River vs. Racing: uno domina el historial, el otro gana los cruces eliminatorios y chocan por Copa Argentina​

La historia está repleta de paradojas. Y los historiales de los equipos del fútbol argentino, también. Que River ostenta una enorme ventaja general en los cruces con Racing es tan cierto como que la Academia tiene una clara supremacía frente al conjunto millonario en sus duelos de eliminación directa. Una afirmación no invalida la otra en el clásico más antiguo del fútbol nacional, que nació hace 119 años y que este jueves tendrá un nuevo capítulo, cargado de morbo y tensión, por uno de los cuartos de final de la Copa Argentina en Rosario.

El 22 de abril de 1906, los que actualmente residen en Figueroa Alcorta y Udaondo eran locales en La Boca, donde se toparon por primera vez con los de Avellaneda, que se impusieron por 3-1. Dos años después de aquel cotejo, correspondiente al Campeonato de Segunda División (en la que ambas instituciones habían sido habilitadas para participar), sostuvieron un encuentro muy especial: la final por el ascenso a la máxima categoría.

River sacó pasaje a la elite con un impactante 7-0, en un duelo que tuvo, entre otras particularidades, una precipitada salida voluntaria del arquero de Racing, indignado con las decisiones arbitrales. El equipo se quedó con 10 futbolistas y quien intentó –sin éxito– defender la valla fue el mítico goleador Alberto Ohaco, uno de los grandes ídolos del club durante la era amateur. Racing todavía no era La Academia; el apodo se popularizaría desde el 1 de agosto de 1915, justamente el día de una lección de fútbol frente a River: el 3-0 en Dársena Sud (La Boca) provocó que la hinchada visitante gritara desaforada “¡Academia!, ¡Academia!”.

La marca de aquellos mágicos planteles albicelestes perdura hasta hoy, con un récord inigualable para el resto de los clubes argentinos: Racing conquistó siete campeonatos consecutivos, de 1913 a 1919. En esa construcción del heptacampeonato, celebró ante River en la final de la Copa de Honor 1917. Los detractores del amateurismo afirman erróneamente que en aquellos certámenes las definiciones no tenían el rigor que sí le atribuyen al profesionalismo.

Los enfrentamientos de eliminación directa entre académicos y millonarios dejan una perla contundente que destierra esa aseveración: en 1939, ya en la era profesional, River avanzó a una semifinal de la Copa Escobar porque tuvo más tiros de esquina que Racing, tras empatar sin goles un partido que duró ¡apenas 40 minutos! (dividido en dos tiempos de 20).

Pese a que lo largo de 119 años de clásicos entre ambos River edificó una diferencia muy abultada, con 110 triunfos, 63 empates y 68 derrotas, paradójicamente Racing construyó una sustancial ventaja en los mata-mata, tanto en certámenes domésticos como internacionales: celebró en 13 de los 20 que los opusieron.

“Hacer ese gol contra River fue hermoso y la gente me lo recuerda hasta hoy. El gol fue más importante porque después obtuvimos la Copa en la final. Si no la hubiéramos logrado, sería algo más anecdótico, pero el título le dio mayor trascendencia”, afirma Néstor Fabbri para LA NACION en referencia al heroico cabezazo que realizó el 1 de junio de 1988, cuando el Racing de Alfio Basile eliminó al millonario en el Monumental en el último minuto de la semifinal de la Supercopa 1988.

Aquella semifinal por la Supercopa

Aquella noche, los dirigidos por Coco volvieron a imponerse a las adversidades y festejaron. “En el segundo tiempo, Nelson Gutiérrez hizo el gol [de penal] y River podría haber hecho el segundo y el tercero, pero tuvimos un Pato Fillol monumental. Después de sus atajadas, faltando 15 minutos fuimos más adelante y empezamos a empujar”, reconstruye el ex defensor central, protagonista excluyente de ese clásico hace 37 años. “Camote Acuña metió un tiro en el travesaño porque la tocó [Nery] Pumpido. De ahí sacamos el córner por el que vino mi gol”, detalla.

Ubaldo Fillol; Eduardo Saporiti, Gustavo Costas, Fabbri y Carlos Olarán; Jorge Acuña, Hugo Pérez, Miguel Ángel Ludueña y Miguel Ángel Colombatti; Omar Catalán y Walter Fernández fueron los once blanquicelestes que desataron el júbilo de la multitud que acompañó a uno de los equipos más recordados de la historia reciente del club. Aquél que con el 1-1 en la vuelta hizo valer el 2-1 conseguido con juego y coraje en Avellaneda, según evoca Fabbri: “Siempre luchábamos. En la ida, perdíamos por 1-0 y lo dimos vuelta, algo que también pasó en la final contra Cruzeiro. Era un equipo que tenía resiliencia y sacaba su hombría en los momentos más difíciles”.

