Mastronardi, una librería de ejemplares raros con espíritu intelectual y aire rural

Una librería en pleno campo. Un emprendimiento familiar que “marida” ejemplares raros, antiguos y usados con talleres de botánica y recorridos guiados entre plantas nativas y una huerta orgánica. Una cantina que ofrece platos caseros a precios módicos y una enorme parrilla con variedad de carnes y achuras. Conciertos en vivo en un clima íntimo y charla, mucha charla, entre lectores, escritores, artistas, periodistas, editores, libreros y demás integrantes de la fauna y flora cultural autóctona. Y lo de fauna y flora no es metáfora: la librería Mastronardi está ubicada en un campo con horizonte infinito. Se ven por allí caballos y ovejas, se escucha el canto de toda clase de pájaros (hay cantidad de cotorras muy insistentes) y se perciben aromas florales. Un verdadero paraíso para huir del caos de la ciudad. Por cierto, la “contraseña” para saber si el visitante llegó a buen puerto es el cartel que dice “El Paraíso”.
Mastronardi es una librería tan peculiar que no abre todos los días. O sí, pero con aviso previo a Cecilia Perkins y Juan Pablo Correa, la pareja que lleva adelante este proyecto con espíritu intelectual y aire rural. Una vez por semana (los sábados, generalmente, depende del clima) “El Paraíso” abre las tranqueras al público para ofrecer todo lo que se detalla arriba. Y más.
Vale la pena vivir la experiencia: el próximo encuentro será el sábado 6 de septiembre y, luego, abrirán también los sábados 13, 20 y 27. El horario es de 10 a 21. Se recomienda chequear la cuenta de Instagram @libreria.mastronardi o comunicarse por WhatsApp al 112690-8718 para pedir indicaciones para llegar y confirmar que el último tramo del camino esté en buenas condiciones.
A hora y media del Obelisco (minutos más, minutos menos), en auto, por la autopista Ricchieri, en el kilómetro 26 hay que tomar la autopista hacia Cañuelas. Luego, al llegar al km 60, la ruta 205 hacia la bajada de Lobos y Saladillo. En el km 89 sale un camino que conduce a Zapiola, un paraje rural muy cercano a Lobos y Las Heras que tiene como “centro” una estación de tren y tres surtidores antiguos. Después de unos diez kilómetros por un camino de tierra aparece, de repente, entre altísimos eucaliptus una casa amarilla. Es El Paraíso.
El espacio de la librería es súper cálido. Las paredes están cubiertas por bibliotecas, con colecciones ordenadas por temas: arte, cine, música, historia, poesía y, claro, botánica. Una sección especial está dedicada a autores latinoamericanos. Además de volúmenes de distintos géneros y épocas, Correa (librero “en formación”) ofrece objetos, afiches, postales, ediciones dedicadas, entre otras curiosidades. Algunas joyas del acervo Mastronardi son primeras ediciones de Alberto Laiseca, C.E. Feiling, prosas de Olga Orozco (La oscuridad es otro sol, También la luz es un abismo), Rodolfo Fogwill, Manuel Puig, Héctor Libertella, Emeterio Cerro, Ernesto Schoo, Arturo Carrera y Alejandro Rubio, muchas de ellas dedicadas.
“De la Santa Trinidad (Borges, Bioy y Silvina), la Antología Poética Argentina, de 1941, que nunca se reeditó, y de cada uno de ellos, primeras ediciones autografiadas -aclara Correa-. Si tuviéramos que elegir una especialidad, diría ‘libros raros’: ediciones descatalogadas, fanzines, títulos de editoriales olvidadas”.
Arriba de un escritorio de madera hay herbarios caseros creados por Perkins, que es paisajista y dicta talleres sobre plantas nativas, esquejes, semillas. Y ente los objetos curiosos se destacan caligrafías de Mirta Demisache, programas de cine y teatro, colecciones de revistas muy antiguas, álbumes de fotos, menús de clubes epicúreos, catálogos de muestras de arte. Se exhiben y se venden obras de Alfredo Prior, Remo Bianchedi, Marcia Schvartz y Fermín Eguía y, más adelante, se harán muestras de Elisa Palacio, Léonce Lupette y Alan Courtis.
El programa del sábado 6 incluye una lectura del poeta Diego Bentivegna y una conversación con Ezequiel Alemian. Habrá dos talleres relacionados con la botánica y un recorrido poético por el jardín. “Como un poeta, el jardinero piensa en el ritmo y en la armonía. Las palabras son como semillas e iremos como las abejas, polinazando de flor en flor, escuchando lo que la naturaleza nos cuenta”, adelanta Correa.
Otro taller curioso girará en torno a cómo armar un jardín cuando los bolsillos flaquean. “La naturaleza es generosa, ofrece semillas en abundancia, nos brinda sus gajos como las vecinas de antaño que reparten sus tesoros e intercambian para tener la memoria de sus amigas entre las plantas –explica la paisajista-. Veremos cómo crear un jardín desde la observación con semillas, plantas de las banquinas, de los montes abandonados, con trucos para que germinen, que prendan los gajos, que los trasplantes florezcan. Será la sabiduría compartida en un encuentro teórico y práctico”.
Cuando caiga el sol, habrá un recital del conjunto Anticuchos. Y, a lo largo de la jornada, estará abierta la cantina, “atendida por un paisano que ofrecerá distintos cortes de carne para quienes quieran comer un rico sándwich criollo”. También saldrán empanadas y tartas de vegetales del huerto orgánico pensando para quienes no comen carne. Para los que asistan con chicos habrá una animadora, que organiza juegos de movimiento y actividades creativas. Todo atendido por “sus dueños”: Cecilia, Juan Pablo y sus hijos, Julieta, Miranda, Estanislao y Sybilla.
Para el sábado 13 está programada una feria y presentaciones de libros de la editorial rosarina Neutrinos. Y un dato extra para los que quieran conocer a Mastronardi más cerca del centro porteño: en su versión nómade, participará en la próxima Fiesta del Libro Usado, en la explanada de la Biblioteca Nacional (av. Las Heras y Agüero), el fin de semana del 4 y 5 octubre. Están avisados.
El proyecto familiar que rinde homenaje al poeta entrerriano Carlos Mastronardi combina venta de libros con clases de botánica, conciertos y comida casera; todo en un entorno de campo en el paraje Zapiola Cultura
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