Polonia se erige como nueva potencia militar de Europa ante la amenaza rusa​

PARÍS.– Si bien Ucrania es hoy el principal objetivo bélico de Vladimir Putin, por haberse negado a someterse a la autoridad de Moscú, lanzando la revolución de Maidan y derrocando a Viktor Yanukóvich, presidente títere subordinado a Moscú, Rusia ha alimentado durante mucho tiempo un resentimiento particular hacia Polonia. Pero la actual situación, a pesar de su dramatismo, podría ser la ocasión para Varsovia de acelerar su voluntad de poderío económico y militar.

“Si tomás una copa con un ruso, casi con seguridad te preguntará: ‘Ty menya uvazhayesh?’ (¿Me respetás?). Esta pregunta revela cierto complejo de inferioridad. Por alguna razón, los rusos necesitan constantemente ser asegurados de que se los trata de igual a igual. Desafortunadamente, este complejo de inferioridad también define en gran medida la política exterior de Rusia. Moscú nunca olvida a los países y pueblos que, según él, lo han ultrajado de alguna manera”, asegura un especialista francés de Europa del este.

Algunos historiadores afirman que Josef Stalin odiaba a Polonia. La principal razón residía probablemente en el orgullo y el deseo de libertad de los polacos. En ese sentido, el mes de agosto de 1920 marcó un punto de inflexión histórico, conocido como el “milagro del río Vístula”.

Durante la batalla de Varsovia, las fuerzas polacas de Josef Pilsudski aplastaron inesperadamente a la horda rusa de Mijail Tujachevski, deteniendo el avance del Ejército Rojo hacia el oeste y asegurando así la independencia de Polonia. Ese fue, para los rusos, un “error imperdonable” de los polacos.

Años después, Stalin y Hitler se repartieron Europa en esferas de influencia y Polonia fue invadida por ambos lados. En agosto de 1944, cuando estalló un levantamiento en la Varsovia ocupada por los nazis, los soviéticos, estacionados en la orilla opuesta del Vístula, se negaron a brindar ayuda, dejando que la rebelión fuera reprimida en forma sangrienta. La razón: el levantamiento había sido organizado por el Armia Krajowa (“Ejército del interior”, el movimiento de resistencia más importante de Polonia bajo la ocupación alemana), que no obedecía a Moscú.

En 1943 los alemanes descubrieron la masacre de Katyn. En 1940, la policía secreta soviética (NKVD), asesinó a cerca de 22.000 oficiales polacos y más de 6000 civiles. Hasta la perestroika de Mijail Gorbachov, los soviéticos intentaron hacer recaer la responsabilidad en los alemanes.

A menudo se afirma retrospectivamente que el movimiento sindical independiente polaco “Solidaridad”, dirigido por Lech Walesa, originó el colapso de todo el sistema socialista en Europa y la caída de la Unión Soviética. Para Vladimir Putin, eso basta para despreciar a los polacos. Después de todo, a su juicio, el colapso de la Unión Soviética fue la “mayor catástrofe geopolítica” del siglo XX.

Pero los tiempos han cambiado. Hoy, la guerra arde en Ucrania, y Polonia es el principal país de tránsito por el que la ayuda militar occidental llega a Kiev. Para muchos expertos, los sobrevuelos de drones sobre territorio polaco son una forma de evaluar la posibilidad de alcanzar Rzeszów, el principal centro neurálgico de esas entregas.

En todo caso, Rusia sabe muy bien que Polonia está en vías de convertirse en la principal potencia militar de Europa del este. A partir de 2022, en reacción a la invasión de Ucrania, Varsovia se ha embarcado en un ambicioso programa para aumentar en forma exponencial sus capacidades militares. Consagrando más del 4 % de su presupuesto a la defensa y con el objetivo de construir el primer ejército de tierra de Europa, ese país se impone como una excepción en el panorama de seguridad europeo y como uno de los actores principales de la zona euroatlántica. Este aumento de poder se inscribe y culmina una transformación casi continua del instrumento militar desde la transición democrática tras la caída del muro de Berlín.

A principios de los años 1990, Polonia realizó una reorientación completa de todas sus políticas. La caída del muro de Berlín y el colapso de la URSS le permitieron contemplar su “retorno hacia Occidente”, simbolizado por la adhesión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999 y a la Unión Europea (UE) en 2004. Desde entonces, la política de defensa de Polonia se ha caracterizado por algunas constantes importantes, especialmente la importancia de la relación transatlántica a través de la OTAN y la relación bilateral con Washington, que no ha conocido verdaderos conflictos o distanciamientos desde principios de los años 1990.

“Otra constante es la inversión en defensa, ya que Varsovia considera que su seguridad también debe basarse en un instrumento militar creíble. Es en este sentido que debe entenderse la dinámica de rearme iniciada desde la adopción de la Ley de Defensa de la Nación en febrero de 2022”, estima el general Michel Yakovleff, exvicejefe de estado mayor del Shape (OTAN).

