Más difícil que responderle a político que miente
Escribo esta columna desde Marte. No, mentira: la escribo desde la playa. En realidad eso tampoco es cierto. Lo único cierto es que acabo de agotar la dosis promedio de mentiras diarias en que incurrimos las personas: dos por día.
La mentira está bastante estudiada. Tanto la sociología como la psicología le prestaron atención.
Más allá de las métricas (la de dos por día viene de una investigación de 1996), sabemos que mentir es un mecanismo de interacción social muy productivo: lo usamos para editar cómo nos presentamos ante los demás.
Ya a fines de los 50, el padre de la microsociología, Erving Goffman, explicó cómo las mentiras cotidianas nos ayudan a proteger los sentimientos ajenos y cuidar nuestra autoestima. Son un pilar de la cooperación humana.
Cuando Donald Trump dice que Kamala Harris quiere eliminar la agencia que regula la inmigración en Estados Unidos, como mintió esta semana, o Maduro asegura que ganó la elección ¿cuál es la forma de responder?
Con tanto conocimiento sobre los mecanismos de la mentira en la vida privada, cuesta entender por qué estamos tan poco preparados para la mentira en la vida pública.
Cuando Donald Trump dice que Kamala Harris quiere eliminar la agencia que regula la inmigración en Estados Unidos, como mintió esta semana, o Maduro asegura que ganó la elección ¿cuál es la forma de responder?
Hay miles de estudios sobre la posverdad y la desinformación. Se publican a diario. Nature Human Behavior publicó hace dos meses una lista con 81 recursos para responder a una noticia falsa, cada una testeada en un paper distinto.
Sin embargo, no es un tema resuelto.
En un discurso de 2018, la académica Danah Boyd les advirtió a los periodistas que estaban siendo manipulados: cada vez que el entonces candidato Trump mentía, el ciclo de indignación, fact-checking y corrección amplificaba la mentira y aumentaba la atención sobre Trump. Es como una toma de judo donde la fuerza propia se vuelve a favor del oponente. Boyd no tenía otra propuesta que ignorar las mentiras de Trump, algo difícil tratándose de un candidato presidencial. Lo curioso es que 6 años después no hayan surgido muchas otras ideas, y en cambio el modelo Trump haya sido tan emulado en el mundo, la Argentina incluida.
George Lakoff, autor del libro No pienses en un elefante, propuso lo que llamó la “técnica del sándwich”. Según su teoría, cada vez que nombramos algo, incluso para refutarlo, le damos entidad, más aún si se trata de nuestro primer argumento. Por eso, en su propuesta, conviene empezar nuestro discurso con una frase verdadera –el primer pan–, seguir con la declaración falsa a refutar, para finalmente cerrar con el otro pan: la reafirmación del dato correcto.
Pero tal vez deberíamos probar alternativas más radicales: ¿contestar una mentira con un absurdo? ¿decirle al otro que es “weird”, raro, como está haciendo la campaña de Harris con Trump? ¿Recurrir a alguna técnica de negociación?
En su libro Never split the difference, el exnegociador del FBI Chris Voss presenta la “táctica del espejo”. Consiste en repetir lo que acaba de decir el otro y hacer un largo silencio, para que el interlocutor se sienta compelido a corregirse solo para salvar el momento incómodo. Si Trump dice: los manifestantes que entraron al Capitolio fueron invitados por la policía –como en el debate con Biden–, se le podría responder: “Ajá, invitados por la policía… (larga pausa y asentimiento)”. ¿Se sentiría Trump obligado a reformular sus dichos? ¿Es capaz de sentir incomodidad?
Necesitamos más ideas creativas para responder a las mentiras públicas. The Washington Post, en un proyecto agotador, se propuso contar las mentiras de Trump durante su presidencia. Fueron muchas más que las dos habituales: un promedio de 21 por día, 30.573 en total. Las formas de refutarlas, en cambio, se cuentan con los dedos de las manos.
La autora es directora de Sociopúblico
En tiempos de fake news, conviene aprovechar todo lo que sabemos sobre mentir en el ámbito de lo privado y prepararnos para lidiar con las mentiras públicas Conversaciones de domingo
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