En ese sentido, el ex número 6 considera pertinente la comparación entre el espíritu de aquel Racing y el que es entrenado por Costas, con quien compartió la zaga: “Hay bastantes similitudes en el carácter entre ambos equipos”. En el exitoso año ’88, la Academia le ganó otra serie a River, la de la Liguilla Pre-Libertadores. “Volvimos de ser campeones en Brasil y nos tocaba la semifinal con River, en Avellaneda. Coco puso un equipo suplente y también ganamos [1-0], con un gol de Víctor Rabuñal”.

“Como dice la historia, Racing vuelve a dejar afuera a River”, reflejó en su relato para la televisión Marcelo Araujo en 1997. Otra vez en el Monumental. Otra vez con Basile como director técnico. Esta vez con un 5-3 en la definición por penales, tras un vibrante 4-4 en el global (3-3 en Avellaneda y 1-1 en el desquite). Ocurrió por la Copa Libertadores, en octavos de final, instancia a la que el cuadro millonario había accedido directamente como campeón defensor, de la mano de Ramón Díaz. Al segundo riojano más famoso del país –detrás de su amigo, y entonces presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem– se le borró la sonrisa por dos motivos: Esteban Fuertes puso en ventaja a la Academia y Marcelo Gallardo, a los 38 minutos, fue expulsado por un patadón al rostro de Carlos Javier Mac Allister, que jugó con la cara llena de apósitos.

La ausencia del Muñeco, que en la ida había conseguido uno de los tantos del Millonario, alteró el plan de juego del local, que forzó los penales con una sublime definición de Enzo Francescoli: desde fuera del área, el uruguayo pinchó la pelota por encima de Ignacio González. Nacho, actual entrenador de arqueros de Racing, se luciría en la definición por penales al tapar el remate del crack, que se atribuyó la responsabilidad de la derrota: “Doy la cara y sé que es culpa mía esta eliminación. Lo lamento mucho por la gente y, sobre todo, por mis compañeros”.

Para Basile, que en la ida había sido muy crítico del arbitraje de Horacio Elizondo (“nos sacó 60 amarillas y nos condicionó. Jugar así es fútbol-mancha”), la clasificación para los cuartos de final implicaba un merecido premio a los hinchas de Racing, cuya crisis explotaría dos años después, quiebra incluida. “En los problemas políticos la gente no tiene nada que ver. La gente es hincha del fútbol”, declaró el DT.

En 2012, el propio Basile renunció y Luis Zubeldía se hizo cargo y debutó por la Copa Argentina, a la que catalogó como un objetivo importante. Racing se cruzó con River en una semifinal, en Salta, donde el joven entrenador alineó a Sebastián Saja; Iván Pillud, Marcos Cáceres, Matías Martínez y Matías Cahais; Agustín Pelletieri y Bruno Zuculini; Valentín Viola, Giovanni Moreno y Lucas Castro, y Federico Santander. El Millonario afrontaba el momento más traumático de su historia: jugaba en la B Nacional y no tenía garantizado su regreso a la A. Lidiaba con esa presión pero jugaba con el incentivo de alcanzar la final contra Boca. Leandro Chichizola; Luciano Abecasis, Germán Pezzella, Leandro González Pirez y Ramiro Funes Mori; Cristian Ledesma y Nicolás Domingo; Andrés Ríos, Martín Aguirre y Daniel Villalva, y Rogelio Funes Mori fueron los elegidos por Matías Almeyda.

En un partido carente de lucidez, los penales se erigieron en una lógica consecuencia. Para Racing convirtieron Saja, Viola, Pillud, Gabriel Hauche y Luis Fariña. A Moreno, que dos semanas antes había sido amenazado con un arma de fuego por la barra brava, le atajó el tiro Chichizola. La ventaja académica en los mano a mano se amplió gracias a que Keko Villalva erró su remate y a que Saja atajó el de Luis Vila. El juvenil quedó desconsolado mientras los de Avellaneda festejaban el pase a la final que perderían a manos de Boca.

La historia llega a hoy. “Para este cruce lo psicológico puede ser primordial. River llega golpeado porque no logró pasar en la Copa Libertadores, pero Racing no debe descuidarse: River puede pintarte la cara si se despierta. Y también está la carga del traspaso de Salas de un club al otro”, enfatiza Fabbri, el defensor que con su cabeza hizo historia para eliminar a los de blanco y rojo. River tratará de hacer gala de la paternidad. Pero la Academia, mientras sueña algo gigante en la Libertadores, intentará acrecentar en Arroyito su fortaleza en los mata-mata contra el equipo millonario.

​ El Millonario y la Academia se enfrentan desde hace 119 años, con amplia supremacía del que suele perder los partidos de playoffs  Fútbol 

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