POV: el inglés está ganando el partido
Nunca terminamos de entender por qué, pero es así desde siempre. Decirlo en inglés parece más prestigioso, más agudo; le da a uno aires de inteligencia y de que sabe mucho del tema del que está hablando. Decirlo en inglés suena mejor por la fuerza del hábito, suponemos que por la influencia de la cultura anglosajona a través de sus series, películas, música y, fundamentalmente, de los avances de la tecnología. Decirlo en inglés es más canchero.
Estábamos acostumbrados al uso y abuso del idioma en asuntos como la publicidad, la economía y los negocios, pero ahora las redes sociales hacen que expresiones o palabras como point of view (POV), plot twist, troll, trollear, cringe, spoiler, random, stalkear o incel (involuntary celibate) sean parte del habla cotidiana de casi todo el mundo, tan naturales como cualquier otra palabra del castellano, que apenas si puede resistir la andanada.
La irrupción de la inteligencia artificial promete profundizar la tendencia. Es uno de los desafíos de nuestro idioma, según se dijo hace un par de semanas en el Congreso de la Lengua Española celebrado en Arequipa, Perú. Otro es aceptar las influencias, el mestizaje lingüístico, sin perder claridad. Y mientras académicos, escritores e intelectuales se peleaban entre sí por el futuro del idioma, bajo las narices del mismísimo rey de España, el inglés avanzaba triunfal una vez más en la Argentina.
“I’ll be there…”, le respondió Javier Milei a Luis Majul en la red social X ante un mensaje del periodista que decía que esperaba contar con el Presidente como invitado a su programa de televisión. La idea era, centralmente, hablar del auxilio financiero que Estados Unidos está brindando al país, al que el ministro de Economía, Luis Toto Caputo, se refirió públicamente como un game changer (se podría traducir como algo o alguien que cambia drásticamente las reglas del juego).
Casi al mismo tiempo el excanciller Gerardo Werthein afirmaba: “como dijo el presidente Trump, el endoso a todo el plan que está llevando adelante el presidente Milei es total”. Suena parecido a endorsement, que significa aprobación o apoyo público. Esa fue la intención del anglicismo, otro fenómeno que crece a la par de la utilización de palabras inglesas. Claro que endoso, según el diccionario de la Real Academia Española, es el acto de ceder o traspasar un documento de crédito, como un cheque, a favor de otra persona mediante una anotación en su dorso. Pero acá no quedaban dudas: en el encuentro entre ambos en la Casa Blanca, Donald Trump quiso endorsear a Milei.
Hay otros anglicismos rebuscados, insólitos, como el llamar “cabra” a algún personaje, traducción al castellano de goat que, a su vez, no se refiere al animal, sino a las siglas de greatest of all time, el más grande de todos los tiempos.
Que no se malinterpreten estas líneas. No son una crítica al estilo del Gobierno. El poder tiene una predilección por el inglés que excede las banderías políticas. ¿Razones? Probablemente, las descriptas al comienzo. Recordemos lo que sucedió con la expresidenta Cristina Kirchner en su célebre entrevista con The New Yorker del 11 de marzo de 2015 cuando repitió cuatro veces “bad information” para referirse a algunos comentarios del periodista de la publicación norteamericana sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman. Claro que, en esta era de redes sociales y escraches virtuales, a veces se logra el efecto contrario: esa expresión fue objeto de memes y burlas.
Tampoco es esto un manifiesto nacionalista contra la penetración del inglés. Como se dijo en el Congreso de Arequipa, la mezcla de culturas es quizá la única opción viable, solo es cuestión de encontrar un equilibrio y usar la imaginación para que decirlo en español también pueda ser cool.
Nunca terminamos de entender por qué, pero es así desde siempre. Decirlo en inglés parece más prestigioso, más agudo; le da a uno aires de inteligencia y de que sabe mucho del tema del que está hablando. Decirlo en inglés suena mejor por la fuerza del hábito, suponemos que por la influencia de la cultura anglosajona a través de sus series, películas, música y, fundamentalmente, de los avances de la tecnología. Decirlo en inglés es más canchero.Estábamos acostumbrados al uso y abuso del idioma en asuntos como la publicidad, la economía y los negocios, pero ahora las redes sociales hacen que expresiones o palabras como point of view (POV), plot twist, troll, trollear, cringe, spoiler, random, stalkear o incel (involuntary celibate) sean parte del habla cotidiana de casi todo el mundo, tan naturales como cualquier otra palabra del castellano, que apenas si puede resistir la andanada.La irrupción de la inteligencia artificial promete profundizar la tendencia. Es uno de los desafíos de nuestro idioma, según se dijo hace un par de semanas en el Congreso de la Lengua Española celebrado en Arequipa, Perú. Otro es aceptar las influencias, el mestizaje lingüístico, sin perder claridad. Y mientras académicos, escritores e intelectuales se peleaban entre sí por el futuro del idioma, bajo las narices del mismísimo rey de España, el inglés avanzaba triunfal una vez más en la Argentina.“I’ll be there…”, le respondió Javier Milei a Luis Majul en la red social X ante un mensaje del periodista que decía que esperaba contar con el Presidente como invitado a su programa de televisión. La idea era, centralmente, hablar del auxilio financiero que Estados Unidos está brindando al país, al que el ministro de Economía, Luis Toto Caputo, se refirió públicamente como un game changer (se podría traducir como algo o alguien que cambia drásticamente las reglas del juego).Casi al mismo tiempo el excanciller Gerardo Werthein afirmaba: “como dijo el presidente Trump, el endoso a todo el plan que está llevando adelante el presidente Milei es total”. Suena parecido a endorsement, que significa aprobación o apoyo público. Esa fue la intención del anglicismo, otro fenómeno que crece a la par de la utilización de palabras inglesas. Claro que endoso, según el diccionario de la Real Academia Española, es el acto de ceder o traspasar un documento de crédito, como un cheque, a favor de otra persona mediante una anotación en su dorso. Pero acá no quedaban dudas: en el encuentro entre ambos en la Casa Blanca, Donald Trump quiso endorsear a Milei.Hay otros anglicismos rebuscados, insólitos, como el llamar “cabra” a algún personaje, traducción al castellano de goat que, a su vez, no se refiere al animal, sino a las siglas de greatest of all time, el más grande de todos los tiempos.Que no se malinterpreten estas líneas. No son una crítica al estilo del Gobierno. El poder tiene una predilección por el inglés que excede las banderías políticas. ¿Razones? Probablemente, las descriptas al comienzo. Recordemos lo que sucedió con la expresidenta Cristina Kirchner en su célebre entrevista con The New Yorker del 11 de marzo de 2015 cuando repitió cuatro veces “bad information” para referirse a algunos comentarios del periodista de la publicación norteamericana sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman. Claro que, en esta era de redes sociales y escraches virtuales, a veces se logra el efecto contrario: esa expresión fue objeto de memes y burlas.Tampoco es esto un manifiesto nacionalista contra la penetración del inglés. Como se dijo en el Congreso de Arequipa, la mezcla de culturas es quizá la única opción viable, solo es cuestión de encontrar un equilibrio y usar la imaginación para que decirlo en español también pueda ser cool. Cultura


Leave a Comment