Los premios Emmy brillaron con luz propia en una noche con sorpresas, récords y un perfecto dúo de anfitriones​

Este domingo, el centro de Los Ángeles se llenó de limusinas y estrellas que se vistieron de gala para asistir a la entrega de los premios Emmy, el galardón que reparte la Academia de televisión de los Estados Unidos. El entusiasmo de Hollywood por este tipo de eventos es más que conocido: a partir de aquí y hasta el 2 de marzo de 2025 cuando se lleve a cabo la fiesta de los Oscar, la temporada de premios repetirá el ritual de celebrar a los artistas de la TV y el cine una y otra vez. Pero más allá del glamour involucrado y el prestigio que significa llevarse una estatuilla a casa, lo cierto es que las entregas de premios de la industria del espectáculo son una suerte de folleto que le recuerda al público lo que tiene para ver. Especialmente cuando se trata de la pantalla chica cuyos mejores programas no siempre son los más vistos y a los que contar con una estatuilla puede garantizarles una nueva temporada en el aire. Esta vez la magia de los Emmy se repartió de manera salomónica y hasta dejó espacio para unas cuantas sorpresas, algo que no es moneda corriente en la mayoría de las premiaciones. Los pronósticos previos a la ceremonia indicaban que las claras ganadoras de la noche serían las series más nominadas, es decir El oso entre las comedias y Shogun, del lado de los dramas, una predicción sensata teniendo en cuenta que ambas ficciones consiguieron el mayor número de nominaciones, 23 y 25, respectivamente. Sin embargo, a pesar de que El oso (Disney+) abrió la noche con la estatuilla para Ebon Moss-Bachrach, que por segundo año consecutivo se quedó con el galardón al mejor actor de reparto en una comedia y continuó su buena racha con los triunfos de Jeremy Allen White y el merecido triunfo de Liza Colón-Zayas como actriz de reparto, al final de la ceremonia Hacks (Max) rompió con todos los augurios y se coronó como la mejor comedia.

Para alivio de los especialistas, Shogun (Disney+) sí llegó a la meta y se llevó el Emmy a mejor drama. Gracias al suspenso, el final inesperado y la divertida conducción de Eugene y Dan Levy, el dúo de padre e hijo detrás de la fabulosa comedia canadiense Shitt’s Creek, la 76a. entrega de los premios Emmy-emitida por TNT y Max- demostró lo mejor que una ceremonia de premios tiene para ofrecer. Los organizadores de los Oscar deberían prestar atención.

Los grandes ganadores

Más allá de que finalmente no consiguió el premio principal a la mejor comedia, de todos modos El oso se quedó con el récord de ser la primera comedia en ganar once estatuillas para la misma temporada. Shogun, por su lado hizo historia al ser la primera serie no hablada en inglés en llevarse el título al mejor drama y consiguió 18 de las 25 categorías en las que competía incluyendo las de director y actores principales para Anna Sawai y Hiroyuki Sanada. Bebé reno, otro de los candidatos de la noche, fue el gran triunfador del rubro miniserie con seis galardones, incluidos los de mejor miniserie, actor principal y actriz de reparto. “No hay fórmula en esto: para que te vaya bien no se necesitan estrellas conocidas, ni ser una remake, tener muchas temporadas o relatos que intenten apelar a todos los televidentes. La única constante en un éxito televisivo es tener una buena historia que contar”, dijo Richard Gadd, creador y protagonista al agradecer los trofeos conseguidos.

Deja vu

Como si hiciera falta sumarle más ceremonias de entrega a la temporada de premios, la entrega de anoche debe haber confundido a unos cuantos espectadores, después de todo, los Emmy ya habían tenido su fiesta en enero de este año. Y si, como la academia de televisión había tenido que suspender su entrega en septiembre de 2023 debido a las huelgas de actores y guionistas que habían paralizado a Hollywood, una vez resueltos los conflictos sindicales la repartija de reconocimientos se organizó para el 15 de enero de 2024. Pero aquella vez los programas nominados eran aquellos que se habían estrenado hasta mayo. Y los reconocidos anoche fueron los que se lanzaron después de esa fecha. Por eso, El oso, por ejemplo, compitió (y ganó) por su primera y segunda temporada con una diferencia de ocho meses.

Hollywood en castellano

Convocados para presentar la categoría de mejor dirección en miniserie, estatuilla que quedó en manos de Steven Zaillian por su trabajo en la miniserie de Netflix Ripley, Gael García Bernal y Diego Luna le hablaron a los “más de 50 millones que hablan español en este país”. Los actores mexicanos que en octubre estrenarán su propia serie, La máquina, en Disney+, no fueron los únicos en usar el castellano sobre el escenario. Liza Colón-Zayas agradeció su premio en inglés pero luego de alentar a la comunidad latina a votar en las próximas elecciones presidenciales se despidió emocionada con un “gracias”.

La mejor nostalgia

Muchas veces las ceremonias de premios no saben qué hacer con los presentadores de las estatuillas o como conectar de manera orgánica el paso entre una categoría y otra. Los productores de la fiesta de anoche no tuvieron ese problema. Por el contrario, salvo por los erráticos movimientos del micrófono que bajaba y subía en medio del escenario, el programa fluyó casi sin tropezones. Es más, la idea de estructurar las presentaciones a partir de los géneros más populares de la TV y de elegir para representarlos a algunos de los intérpretes más reconocidos de ellos fue un uso bastante inteligente de la tan transitada nostalgia. Así, cuando fue el momento de honrar a las series de médicos aparecieron Mekhi Phifer, Mindy Kaling y Zach Braff, integrantes, respectivamente, de E.R. Emergencias, The Mindy Project y Scrubs y para hablar de los villanos convocaron a Antony Starr (The Boys), Kathy Bates y Giancarlo Esposito, el malo de Breaking Bad y tantas otras más. En cuanto a los homenajes, se celebraron los cincuenta años del estreno de Días felices y los 25 de The West Wing, dos series de gran impacto en la forma de hacer televisión de las últimas cinco décadas que además dejaron su huella en la cultura popular de los Estados Unidos.

La familia unida

Todos en Hollywood saben que el trabajo menos gratificante de toda la industria es el de ser el conductor de una ceremonia de premios. Si te va mal, te convertís en el objeto de la burla de todos y si te va bien será porque tu tarea fue poco vistosa, olvidable. Aunque es que es rara, rarísima la ocasión en la que los anfitriones de estas fiestas aciertan en sus cometidos. Lo usual es que sea todo un desastre y que se les quiera achacar a los conductores la responsabilidad de la caída. Sin embargo, Dan y Eugene Levy no tendrán que preocuparse por eso. El dúo de padre e hijo fue exactamente lo que esta fiesta de los Emmy necesitaba. Graciosos sin recurrir a la ironía o al cinismo, los Levy usaron para los guiones de la ceremonia-creados junto a un equipo de nueve escritores-, la misma fórmula que habían aplicado para crear su serie Shitt’s Creek y como sucedió con aquella comedia el vínculo entre ambos aportó ingenio y buenos momentos a todo el show. Ni comediantes ni conductores de TV el dúo no buscó hacer grandes innovaciones ni se sintió en la obligación de mencionar el crucial momento político que atraviesa Estados Unidos. Por el contrario, hicieron gala de ser canadienses, de la amabilidad por la que son conocidos y se dedicaron a reírse de ellos mismos y de incluir en el chiste al público presente y a los que miraban desde sus casas.

​ Anoche se realizó la 76a. entrega de los galardones que reconocen a las mejores propuestas televisivas del año  Series de tv 

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