Los espías rusos con pasaporte argentino presos en Europa podrían ser condenados en las próximas semanas​

María Rosa Mayer Muños decía que junto a su marido, Ludwig Gisch, habían dejado la Argentina junto a sus dos hijos después de un asalto en Buenos Aires. Así, decían, terminaron en Ljubljana, la capital de Eslovenia. Esa era parte de la historia inventada de este matrimonio con pasaporte argentino que vivió en la Capital Federal, y que fue detenido en esa capital europea a fines de 2022 por sus trabajos de espionaje para Rusia.

En Eslovenia, Mayer Muñoz dirigía una galería de arte virtual y Gisch dirigía una startup de tecnología. Aunque sus verdaderos nombres eran Anna Valerevna Dultseva y Artem Viktorovich Dultsev, y en realidad trabajaban para el servicio de inteligencia exterior de Rusia (SVR), según informó de LA NACION.

Ahora, según los funcionarios y documentos judiciales citados por el Wall Steert Journal, después de más de 18 meses en una prisión eslovena, “se espera que un juicio clasificado emita su primer fallo en las próximas semanas sobre la pareja acusada de realizar espionaje como ‘ilegales’ o agentes de penetración profunda, dos engranajes cruciales en la guerra en la sombra de rápida expansión de Vladimir Putin con Occidente”.

Según el diario neoyorquino, las leyes de espionaje de Eslovenia permiten una sentencia máxima de ocho años, y las autoridades dicen que la pareja podría ser liberada después de cuatro por buena conducta. Además, ambos podrían formar parte de un potencial acuerdo de intercambio de prisioneros con países occidentales, que podría incluir también al periodista de The Wall Street Journal, Evan Gershkovich, acusado de espía por Moscú.

Según los investigadores, el falso matrimonio argentino usaba Eslovenia, un estado miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la Unión Europea, como base para viajar otros puntos de Europa sin necesidad de una visa y para comunicarse con Moscú en un país con una capacidad de contrainteligencia limitada. O al menos, eso pensaban.

“Sabemos que eran agentes importantes y serios”, dijo Vojko Volk, secretario de Estado de Asuntos Internacionales y Seguridad Nacional e Internacional de Eslovenia. “Es como The Americans, pero en Eslovenia”, agregó, en referencia a la clásica serie estadounidense sobre espías rusos encubiertos.

La historia, recopila The Wall Street Journal, comenzó con un viaje en colectivo en 2012 desde Uruguay hasta la Argentina, “donde la pareja comenzó un esfuerzo de una década para construir una identidad completamente falsa”.

Según los documentos oficiales, Gisch ingresó a la Argentina como turista desde Uruguay y su mujer, poco después desde México. “Casi de inmediato, la pareja comenzó a reunir documentos, muchos de ellos fraudulentos, para obtener la ciudadanía. Gisch afirmó que era un ciudadano austriaco nacido en Namibia de madre argentina, lo que le dio una vía rápida hacia la ciudadanía. Mayer Muños afirmó que era mexicana y presentó un certificado de nacimiento diciendo que nació en Grecia”, menciona la nota.

Una vez instalados, vivieron en un departamento de una torre de Belgrano y abrieron cuentas en bancos locales. En 2012, Gisch solicitó la ciudadanía argentina y Mayer Muños la solicitó un año después; se la otorgaron en 2014. En 2013 y 2015, tuvieron a sus hijos; primero Sophie y después Daniel. En 2015 también se casaron por civil, con dos colombianos como testigos.

Un año después del casamiento, se hizo una modificación en el acta de matrimonio: cambiaron la nacionalidad de la madre de Mayer Muños de austriaca a mexicana. Es que la familia estaba a punto de mudarse a Europa, y las verificaciones de antecedentes realizadas por el gobierno de Austria podían delatar la mentira.

En 2017, el matrimonio vació sus cuentas bancarias argentinas y viajó a Eslovenia, donde entraron con visa de turista. En 2019 recibieron permisos de residencia eslovenos, paso previo a obtener también su ciudadanía eslovena.

El 24 de febrero de 2022, el día en que el presidente ruso Vladimir Putin lanzó su invasión de Ucrania, la pareja estaba en la Argentina, tramitando un pasaporte exprés antes de regresar inmediatamente a Eslovenia vía Frankfurt.

Meses más tarde, la agencia de espionaje de Eslovenia recibió una alerta: debían investigar a Gisch y Mayer Muños. Después de un exhaustivo trabajo en los dos continentes y con autoridades de distintos países, el 5 de diciembre de 2022, Gisch y Mayer Muños fueron arrestados en su casa.

Según la investigación que pesa sobre ellos, en sus computadoras había un hardware para comunicarse de forma segura con los encargados en Moscú que estaba tan encriptado que ni los técnicos eslovenos ni estadounidenses podían descifrarlo; y en su heladera había un compartimento secreto con cientos de miles de euros en billete.

Sus dos hijos, hoy de 8 y 11 años, según sus partidas de nacimiento en la Argentina, fueron puestos al cuidado del Estado y trasladados a otra escuela.

Poco después del arresto, Rusia reconoció que la pareja trabajaba para el SVR y dijo que los quería de vuelta, pero la agencia de inteligencia rechazó el pedido.

El regreso de los “ilegales”

Tras el arresto de Mayer Muños y Gisch, otro par de presuntos “ilegales” (espías encubieros) rusos (una mujer y un hombre con pasaportes griego y brasileño) abandonaron abruptamente sus vidas en Atenas y Río de Janeiro. Fueron llamados a regresar a Moscú por los responsables que temían el colapso de una red después de los arrestos en Eslovenia, dijeron los funcionarios.

Otros espías quedaron expuestos en toda Europa desde la invasión de Ucrania, desde los Países Bajos y Noruega hasta la República Checa y Bulgaria, el mayor desmantelamiento de este tipo desde la “Operación Historias de Fantasmas” del FBI en 2010, que capturó a 10 espías rusos en Estados Unidos, inspiración de The Americans.

Según el Wall Street Journal, el programa de “ilegales”, o espías encubiertos, fue revitalizado por Putin. “Estos espías cambiantes se están convirtiendo ahora en una herramienta más importante para el Kremlin después de que unos 700 presuntos oficiales de inteligencia rusos que operaban bajo cobertura diplomática fueron expulsados de todo el mundo tras la invasión de Ucrania”, dice la nota.

“Los ilegales están volviendo a tener cada vez más importancia para Moscú, especialmente porque la línea entre el espionaje y la guerra se está volviendo casi inexistente”, dijo Andrei Soldatov, un experto en seguridad ruso que ha pasado años estudiando las redes de espionaje de Moscú.

​ María Rosa Mayer Muños y Ludwig Gisch, como se hacían llamar, vivieron cinco años en Buenos Aires, donde se casaron y tuvieron dos hijos; a fines de 2022 fueron arrestados en Eslovenia y Rusia podría negociar su liberación en un intercambio de prisiones  El Mundo 

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