el corazón está bárbaro, me imagino que me moriré de otra cosa, ja, ja. Y juego normalmente con mis amigos del senior de la liga de mi pueblo. Siempre en el arco, no puedo correr porque mis rodillas están destrozadas. Ojo que me tiro y todo, pero eso sí, para levantarme tardo dos años.

-Sos un hombre de campo: vivís en el campo, disfrutás del campo… ¿y qué cosas sufrís del campo?

-Mirá, no podés pavimentar todos los caminos provinciales o rutas vecinales, no. Deben ser de tierra porque acá hay mucho sobrepeso con las máquinas y los camiones. Lo que siempre se pidió, y se pide, y nunca se avanza, es en el cuidado y el mantenimiento de esos caminos de tierra. Pensá que los caminos en el campo nacieron a nivel, a la altura de los alambrados, y hoy tenés caminos que están dos metros debajo de un alambrado. Se hundieron. Y eso evidencia la mala gestión. Tienen que estar limpios, prolijos, abovedados… y nada de eso sucede. Para mí, esto nunca se va a solucionar, más allá del esfuerzo de algunas instituciones.

-¿Qué dos o tres medidas imprescindibles para el campo le pedirías al presidente Milei?

-Esencialmente, las retenciones. Siempre se dijo que el cereal se manejaba junto al dólar, y hoy no pasa eso, el dólar se nos fue a 1000 y la soja, el maíz y el trigo siguen de la misma manera. Más allá de que mantiene un precio interesante, no está acorde con el valor del dólar nuestro. Y otro tema son los herbicidas y los líquidos que necesitás, que también están dolarizados, y entonces el gasto es enorme. En síntesis: platearía el tema de las retenciones y de los agroquímicos, más el gasto que nos cobran para llevar a puertos y cooperativas. Yo necesito que mi campo me rinda, como mínimo, 30 quintales, para los gastos, para salir hecho. Solo después, podés ganar. El campo te da, y quizás te ven con camionetas nuevas o más cosechadoras de la puta madre, es cierto, pero los fierros salen muchísimo… Lo que yo he hablado con senadores o con el gobernador de Santa Fe es que el campo no pide que le regalen todo, sino que ganemos todos. Tranquilamente el Gobierno puede sacarle al campo lo que necesite, porque el campo es muy productivo, pero tampoco nos vacíen. Ganemos todos. No me saqués el 35% de la productividad, y después otra cosa y otra más y otra más.

-Lo saludaste al presidente Milei hace algunos meses en la muestra Agroactiva de Armstrong.

-Yo no tengo bandera política. Sí, puedo llegar a tener afinidad con uno o con otro, como me pasó con Mauricio [Macri], cuando creí que se podían hacer las cosas bien y finalmente no fue como yo quería, o como los argentinos queríamos. En el caso de Milei me ilusioné pensando que, como se venían haciendo muy mal las cosas, era muy fácil salir. Igual, tengo esperanza en que Milei pueda cambiar algo; yo no entiendo nada de política, y desde luego que la economía debe ser lo más importante, pero a Milei lo veo constantemente hablando de economía y no sé si eso es lo único, creo que hay muchas cosas más.

-¿De qué hablaron en ese cruce?

-Fue un cruce futbolístico, hacía poco que habían sido las elecciones en Boca, y como él es hincha del club… y como fue arquero, bromeaba con eso.

-Pero se escucha que vos les decís: “Ya vamos a volver a Boca”.

-Sí, sí… Él me dijo algo sobre Boca, no recuerdo qué, y yo le respondí “tranquilo, tranquilo, ya vamos a volver”. Como diciendo hay que esperar, porque había ganado Román, como diciendo que en algún momento se vuelve si las cosas no van bien. Se lo quise decir despacio… y lo escuchó todo el mundo. Estoy en contra de los jugadores que se tapan la boca en la cancha cuando hablan, pero ahí yo lo tendría que haber hecho.

-¿Y te gustaría volver a Boca?

