Rafael Nadal y su vida después del tenis: “Yo no sacrifiqué 20 años de mi vida, no me sentí un esclavo”​

¿Cuántas veces lloró en la cancha central de Roland Garros? El certamen donde festejó casi más cumpleaños que en su propia casa, en Mallorca. El torneo que “lo ponía nervioso a medida que se acercaba la fecha”, según propia confesión. El Grand Slam donde hubo muchas leyendas a lo largo de la historia, empezando por los propios Mosqueteros (Henri Cochet, Jean Borotrá, René Lacoste y Jacques Brugnon), pero ninguno tan grande como él, campeón 14 veces.

Una vez, cuando todo el mundo hablaba de Roger Federer, con quien competía por el título de más grande de la historia, Gastón Gaudio nos dijo: “Hay que aprovechar y disfrutar de todo esto que está haciendo Rafa Nadal porque no lo vamos a ver nunca más en la vida”. Y no exageró.

Es probable que este domingo vuelva a llorar, pero ya de civil, sin la vincha, sin sus tics, sin la fiereza de otrora. No será un león suelto en la Phillippe Chatrier, sino un felino manso, desconocido. Próximo a cumplir los 39 años (el martes 3 de junio, ya en la segunda semana del abierto francés), Nadal será homenajeado en la sesión de apertura de un nuevo Roland Garros y las emociones deberían volver a conmoverlo. Es otra etapa de su vida. Hay una madurez y una mirada diferentes. Ya era padre de Rafita aun en su etapa de tenista profesional, pero hoy va procesando también de un modo distinto la experiencia de cuidar, guiar, aconsejar y disfrutar de la persona más importante de su existencia. Esa que lo transforma en el ser más vulnerable de todos, pero con una inmensa felicidad.

A horas de ese desembarco en París, donde ya no tiene por qué ceñirse a las cábalas que cumplía a rajatabla con hoteles y restaurantes para todo su grupo familiar y laboral, Nadal le brindó una extensa entrevista a L’Equipe, el diario deportivo más prestigioso de Europa y uno de los principales del mundo. Y admite: “No extraño el tenis. Siento serenidad, sí, pero no nostalgia”.

Nadal, casado con Xisca Perelló desde 2019, se retiró en 2024 en la etapa final de la Copa Davis, frente a Países Bajos, en Málaga. “Desde entonces no he tocado una raqueta”, aclara. “Obviamente el retiro tiene un impacto real en mi vida. Tengo una academia en Mallorca, es algo que me apasiona, pero voy, observo y digo algunas cosas, nada más. Y luego sigo un poco el circuito. Veo fragmentos de partidos cuando me gusta alguno, pero no muchos partidos completos”. Y suelta con humor que “duerme un poco menos” por cuestiones de paternidad. “Rafita ya tiene dos años y medio. Algunos días descanso un poco menos, pero es parte de la vida misma”.

Por qué no extraña el tenis

Nadal divide sus tiempos entre la Academia en Manacor, encuentros de golf con amigos y también algunos partidos de pádel en pareja con Carlos Moyá, además de su vida familiar. Pero escuchar a un múltiple campeón y uno de los mejores deportistas de la historia decir que no extraña lo que hizo con pasión durante 30 años es fuerte. Aunque tiene su explicación: “Es que entendí que ya no tenía mucho más por hacer en virtud de mis lesiones y de lo que era mi cuerpo. Durante los primeros cuarenta días después de mi retiro me habría gustado seguir jugando, porque todavía era capaz de hacerlo. Pero mi pie estaba muy mal. Apenas podía caminar. He tenido mucho cuidado y hoy tengo poco dolor, en general, en el cuerpo”, explicó en la charla con L’Equipe. Una nota diferente: en otros años, el habitual encuentro con el medio periodístico francés era para hablar de sus expectativas y de las posibilidades de levantar una vez más la preciada copa. Ahora, lo fue en el rol de “ex tenista”.

Rafa asegura que lo ha pasado bien en estos seis meses sin tenis profesional. “Tenía la intuición de que no sería una situación muy complicada de vivir para mí, porque tengo muchas cosas, proyectos en mi vida que me hacen feliz. Estoy disfrutando de esta nueva etapa, estoy aprendiendo muchas cosas nuevas y disfrutando de mi familia”, especificó el Matador, ganador de 92 títulos en su carrera y ex número 1 del mundo. “Es un cambio radical en mi vida”

En ese cambio radical es notoria la falta de rutina deportiva, aún cuando se entrene físicamente (lo que le permitan sus caderas, operadas en 2023 y que le permitieron estirar dos años su trayectoria). “No tengo días normales como antes. Hoy no tengo rutinas. Ahora estoy haciendo una nota, pero vengo de estar dos días en Madrid, mañana tengo reuniones de trabajo, después me irá a París. Creo que todavía estoy en una fase de organizar mi vida, de descubrir lo que me gusta y lo que realmente me hace feliz”.

Admite que luego de la derrota con Países Bajos en la Copa Davis sintió “tristeza por la caída”, pero también un “alivio tremendo”. Que la decisión estaba tomada. “Todo el período de transición, decidir qué hacer o no hacer, fue mucho más complicado de vivir”, manifestó.

