Maratón de Río: un predominio africano, una pasión cautivante y el deseo de atraer a más argentinos​

RÍO DE JANEIRO.– Cuando Joshua Kimkemboi Kogo le abrió sus brazos y le puso el pecho a la cinta al cabo de 2h14m18s para celebrar su victoria este domingo en la Maratón de Río, gran parte de sus más de 15.000 rivales todavía corrían en el sentido opuesto, por Copacabana o Ipanema, hacia Leblon, el punto marcado como mitad de recorrido para emprender el regreso hacia Aterro do Flamengo, la partida y la meta. El keniata ya se hidrataba y saboreaba el éxito, 52 segundos delante de su compatriota y campeón de 2024, Josphat Kiprotich, pero nadie desistía. Los atletas siguieron el avanzando a la velocidad que podían por las calles, corriendo detrás de una pasión y recibiendo el grito de aliento, el choque de manos y compitiendo contra sus propios objetivos. Una marca, una ilusión, un sueño, un placer.

En medio de ello, la etíope Zinash Debebe Getachew se consagró entre las mujeres. Otra vez. Necesitó 2h34m58s para ser primera, mejorando el tiempo que había empleado en 2023, al iniciar su bicampeonato. Recordaba el camino, aunque hubieran pasado dos años de su anterior conquista en tierra carioca. Lo suyo fue abrumador entre las damas: una ventaja de 4m20s sobre la segunda, la brasileña Amanda Aparecida de Oliveira. Hasta las 11, seis horas después de la primera salida, casi nadie se detuvo.

La Maratón de Río de Janeiro se clausuró con un récord increíble: 60.000 corredores –un 33% más que en 2024– distribuidos en cinco pruebas (5K, 10K, 21K, 42K y el Desafío Cidade Maravilhosa, que consistió en la sumatoria de las dos carreras más extensas, sábado y domingo). Un detalle: las mujeres fueron mayoría en las tres primeras competencias. Muchos se animaron a correr todas las carreras. Admirable. “Es una de las carreras de calle más importantes de Latinoamérica, un evento muy especial, con una gran diversidad. El 85% de los corredores llegaron desde fuera de la ciudad, incluyendo a muchos extranjeros. Fue una celebración del deporte, del movimiento y de la ciudad. Queremos recibirlos siempre con toda la energía y el cariño que necesitamos en Río de Janeiro”, describió Claudio Romano, vicepresidente de Marketing y Negocios de Dream Factory.

En la media Maratón, la más numerosa de todas las carreras disputadas el fin de semana, entre las mujeres estuvieron las seis primeras de 2024, pero la ganadora resultó la keniata Winnie Jepkosgei Kimutai, que logró batir el récord local de los 21K que tenía su compatriota Nelly Chepchumba al vencer en 1h07m50s. Segunda en la edición desarrollada en Ciudad de México en 2024, hace once meses, a los 23 años tuvo su revancha en el país donde está federada, con un bonus track: 5000 reales (un 50% más de premio) por marcar la nueva plusmarca.

El etíope Bayelign Teshager, de 25, había sido el sorprendente ganador de la Maratón de Los Ángeles, la primera que disputó en su vida, en 2020, justo antes de que por la pandemia del Covid se cerraran los aeropuertos. Cinco años más tarde, se sorprendió por el fuerte viento que acompañó su paso, pero igual dejó su huella en los 21K cariocas, en 1h02m50s, y desea volver en 2026 a defender su reinado.

Dos brasileños, Fabio Jesús Correia, con un tiempo de 14m30s, y Jenifer Nascimento Silva Viana, con 17m4s, resultaron los vencedores en la 5K de la tarde del jueves, después de que tres aviones pasaran por encima de la señal de salida, de ida y vuelta, dejando la estela. También dieron un giro sobre el circuito, como aquel clavadista que se lanza a la pileta desde el trampolín, pero aquí para quedar casi suspendidos en el aire, mientras las decenas de miles de corredores y un público casi en la misma proporción a los costados del camino lanzaban un sonido de admiración que aprobaba también el show acrobático.