-No, hoy no se me cruza por la cabeza. Tengo 52 años y no, no… Porque Mauricio [Macri] me lo pidió, yo apoyé a Ibarra en las últimas elecciones. Cosa que no me gusta, porque como te dije la política no me interesa, y un club no deja de ser política también. Lo hice por un amigo como Mauricio, pero no lo volvería a hacer. Si Ibarra ganaba seguramente me iban a ofrecer algún puesto y yo les había aclarado que no quería nada, aun ganando, yo me volvía a mi pueblo. No sé si a los 60 años… por eso no diría un no rotundo para más adelante. Pero ahora no, no.

-¿Y si el día de mañana Palermo es el DT de Boca y te pide que lo vuelvas a acompañar?

-Martín fue el culpable de que yo dirija, sino, no lo hubiese hecho nunca. Y en vez de llevar tres años como contratista rural, llevaría 13 años. Aquel fue un pedido especial de un amigo y me pareció que no podía ser tan ingrato y tan injusto de no acompañarlo. Tuve que hacer el curso de técnico, volver a viajar, volver a concentrar… Fue peor en realidad, porque es mucho más esclavo ser entrenador que jugador. Todo eso no me gustó para naaaaaada, pero lo hice por un amigo. Hasta que la pandemia fue un clic muy importante, me pasaron cosas a nivel personal, la pérdida de mi viejo en 2019, y las ganas dejaron de ser las mismas. Entonces, si no le estaba dando el 100% a Martín, lo estaba traicionando. Lo hablamos, nos entendimos, y hoy tenemos mejor relación todavía. Y cuidamos la relación, porque en el fútbol, a veces, cuando no se dan los resultados, podés tener esos roces de los que después te arrepentís. Tenemos una gran amistad, como con Guillermo, como con los demás muchachos, como con los que están hoy en Boca, con los que no tengo ningún problema. Es más, Román, me invitó a su despedida, pero justo se venían las elecciones, eran momentos difíciles de resolver para mí… Yo me quiero llevar bien con todo el mundo, y a lo mejor eso es malo, pero yo soy así.

-¿Cómo ves la gestión de Riquelme? ¿Lo imaginabas como presidente?

-No, no. Quizás sí me lo podía imaginar como técnico o como manager, pero nunca me lo imaginé como presidente. Román fue un fenómeno como jugador, yo nunca vi a alguien con esa calidad como compañero…

-¿En serio? Vos jugaste con Messi y con Maradona.

-Sí, sí… Es que a Messi lo agarré de chiquito, ya era un genio, claro, pero no lo pude disfrutar tanto. Y estuve con Maradona también en 1997, claro, y era fabuloso verlo de cerca en el día a día de los entrenamientos… Pero Román me hizo vivir cosas impresionantes, tiene que ver con los momentos de plenitud con los que te toca ser compañero de alguien. Su visión de juego era increíble, por eso lo imaginaba más cerca de la cancha que de la gestión. ¿Y cómo lo veo? Una gestión se mide por resultados, mucho más en una institución como Boca. Y lamentablemente no está consiguiendo esas cosas que un presidente siempre quiere. Román ha tenido decisiones correctas, y otras que no. Él toma decisiones, y algunas, a veces, hacen enojar. Román tiene su propio criterio, y guste o no guste, él lo hace. Él baja el martillo y chau, no hay muchos consensos.

-¿Cuándo fuiste por última vez a la Bombonera como espectador?