Y contesta con mentalidad de tenista activo cuando le consultan si no debería haberse retirado después de ganar su 14° título en Roland Garros en 2022. “No le veo sentido. Había ganados en Australia, en Roland Garros, estaba peleando por el 1 del mundo y ganando los dos primeros Grand Slams. Me desgarré en la zona abdominal en Wimbledon, donde llegué a semifinales. Si eso no hubiera sucedido, creo que habría estado listo para ganar en el césped. ¿Cómo habría podido retirarme si estaba en un gran momento deportivo, feliz de poder jugar al tenis?”.

Su principal motivo de orgullo

Dentro de una campaña notable, Nadal tiene sobrados motivos de orgullo. No sólo los 22 Grand Slams conquistados, las medallas olímpicas, las batallas con Federer y Djokovic, ser el espejo de las nuevas generaciones (de donde salió Carlos Alcaraz, por ejemplo), tener en las tribunas vibrando a un Tiger Woods con esa entrega tan particular en las canchas. Demostrar que un game, no un set ni un partido, sino un game, no está perdido hasta el último punto incluso estando 0-40. Nadal peleaba cada punto como si fuese el último. Nunca un escándalo, jamás una actitud reprochable o una frase altisonante. Siempre dando conferencias de prensa en inglés, en español, en mallorquín, en catalán, y luego cinco o sets entrevistas especiales programadas. Los días de Nadal en los Grand Slam era eternos y siempre hubo predisposición. Crack dentro y fuera de la cancha. Muchos motivos por los cuales sentirse orgulloso. Pero ¿qué le llenó más a él?

“He tenido una carrera mucho más larga y rica de lo que jamás hubiera podido imaginar. De lo que estoy más orgulloso, en definitiva, es de la longevidad y de la capacidad que he tenido para afrontar y aceptar desafíos a lo largo de mi carrera. A nivel personal, diría que siempre he mantenido una actitud coherente ante una vida hecha de muchos extremos. Los deportes también pueden traerte éxito, elogios y momentos críticos. Pero nunca perdí de vista quién soy, de dónde vengo. Siempre he logrado mantener a mi equipo, a mi familia, a mi centro de vida en el mismo lugar. Mi vida real nunca ha cambiado mucho. Y eso me dio estabilidad”.

El último ejemplo lo dio con su sufrimiento por las lesiones. Pero siempre quiso más, como un tozudo gladiador. Y tenía un truco para no bajar los brazos. “Cuando vives constantemente con problemas, limitaciones y dolor, termina siendo desmotivador. Pero en mi caso, más que ayudarme a mantenerme motivado, sobre todo me han ayudado a valorar todas las cosas buenas que me han pasado. Cada vez que ganaba un torneo importante, siempre me decía que no sabía si sería el último. Esta duda e incertidumbre en la que vivía me llevó a estar siempre alerta, a querer aprovechar al máximo los buenos momentos”.

Defendió a Alcaraz por la imagen equívoca que dejó en el documental de Netflix “A mi manera” sobre su vida. “Carlos es un gran profesional, no alguien que anda de fiesta”. Defiende también a Jannik Sinner por el caso de doping. “Sé lo estrictos que son los controles y si no han encontrado motivos para declararlo culpable es porque no lo es. Creo en Jannik. No siento que lo hayan beneficiado por ser el número 1”. Y habló del sacrificio en su vida tenística, digamos de 20 años, desde que irrumpió en el circuito poco antes de ganar su primer Roland Garros, en 2005.

”Yo no sacrifiqué 20 años de mi vida por el tenis. En absoluto. Era muy feliz jugando al tenis, pero era feliz en otros aspectos, también fuera de las canchas. Trabajé duro en la cancha de tenis o en el gimnasio, pero mi vida siempre valió mucho más que el tenis. Así que no me perdí. A menudo salía con mis amigos. No era todos los viernes y todos los sábados porque al final, si quieres seguir en esta vida, siempre es un poco una cuestión de prioridades. Pero nunca he sido un esclavo ni un obsesivo del tenis. Viví mi carrera con normalidad, poniendo mucho esfuerzo cada vez que estaba en la cancha. Pero he tenido muchos momentos en mi vida para disfrutar de mi familia, de mis amigos, de la fiesta, del mar y de practicar otros deportes. No siento que haya sacrificado nada. Hice lo que sentí, lo que quise y tuve la suerte de tener una vida más allá del tenis”.

Rafael Nadal después del tenis. Sin nostalgia. Con el mismo norte. Un hombre común, pero que nunca lo será: la leyenda está viva. Lo volverá a experimentar este domingo cuando, en esa misma cancha donde al principio lo miraban de reojo y los franceses estaban “hartos” de que siempre ganara un español; les dobló la muñeca hasta hacerlos emocionar junto a él. El Mosquetero mallorquín.

​ Ganador de 22 Grand Slams y 14 Roland Garros, este domingo será homenajeado en el abierto francés  Tenis 

Leave a Comment

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *