Pruebas Aprender: después de ocho años, volvieron a tomarles el examen nacional a alumnos de tercer grado
Esta mañana comenzaron a tomarse las Pruebas Aprender en las escuelas de la Ciudad, en las que participaron más de 100.000 alumnos de tercer grado, con el fin de evaluar la comprensión lectora en los estudiantes de entre ocho y nueve años de edad.
Con el fin de establecer el punto de partida para el Plan de Alfabetización, que se aplicará tanto en CABA como en 23 provincias del país, consta de tres cuadernillos, de 40 minutos de resolución cada uno, con 10 minutos de recreo entre cada instancia. La última vez que se tomó en este nivel educativo fue en 2016, bajo la gestión presidencial de Mauricio Macri.
Fueron 4292 escuelas seleccionadas de manera aleatoria, de gestión estatal y privada, en zonas urbanas y rurales. La idea es que los resultados, que podrían estar recién para abril del próximo año, permitan tomar decisiones estratégicas para impulsar la alfabetización, detallaron desde la Secretaría de Educación, a cargo de Carlos Torrendell. Aunque en otros grados, que fueron evaluados a fines de octubre, también se examinó el desempeño en Matemáticas, en este caso solo se centraron en las capacidades en Lengua, apuntando a que todos los estudiantes puedan leer, comprender y escribir textos.
En la Escuela Primaria Común “Padre Castañeda” N°24, sobre Morón 3745, en el barrio de Floresta, los chicos abrieron los exámenes a las 9 de la mañana. La directora de la institución, María Fabiana Roibal, contó, en diálogo con LA NACION, que luego de 2016 el dispositivo, aplicado por Nación, continuó vigente solo en séptimo grado durante todos los años.
Dado que este año el foco está puesto en implementar el programa de fluidez lectora, sostuvo: “De alguna manera, ayuda a los chicos a completar el sistema de lectura o alfabetización, y la consecuente comprensión de lo que leen”. También dijo que supieron de la instancia hace un mes, y que se mandaron cuadernillos de simulacro de la prueba. “Lo diferente con lo que ellos vienen trabajando es que esto es multiple choice, que puede confundir, por tratarse de muchas opciones”.
Ximena Groisman, maestra secretaría de la escuela, añadió sobre este punto que puede ser una complicación extra para estudiantes de esas edades, porque “tienen sutilezas” y ellos recién están empezando a comprenderlas en los textos. Además, no pueden consultar con sus docentes las dudas y, si lo hacen, las respuestas de guía suelen indicarles que vuelvan sobre el texto.
“Es un poco un simulacro ‘mentiroso’, en el sentido de que los docentes evaluamos lo que enseñamos como lo enseñamos. En este caso la evaluación la toma gente que los chicos no conocen y que no puede intervenir. Esto suma a la presión que representa una prueba de por sí”, remarcó.
Liliana Yaber, vicedirectora, también volvió sobre ese punto y detalló que, ante una posible duda que les surja a los alumnos, se los “orienta o estimula para que vuelvan sobre la pregunta”.
Por su parte, Roibal destacó que los datos obtenidos son valiosos, porque después en la escuela los usan de insumo para establecer lo que tienen que trabajar y cómo hacerlo, qué hay que fortalecer, sobre qué fundarse o basar la labor pedagógica. “Pero lo cierto es que estas pruebas representan un desafío muy importante para los chicos. Estar atentos a tener que completar todo, a pintar todo el cuadradito que representa la respuesta correcta, porque si no la máquina no lo lee después, es un desafío. Pero apunta a eso, a mejorar la comprensión, que se sabe que hay un bache ahí”, sostuvo.
En esta institución, se viene trabajando con el programa de fluidez hace dos años, apuntado a que los estudiantes lean mejor: “Al entonar mejor, comprenden mejor lo que están leyendo”, añadió.
A la espera de los resultados
“No sabemos cuáles van a ser los resultados, porque hay algunos puntos de discrepancia con el trabajo habitual en el aula. Pero eso también nos viene bien. De movida vamos a ver qué pasa cuando no hay intervención del docente en el proceso de enseñanza o de evaluación. Porque no es tan fácil aprender con la inteligencia artificial, por muy lindo que te lo explique. Es muy necesaria la intervención del otro, que te lea, que interprete no solo lo que decís, sino también lo gestual, todo el rito”, destacó.
De los tres cuadernillos que comprenden la prueba, como se explicó, y que no pueden difundirse, el último es una caracterización sociodemográfica de los chicos y los docentes, una percepción de quien lo completa respecto del contexto socioambiental, por ejemplo, sus condiciones de vivienda o el nivel de estudio de sus padres. “Lo que se hace es recoger datos de las condiciones en las que se desarrolla el aprendizaje”, explicó Yaber.
Otros años, por ejemplo, se consultó si acceden al cine, al teatro, si en las casas tienen televisión: apunta a entender con qué recursos cuenta la familia para informarse. Datos que “hacen y acompañan las condiciones de aprendizaje”.
De hecho, desde la Secretaría de Educación, dependiente del Ministerio de Capital Humano, que encabeza Sandra Pettovello, ayer expresaron al respecto: “La prueba no solo evalúa la capacidad de decodificar palabras y comprender textos, sino que también analiza factores contextuales a través de un cuestionario complementario sobre la experiencia escolar de los estudiantes”.
En esta escuela, los alumnos tienen una maestra para Matemáticas y otra para Prácticas del Lenguaje y Conocimientos del Mundo. Esto les facilita, contaron, el pasaje a cuarto grado, en donde van a contar con un cuerpo docente más extenso por materias. Además, hay maestras de apoyo para quienes las necesiten, para una enseñanza personalizada, para encontrar el punto de partida del vínculo entre la enseñanza y el aprendizaje.
Este año también trabajan con el programa Alfabetización para la Inclusión (API) en conjunto con el de Fluidez Lectora. “Así que esperamos que los resultados sean positivos”, concluyeron.
Esta mañana participaron de la evaluación más de 100.000 alumnos de ocho y nueve años; los resultados estarían en abril Sociedad
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