-No fui nunca más a la Bombonera como espectador desde que me retiré. Bueno, fui a la despedida de Martín [Palermo] y a la de Seba [Battaglia], pero como espectador nunca más. Estoy lejos, pero eso se soluciona, porque acá en mi pueblo hay hinchas de River y de Boca que van a la cancha. Es decir que lo podría hacer. El tema es que… siento cosas, y no me da. No puedo ver la entrada en calor en el campo de juego… Sí, voy mucho a la cancha de Central porque me queda cómodo, pero a la Bombonera no, no puedo… No sé, me quería retirar ahí y no pude…

-Un trauma de desamor que no pudiste resolver todavía…

-Soy ingrato… el exfutbolista es ingrato y celoso… Si yo los veo, pienso que puedo estar ahí. Me imagino que estoy sacando del arco, que le pego de tal o cual manera… Esos celos que tiene el exjugador al ver una cancha llena, los aplausos… Y sinceramente, un poquito de remordimiento, también, por no haber podido retirarme en el club. Cuando vuelvo de España, que me traen Carlos [Bianchi] como manager y Pompilio, firmo por tres años, ya con la intención de retirarme en Boca… y no lo pude hacer. Me tuve que ir a Internacional de Porto Alegre porque se fue el técnico que me había traído [Ischia], después vino y se fue el Coco [Basile] y un interino que estaba en la reserva me sacó [Hugo Alves], quizás porque respondía a una orden que venía de algún lado, y se presentó la chance de irme a Inter… que por otro lado me vino espectacular porque pude ganar otra Copa Libertadores. Pero yo me quería retirar en Boca. Me quedó todo eso adentro.

-¿Y qué tipo de hincha sos?

-Un fanático. Me devoro todo, todo, veo, escucho y leo todo sobre Boca. Diez años en la vida de una persona, quizás, no es nada, pero en Boca es muchísimo. En ese año 97, cuando llegué, todo era distinto, se ganaba, se perdía, y todavía no era de vida o muerte. Después se empezó a ganar mucho y eso cambió la atmósfera.

-¿Lo decís por la obsesión en la que se convirtió la Libertadores?

-Sí, ganar también encierra sus peligros. Cuando yo llegué, Boca no estaba acostumbrado a ganar. Boca no ganaba la Libertadores, y sí, salteados, algunos torneos locales. Después se ganó todo y hoy el hincha de Boca tiene miedo de volver a los años en los que no ganaba nada. Ir a la cancha para ver a tu equipo ganar, empatar o perder, pero sin mayores aspiraciones. En Boca tenés que estar enfocado en ganar, en ganar y en ganar. Para mí, los torneos locales son importantes… Escucho que se los menosprecia: ‘Y… pero ganó el torneo argentino nomás’. Bueno, pero ganalo, dámelo. Y la Copa Argentina la tenés que ganar. Vos tenés que estar con las personas que te hagan sentir todo eso. Boca tiene que lograr que nada decaiga, tanto en lo patrimonial como en lo futbolístico.

-¿Te gusta el plantel? Como refuerzos llegaron Belmonte, Miramón, Martegani o Medel, mientras que River se reforzó con campeones del mundo como Pezzella y Acuña.

-Pero dentro del fútbol argentino, a mí me parece que Boca tiene un plantel muy interesante. Creo que está ahí, ahí, con River. El tema es ver si le pegás justo con el técnico… Yo aprendí de Carlos el valor de la comunicación y de que cada uno debe estar en su lugar y ocupar su rol. Ya con el ‘Bambino’ Veira teníamos un plantel espectacular, ¿pero cuando llego Carlos qué hizo? Nos ordenó. ‘Vos no te metas acá, vos allá, vos a lo tuyo…’ Mauricio gestionó muy bien, pero Bianchi ayudó muchísimo para que se coordine todo. Era otra época, lo sé, no había managers, ni consejo de fútbol… antes se hablaba directamente con el dirigente que el presidente ponía en contacto con el técnico. Pero es nada más que eso, ¿entendés? Orden, orden para que cada uno haga lo que tiene que hacer y nadie invada a nadie.

-Llegó Gago. Boca ya probó con gente del club, con técnicos sin lazos con el club, y ahora regresó al sentido de pertenencia.

