Miguel Ángel Russo será estatua luego de dirigir a Rosario Central en 300 partidos: el hombre que dio toda la vuelta y sigue de pie
“Son decisiones”. Quizás fue la frase que lo marcó como DT, la que engloba la extensa trayectoria profesional de Miguel Ángel Russo. Porque es el latiguillo que, en realidad, se adaptaba a cualquier circunstancia. Era una forma de responder sin responder. Y, al mismo tiempo, lo decía todo. Porque se potenció en su primera etapa en Boca, en 2007, en la que en cada conferencia de prensa se le consultaba por qué había hecho tal o cual cambio, por qué elegía tal sistema táctico, o porque sumaba a un determinado refuerzo. El mensaje lo entregaba hace tiempo, pero la explosión mediática, la caja de resonancia de la Bombonera fue la que se encargó de viralizar una oración tan simple. Nada debía hacer explotar al famoso “Mundo Boca”. Luego, eso empezó a generar réplicas, imitaciones en programas de radio y se disparaba en los bares a modo de broma incluso de parte de los hinchas de cualquier equipo.
Sin embargo, “son decisiones” actuó como la síntesis perfecta de lo que fue la carrera de Miguel Angel Russo, que este sábado cumplió 300 partidos como DT de Rosario Central. Fueron en cinco etapas, es cierto, pero eso no le quita impacto al número. Nadie vuelve a un lugar donde le fue mal. La presentación ante Huracán redondeó la estadística, con 118 victorias, 88 empates y 94 derrotas. Sonrió, se emocionó. A los 68 años le toca disfrutar la etapa de mayor reconocimiento por parte del mundo del fútbol.
Es que, en definitiva, el “son decisiones” apuntaba a eso. A no confrontar, pero al mismo tiempo a no dejar la pregunta sin responder. Porque tal planteo o cambio de un futbolista podía ser acertado o no de acuerdo al resultado o a cómo rindió, pero sobre todo al momento en que él había tomado la decisión de hacerlo, en el subcontexto. De todas formas, nunca luchó por su verdad, sino que –al decir “son decisiones”- dejaba en claro que eran las suyas, sus puntos de vista, y que los demás no tenían por qué compartirlas. Al mismo tiempo, era una forma de no buscar la confrontación y entender si alguien opinaba diferente.
Además del título que logró en su quinta etapa, la Copa de la Liga 2023 luego de vencer en la final a Platense, hay una estadística que los canallas celebran tanto como una vuelta olímpica: dirigió 12 clásicos ante el rival de toda la vida, Newell’s, y nunca perdió, con 7 triunfos y 5 empates. Entre las medallas, también está el ascenso en 2013. Tal es el cariño que le tienen que está en marcha que su figura se transforme en una estatua, que quede en la eternidad en algún rincón del Gigante de Arroyito.
El legado de Russo va más allá de sus títulos, los 300 partidos que dirigió a Central o los 115 en Boca. Tiene 1000 encuentros dirigidos en todo su recorrido, desde el que arrancó en Lanús y Estudiantes al que demostró estar de vuelta de todo y reinventarse. Muy querido en el Pincha, en el Canalla, y más que respetado en Boca y Vélez. Incluso ganó campeonatos de la vida, como el que le tocó jugar para superar una grave enfermedad.
“El cáncer me enseñó que el día a día es inigualable… Es una bendición ver crecer a los demás… ¿Para qué apurarse? Una mañana diré hasta acá llego, punto. Y listo. Fue igual como futbolista, y así será como técnico. Con naturalidad, no va a ser calculado. No habrá análisis previo, será por las sensaciones. Yo me guío mucho por mis sensaciones. Una mañana voy a decir hasta acá llegué, y no habrá marcha atrás”, decía Russo en una entrevista reciente con LA NACION en diciembre de 2023. La primera vez que había hablado Russo del cáncer fue a fines de enero de 2018: había sido operado en setiembre de 2017 y el 2 de enero de 2018 de la vejiga, con el propósito de atacar definitivamente el cáncer que lo afectaba desde hace casi un año. “Esto se cura con amor, nada más”, había dicho en una conferencia de prensa como DT de Millonarios, en Colombia.
Russo supo volver de todo porque le llegó la segunda chance en Boca cuando menos lo esperaba, en un gesto de Juan Román Riquelme que sorprendió a propios y extraños, ya que sus últimos equipos habían sido Alianza Lima, de Perú, y Cerro Porteño, de Paraguay, con resultados de irregulares para malos. El entrenador volvió a la Ribera y ganó tres títulos, pero así y todo, tras tropezar en la Copa Libertadores 2021 y generar una seguidilla de partidos sin un rendimiento bueno del equipo, el actual presidente lo echó. Sin embargo, Russo siempre tuvo códigos. Si estaba enojado, tenía ganas de quejarse o criticar a alguien, primero se mordía la lengua.
Volvía a aferrarse a la frase “son decisiones”, trataba de entender cada situación y evitaba cualquier crítica pública. No se fue bien, no le gustó la forma en que se tuvo que ir de la Bombonera, pero así y todo –ya como entrenador de Rosario Central- rescató más el comienzo, que Riquelme lo haya tenido nuevamente en consideración, que el final abrupto. Al poco tiempo, le deseó lo mejor al Román dirigente. Hasta lo dijo públicamente cuando debió enfrentar a Mauricio Macri en las últimas elecciones: “Es hombre de fútbol, le deseo lo mejor”.
