Rob Ortiz abre las puertas de su casa donde mezcla diseño, calma y sueños cumplidos​

Hay casas que parecen contener una historia detrás de cada rincón. En la de Rob Ortiz, esa historia arranca mucho antes de los metros cuadrados: nace en Tartagal, su tierra natal, entre montes verdes y el aire tranquilo del norte. Esa raíz, cargada de naturaleza y trabajo artesanal, hoy se siente en cada ambiente de su PH de los años 50 en Colegiales, donde lo orgánico y lo contemporáneo conviven en un clima sereno, con alma de refugio.

Después de estudiar Gastronomía y pasar por cocinas prestigiosas como la del Hotel Alvear, Rob decidió cambiar el rumbo y escuchar su intuición. Lo que empezó como un hobby fue creciendo hasta convertirse en una profesión que lo llevó a destacarse en el mundo del diseño de interiores.

El espíritu de una casa vivida

El PH que compró hace unos años llegó a sus manos con mucho potencial. Lo reformó por completo para hacerlo propio, sin perder la esencia original. Desde los pisos hasta los muebles, todo fue pensado para generar esa mezcla de sofisticación y calidez que define su estilo.

La planta baja concentra los espacios sociales. El living se impone con una alfombra artesanal, un sillón modular de bouclé y una mesa ratona de madera quemada, piezas diseñadas por su propio estudio.

En la cocina, el negro mate se combina con el brillo dorado de la grifería y el veteado de la mesada Calacatta, mientras los estantes de madera aportan un toque rústico que suaviza el conjunto. Allí, Rob comparte uno de sus rituales preferidos: cocinar.

Un hogar compartido

Si algo distingue a Rob es su manera de vivir el diseño con emoción. La llegada de Titi, su pequeña hija, le dio un nuevo significado a todo. Su cuarto fue pensado con una mirada Montessori: muebles bajos, materiales naturales y un empapelado que evoca los Esteros del Iberá.

El pasillo distribuye los ambientes y conecta con una primera terraza, llena de verde y color, desde donde se ve la habitación de Titi. En los días cálidos, se convierte en escenario de meriendas con limonada o juegos al aire libre.

Diseño en evolución

En la planta alta, Rob construyó su dormitorio y baño, además de una segunda terraza. Todo nació a partir de una gran reforma que incluyó la creación de una escalera interna y una nueva conexión visual entre los espacios. En el cuarto, los tonos tierra dominan la escena, junto con textiles suaves, una lámpara dorada y mesas de luz azules que aportan un toque inesperado. El ambiente refleja su estilo: mezcla de lo rústico y lo sofisticado, sin rigidez.

Lo mismo ocurre con su nuevo estudio en Rue des Artisans, en Distrito Arenales, un sueño que vio cumplirse después de años de imaginarlo. “Pasaba por ahí y pensaba: algún día quiero trabajar en este pasaje. Y se dio”, cuenta con orgullo.

Una vida entre la inspiración y lo cotidiano

Con más de 60 mil seguidores en Instagram, Rob se transformó en una de las figuras más queridas del nuevo diseño argentino. Desde su PH, comparte ideas, proyectos y pedacitos de su vida con una comunidad que valora su autenticidad.

Su casa resume la esencia de lo que él es: diseñador, creador, padre, anfitrión. Un hombre que logró convertir su historia en espacios donde se respira bienestar.

​ En su PH de Colegiales, el diseñador salteño Rob Ortiz construyó un universo personal que combina calidez, texturas nobles y recuerdos familiares  Revista Living 

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