-Mirá, vos lo estás diciendo, usaste la palabra “probó”, y no es así. Pero ha pasado y pasa eso. Martín me dijo cuando arrancamos en Godoy Cruz, en 2013: ‘Yo no estoy desesperado por ir a Boca, para ir a Boca tenés que hacer experiencia, yo quiero estar preparado para eso’. Asimismo, por Boca han pasado compañeros míos que no tenían mucho rodaje como técnicos y salieron campeones: el ‘Vasco’, Guillermo, Battaglia, el ‘Negro’ Ibarra también. Increíble. Uno, antes, estaba acostumbrado a nombres importantes: Boca trajo al mejor Bianchi de Vélez, estuvo Tabárez, Basile, todos técnicos de selección, que habían pasado por Europa… Y acá probaste, y no los estoy matando a los técnicos que estuvieron en Boca, pero no ha habido un nombre, un nombre… Digamos, viene Ancelotti. ¿Y por qué no puede venir? Boca es muy grande mundialmente y todos se mueren por dirigir a Boca. Hoy Boca está probando… ¿Fernando? A mí me parece espectacular la idea que tiene, y no lo conozco como técnico, sino como amigo, como compañero del futbol, y ya sé cómo piensa. Cuando jugaba ya te dabas cuenta de que iba a ser técnico por sus indicaciones adentro de la cancha, como pasaba con Guillermo. Para mí, Fernando es un gran entrenador, pero no la tiene fácil. Va a tener la presión de ser un chico que se hizo en Boca, que ahora es el técnico, y si bien de movida lo van a aceptar, después le van a pedir resultados.

-¿A la selección sí la fuiste a ver?

-Tampoco, tampoco la puedo ir a ver… Soy muy ingrato, soy muy ingrato, soy muy malo con mis propios hijos. Tengo a Ernesto y a Felipe que son fanáticos de Boca, y Camila es de Central. Los varones siempre me piden ir a ver a Boca y no… Sí, vamos los tres a Central. Bueno, los llevé a ver a Boca en Córdoba alguna vez, pero en la Bombonera, no. Y a la selección tampoco he podido verla en vivo. No sé si alguna vez podré superar eso que siento…

-¿Qué opinás del ‘Dibu’ Martínez?

-Bueno, yo sabía de él desde hace años porque compartimos el representante, Gustavo Goñi, con Martín y con el Dibu. Yo sabía de él cuando estaba en Inglaterra, a préstamo de un club al otro… lo conocía. No me sorprende lo que está haciendo, lo veo muy parecido a mí, quizás por ser grandotes, con los brazos largos… Pero bueno, ya me superó ampliamente. Es una bestia. Es de esos arqueros a los que vos ves en el arco y te preguntás ‘¿cómo hago para hacerle daño a este tipo?’ Hemos tenido contactos, lo felicité, y también hemos hablado de su personalidad. Estar en la selección es difícil, fijate lo que le pasó con la sanción, y creo que él ha ido tomando consciencia. Y ojo, seamos justos: nosotros, los hinchas también pedimos cosas, porque nos gusta el bailecito, nos gusta que se ponga la copa ahí… ¿Y si no lo hace qué decimos? Que es un hijo de mil… A veces llevamos a los demás a hacer cosas. Pero está representando a un país, y hay cosas que no las podés hacer. Ya lo sabe. Para nosotros pueden parecer simpáticas, pero en el mundo no son nada simpáticas. Pero el Dibu es un genio.

-¿Te esperabas de Scaloni que aquel compañero bromista en el Mundial 2006 fuese ese técnico?

-Seguramente en algún momento hizo un clic. Compartimos la etapa de Bielsa, de Pekerman… es un ‘gringacho’ como yo, con las familias también nos llevábamos bien porque viajaron juntas al Mundial de Alemania… Y no, no me imaginé nunca que iba a ser este técnico. Lógicamente, se nutrió de grandes tipos, como Samuel, Ayala y Pablito [Aimar], los conozco a todos, e hicieron un gran cuerpo técnico. Por lo que fui averiguando, charlando, es un técnico bárbaro, más allá de las críticas que recibió en su momento por no haberse ido con Sampaoli. Se nota que logró un feeling con el plantel que no había antes, se ganó el respaldo de los jugadores. Desde el principio creó una complicidad con los jugadores para tirar todos para adelante. Desde lejos se ve una muy buena convivencia. Me hace acordar a lo que nos pasó a nosotros con Bianchi desde 1998, donde había un líder que nos inculcaba ganar, ganar y ganar. Después de ser campeones del mundo se podrían haber rascado, y no, asumieron que después de Qatar venía lo peor, mantenerse, y para eso había que seguir ganando. Y es dificilísimo eso. Se nota que la selección ya quiere ganar el próximo Mundial.