A lo largo de todos estos años, Russo fue modificando su cuerpo técnico, fue como una forma de seguir vigente, de “agiornarse” para comandar las prácticas. En tiempos de drones, mantuvo su ojo clínico para detectar un buen jugador o para saber cuándo potenciar o darle rodaje a un chico de las inferiores, pero de la línea de cal para afuera, se lo vio caminando de un lado para el otro y con las manos atrás, ese gesto inconfundible en su recorrido en los bancos de suplentes.
Claro que tuvo algún que otro exceso, como cuando increpó al conductor del carrito de los lesionados en un partido ante Independiente, en el que Central terminó ganando 1-0 en el Gigante de Arroyito, por la Liga Profesional 2023. Se generó por una lesión de Mallo, una atención, la necesidad de mantener el resultado… Al día siguiente pidió perdón: “Son todas confusiones para revisar. Le pedí disculpas como corresponde y en ese tipo de cosas es muy difícil. Acepto mi error, lo reconozco como corresponde y pedí disculpas porque me di cuenta enseguida, pero bueno, es fútbol”, dijo en declaraciones a TyC Sports.
Pero también demostró “oficio” y muñeca política para absorber presiones y relajar tensiones de los hinchas. Sucedió no hace mucho, cuando en septiembre de 2023 los colombianos Jaminton Campaz y Dannovi Quiñones, integrantes de su plantel de Rosario Central, fueron fotografiados mientras se hacían las uñas a 48 horas del clásico ante Newell’s, lo que generó duras críticas de los hinchas canallas. Russo se tomó la imagen con liviandad y humor: “No conocen a los colombianos. Son cosas naturales. Encima les sacan una foto, yo les pregunté y les cobraron. Peor todavía”, y agregó más palabras a modo de solución: “Si vos vivieras en Colombia y conocieras la mentalidad de los colombianos, las formas y todo eso… bastante bien están acá, comparado con otras situaciones. Estoy muy contento con los dos. Son cosas naturales de alguien que no conoce el país o la ciudad. Y se dejan llevar por otro tipo de situaciones que no son naturales ni normales. Ayer mismo hablé con ellos. Aprovechan estos momentos, bienvenidos. A nosotros no nos modifica nada”.
Vive el fútbol con pasión, se queja con los árbitros, como todos los DT, sin importar el paso de los años. “Las derrotas me duelen, como me dolieron siempre desde que estoy en el fútbol. Es un dolor natural. Saber aceptar la derrota forma parte de este juego, hay que saber perder. Sí, con los años, he notado que el análisis post derrota lo realizo con más calma. Y las victorias, como la Copa de la Liga, tienen un sabor muy especial; las disfruto mucho interiormente porque sé lo que cuesta conseguirlas y nadie sabe si llegará otra”.
Dirigió en 24 procesos diferentes, aunque repitió algunos clubes. Tuvo un recorrido estresante, con frustraciones, pero también con alegrías. Pero siempre parece volver a Rosario. ¿Qué lo atrapa de la ciudad? “No hay otra ciudad futbolera como Rosario. Con sus desbordes, sí, pero única. Hay algo que le agradezco a Rosario, y es que acá no dejo de hablar de fútbol. Es fútbol todo el día de todos los días. No hay lugar ni persona que no me hable de fútbol, y a mí eso me revive permanentemente. Me obliga, me hace crecer. No hay otra ciudad con esta pasión, una idiosincrasia futbolística irrepetible. Después, hay una realidad en toda Argentina, no es Rosario sola. Ojalá encontremos la tranquilidad que nos hace falta, pero insisto, no solo en Rosario, sino en todo el país. Rosario también tiene muchas cosas buenas, no me gustan los prejuicios, acá hay mucha gente buena, sana, como en toda la Argentina. Y como en toda la Argentina, nos merecemos vivir de otra manera”, dijo en una entrevista con LA NACION.
Este sábado cumplió 300 partidos en Rosario Central y dejó caer una gran emoción, claro. ¿Será su último club? “Estoy en el lugar que quiero. Este club tiene una energía increíble”, dijo el día de su presentación de su quinta etapa, en diciembre de 2022, como anticipando que algo especial empezaba a gestarse. Muchos amigos y otros seres queridos le había dicho que ni se le ocurra, que estaba loco si agarraba al canalla en esas condiciones. El volvió a apostar con el corazón: “Todas las veces que estuve en el club fueron situaciones difíciles, pero soy técnico y me gusta lo que hago. No sé, será la ciudad, que me gustan los quilombos o que nací para esto. Yo sé que tengo cosas que perder, pero siempre pienso en ganar”.
#Miguel300 | ⚔️🇺🇦 ¡Gracias Miguel, el Guerrero de 300 batallas! pic.twitter.com/a1vNlGXjQY
— Rosario Central (@RosarioCentral) July 27, 2024
A los 68 años, el entrenador que ganó la Copa Libertadores con Boca y es muy querido en varias instituciones, disfruta ser ídolo del club canalla y sigue dando batallas, tanto en la vida como en los campos de juego Fútbol
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