Frente a una amenaza rusa considerada como mayor desde la anexión de Crimea en 2014, Polonia adopta una estrategia de aumento de poder militar caracterizada por la masa y la urgencia de las adquisiciones, así como un aumento de sus efectivos para alcanzar los 300.000 militares —profesionales, reservistas y voluntarios— para 2035. Este rearme privilegia las componentes aeroterrestres en detrimento de la marina, que sigue siendo una asignatura pendiente, ya que Varsovia no busca desarrollar un modelo de ejército completo. “El objetivo es construir una disuasión convencional creíble para compensar la ausencia de disuasión nuclear independiente frente a una Rusia más agresiva que nunca. Este objetivo es tanto más ambicioso cuanto que se distingue de una tendencia europea más orientada hacia la consolidación y el fortalecimiento que hacia la masificación de las fuerzas armadas”, dice Yakovleff.

Para alcanzarlo, Polonia se beneficia de un consenso político transpartidista, así como de una fuerte vitalidad económica e industrial. Sin embargo, sufre de una demografía en declive que podría poner en peligro sus ambiciones. A pesar de todo, aunque estas solo se cumplieran a medias, Polonia ya dispondría del primer instrumento militar de Europa en el ámbito aeroterrestre, reforzado y modernizado en profundidad. Esta evolución de capacidades debería permitir a Varsovia inclinar el centro de gravedad militar europeo a su favor, convirtiéndose en un actor imprescindible en el teatro del este de Europa y dentro de la OTAN.

Si bien muchos especialistas afirman que Polonia tendrá ciertas dificultades para lograr plenamente sus objetivos —sobre todo debido a las dificultades de reclutamiento provocada por una sombría situación demográfica, con una tasa de fertilidad particularmente baja—, la economía polaca sigue siendo una de las más dinámicas de Europa, con perspectivas favorables que deberían permitirle sostener total o parcialmente las ambiciones militares del país.

“En cuanto a los problemas de reclutamiento, los polacos están ampliamente convencidos de que es necesario fortalecer su defensa nacional frente a la amenaza rusa: los reclutamientos alcanzaron un nivel récord en 2022. Aunque hay que relativizar el entusiasmo de la sociedad polaca por los ejércitos, los problemas de reclutamiento podrían ser menores que en otras partes de Europa. Pero es probable, en todo caso, que Varsovia no cumpla a largo plazo todos sus objetivos de reclutamiento, como reconoció el nuevo ministro de Defensa a finales de 2023”, analiza Aurélien Duchêne, encargado de estudios en EuroCréative.

Pero, aunque se diera el escenario de una revisión a la baja de sus pedidos de armamento, Polonia está asegurada de acceder a un nuevo liderazgo en Europa y en la OTAN.

“Incluso si Varsovia tuviera que dotarse de dos o incluso tres veces menos tanques nuevos o piezas de artillería, sus adquisiciones en esta materia seguirían siendo muy superiores a las que hoy prevén Francia, Alemania o el Reino Unido”, señala Yakovleff.

De hecho, si todos los pedidos de armamento previstos por Varsovia se materializaran, Polonia alinearía hacia 2030 —último año de la ley de programación militar francesa 2024-2030— siete veces más tanques modernos que Francia, entre siete y diez veces más piezas de artillería comparables, al menos 20 a 25 veces más sistemas de ataques en profundidad —hasta 37 veces si Polonia adquiere unos 200 HIMARS y cerca de 60 veces más si Varsovia ordena todos los sistemas que ambiciona—, y potencialmente más helicópteros de ataque, sin contar un número mucho mayor de sistemas de defensa aérea terrestre. Si Polonia redujera a la mitad la magnitud de sus programas de armamento, aún estaría en camino de disponer al final de la década de cerca de cuatro veces más tanques, cinco veces más cañones y de 12 a 30 veces más lanzacohetes múltiples.

Al disponer a través de sus fuerzas terrestres de una masa y un volumen sin igual en Europa —todo esto con equipamientos modernos—, Polonia se distinguirá por su preparación para un conflicto mayor.

“Ocupará un lugar único, de la misma manera que Francia es hoy la única nación de la Unión Europea que dispone de un modelo de ejército completo, con capacidades que permiten actuar en todo el espectro de la conflictividad, una disuasión nuclear soberana y capacidades de intervención y proyección sin igual. Polonia, obviamente, no está cerca de competir con la singularidad militar francesa en este punto”, explica Duchêne.

A su juicio, mientras que la prioridad de la defensa europea es hoy la preparación para un posible conflicto mayor, que los miembros europeos de la OTAN buscan disuadir con la esperanza de no tener que resignarse a él, “Polonia está en camino de adquirir un liderazgo europeo en esta materia, cuando Francia aún no dispondrá, al término de la actual ley de programación militar, de un formato de ejército dimensionado para este tipo de conflicto”.

​ El país ya está en vías de convertirse en la principal potencia militar de Europa del este; los recientes sobrevuelos de drones rusos estarían relacionados con este desarrollo  El Mundo 

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