-Jugaste con el primer Messi. ¿Cómo lo ves 20 años después?

-Él tiene carácter. Lo expresa de una manera diferente, gesticula menos. Tiene personalidad para llevar adelante esta selección, porque recordemos que tuvo carácter para también llevar adelante la selección que no ganaba. Con él es fácil: tiene que estar siempre contento, y ahí va a sacar lo mejor. A él dale la pelota y basta. Los compañeros ya saben cuándo está enojado, por eso no le hace falta gritar. Nunca lo vas a ver sacado en una cancha. ¿Si llega al próximo Mundial? Para mí, sí. Se lo ve muy bien y se está preparando, se va midiendo. Esta feliz, y me parece que no tiene límites cuando está feliz.

-Como rivales, ¿cómo te iba contra Messi?

-Escuchá. Yo en la Copa del Rey nunca jugaba porque por tradición, en ese torneo ataja el suplente. Pero el día que íbamos a jugar contra Barcelona, nuestro técnico, Bernd Schuster, me pone como titular. El suplente, que era un español, tenía una cara… Y ya en el vestuario, Schuster me dice: ‘Discúlpame Pato, me equivoqué, va a jugar Fulano’. El suplente. Y es el famoso partido en el que Messi nos hace el gol desde la mitad de cancha, el 4-1 en el que se pasó a todos en 2007. Todos me preguntan si me lo hizo a mí, pero no, no me lo hizo a mí. Después lo enfrenté por la Liga, a él y a Ronaldinho, y salimos 0-0. Lionel no iba mucho a Getafe, me parece que no le gustaba ir a esa cancha… Es más, en la revancha de ese 4-1, nosotros de locales les ganamos 4-0 y Lionel no fue. Yo puedo decir que Lionel no me hizo goles, es más, podría decir que ese gol maradoneano, si yo estaba en el arco, no me lo hacía… ja, ja, ja. No, mentira, a mí también me lo hubiese hecho.

-Sabés que sólo un futbolista en toda la historia habrá jugado con los tres N°10 argentinos campeones del mundo: Kempes, Maradona y Messi. Ese sos vos.

-… Es cierto. Con Kempes jugué un partido, un clásico rosarino, un amistoso de verano en 1995, y compartí varios entrenamientos. Mario venía medio-medio, estaba grande, había pasado los 40, lógico. Jugó ese partido que ganamos 1-0, y el gol lo hizo Mario. Fue increíble esa noche… de haberlo escuchado de pibe por la radio a jugar con él, con un campeón del mundo. ¡En la cancha estaba Kempes! Tuve esa gran suerte. Y sí, jugué con los tres… aunque sea un ratito. Con el que me hubiese gustado disfrutar un poquito más fue con Messi; cuando llegó en 2005 ya era un crack y compartí la selección con él por tres años… y después seguí jugando porque siempre me llevaba a todas las giras que hacían con los amigos de él y de Ronaldinho. El ‘Enano’ era terrible… Después de las prácticas con la selección nos quedábamos a patear al travesaño. Nos parábamos fuera del área e íbamos sumando puntos: si le pegabas al travesaño y la pelota picaba fuera del área eran 3 puntos; si picaba dentro eran 2, y si entraba al arco, 1. Leo siempre jugó para ganar. Competitivo, obstinado, tenía que ser perfecto o no le servía. Y no paró hasta que fue perfecto.

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