Correia, de 26 años, es tricampeón de la especialidad. De chico corría descalzo en Monte Santo, el municipio bahiano en el que creció, y se profesionalizó después de haberse mudado a San Pablo, donde trabajó como recolector de basura. A pie desnudo, a los 14 se quedó con la denominada Carrera de la Paz y no paró de correr más. Una historia de dedicación, superación e inspiradora para los más jóvenes.

Jenifer, de 34 años, es paulista. Nació en Barueri, ganó un campeonato interescolar a los 12, una prima la incentivó poco después para que siga el atletismo y a los 15 fue preseleccionada para una competición nacional. Profesora de educación física, casi no trabajó de eso porque pronto se dedicó profesionalmente a las carreras. Y lo sigue haciendo con una sonrisa, siempre.

En los 10K del viernes, la colombiana Laura Manuela Espinosa Morales se consagró tricampeona con una satisfacción personal extra: quebró su propio récord al cubrir la distancia en 34m32s, dejando segunda por ocho segundos a Jenifer, su misma escolta en la media maratón de San Pablo, en abril pasado. Radicada desde 2020 en Brasil, donde forma parte del equipo Adidas, su historia es la de una muchacha que corre firme detrás de su pasión y eso la llevó a dejar atrás las empinadas calles del barrio La Fuente, en Tunja, al noroeste de Bogotá.

Wendell Jerónimo, de 33 años, conquistó la carrera masculina sin tener que mirar demasiado hacia atrás. Con 29m22s, se quedó con el primer lugar sin nadie que le hiciera sombra el brasileño. Surgido de Mato Grosso, dejó el fútbol para dedicarse al atletismo, hace dos semanas conquistó la Maratón de San Pablo y mantiene el sueño de llegar a unos Juegos Olímpicos, tras no lograr la marca para ir a París 2024.

Los atletas argentinos no llegaron a Río en un aluvión, como suele pasar con los turistas en numerosas etapas del año. No obstante, lo hicieron profesionales de elite, como Marcela Cristina Gómez Cordeiro -7ª en 21K- y Alan Esteban Niestroj -13° en 21K-. También, otros menos populares. Algunos, por primera vez, como María Luz Benetti y dos alumnos que asumieron la experiencia de la 21K desde Pilar. Que aumente la cantidad de presencias albicelestes es un anhelo de la organización, que tienta a los participantes con atractivas recompensas y una cordialidad a prueba de rivalidades. Se los espera con los brazos abiertos para la próxima edición.

Desde la tarde del miércoles, en continuado, Río de Janeiro fue un festival musical, gastronómico, cultural, deportivo y con espacios de entretenimiento para toda la familia a cielo abierto. Incluso, con los fanáticos de Flamengo, Botafogo y Fluminense vibrando en las calles, playas y bares con el Mundial de Clubes, que se desarrolla en Estados Unidos. De este lado, la Maratón de Río impulsó el turismo y la economía. De los 2800 empleos que generó en 2024 creció a 3100 personas en la producción de esta edición, con la incorporación de grandes marcas.

El festival hizo base en la zona de la Marina, en la bahía de Guanabara, y en sus principales carreras atravesó los barrios más famosos, con Flamengo como punto de llegada de todas las pruebas y casi todas las partidas, en medio de un parque tan inmenso como maravilloso. Allí estuvieron todos, cada uno con su sello: en traje de baño, con el torso desnudo, con sombreros de paja, encerrados en un muñeco –de tiburón o cocodrilo, por ejemplo-, con camisetas de fútbol, con el disfraz de Superman (se ayudaba de muletas porque le falta parte de la pierna derecha), en silla de ruedas, con sus guías los no videntes, transmitiendo en vivo por redes sociales, con oxígeno de sobra, con el último aliento, de la mano del nieto (o del abuelo o del padre), con banderas, con amigos, con remeras alusivas a haber competido en otras ciudades, con una medalla en el pecho y cantando eufóricos hasta el atardecer. El evento trasciende las horas de competencia. Un espectáculo deportivo inolvidable.

​ Entre el jueves y el domingo se desarrolló el mayor festival de atletismo de Sudamérica, con cinco pruebas en cuatro días; historias, récords y un proyecto en crecimiento  Atletismo 

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