Los carpinchos ya llegaron a la costa de San Isidro

La ocupación de territorio continúa hacia el sur. Y ya parece inevitable que avance este modelo expansivo de los carpinchos en la zona norte del conurbano bonaerense. Nordelta les quedó chico. Ya se los ve, por ejemplo, en el Club Náutico San Isidro. Entre los jardines, el canal y los botes, se pudieron ver a familias enteras de estos animales conviviendo con los socios del club durante el verano pasado. Pero la población sigue creciendo.
Los socios dicen que cada vez ven más familias dentro del club. En sus mensajes de WhatsApp proliferan las fotografías y videos de los carpinchos cómodos con la compañía humana. “Hay muchos más que en el verano. De hecho, esta semana fui al amanecer y vi un lote de unos 10, entre adultos y crías”, describió Andrew Milanowski, socio del Club Náutico San Isidro.
Desde la administración confirmaron que el crecimiento ha sido exponencial de unos meses hasta ahora.
“Están por todos lados y se reproducen aquí mismo. Pusimos un cerco en la pileta, pero en el resto del predio corren libres. Incluso se ven muchos en el campo de golf”, aseguraron desde la secretaría del club. No han tomado más medidas que el cerco en la pileta y confirmaron que no tienen contemplado hacerlo. “Es su hábitat”, justificaron.
Desde la Dirección de Flora y Fauna de la provincia de Buenos Aires no han recibido ninguna notificación sobre dicho caso. A pesar de ello, desde el Gobierno provincial aclararon que esta especie está protegida y tanto su caza como agresión está penada. La ley nacional de flora y fauna estipula penas de entre uno y tres años por cazar animales prohibidos, pero no es preciso respecto de agresiones sino a la caza.
¿Qué debe entenderse por caza? El artículo 265 del Código Rural Ley-Decreto 1081/83 de la provincia de Buenos Aires dice: “Se entiende por acto de caza todo arte o técnica que tiende a buscar, perseguir, acosar, apresar o matar los animales silvestres, así como la recolección de productos derivados de aquellos, tales como plumas, huevos, guano, nidos o cualesquiera productos o subproductos de dichos animales”.
La aclaración no es azarosa: a pocos kilómetros de este club náutico, se han reproducido situaciones de inconformidad por la presencia de estos roedores gigantes que se acercaron a la violencia.
A pesar de esto, entre los socios del club, la sensación general es también de grata recepción, aunque, las dudas crecen como los carpinchos se reproducen: ¿Por qué pasa esto? ¿Pueden lastimar personas? ¿Propagan enfermedades? ¿Se convertirán en un problema?
No llegaron, volvieron
Para responder a todas las preguntas que pueden surgir, es preciso, primero, entender por qué llegaron los carpinchos a esta zona. Y la respuesta es que nunca llegaron, volvieron. Los humedales o bañados se extienden por toda la zona ribereña del Río Luján y hasta una parte del Río de la Plata.
Entre estos ecosistemas, el de la cuenca del Paraná es uno de los más grandes del mundo. Hoy se extiende por 17.500 kilómetros cuadrados, solo Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires. Esto equivale a una superficie superior a las Islas Malvinas en juntas u 86 veces la ciudad de Buenos Aires. El río es como una autopista y a través de este, siempre se desplazan distintos tipos de animales, entre los que están los carpinchos.
Para los que no lo saben, estos animales son conocidos como el roedor más grande del mundo. Un adulto puede pesar hasta 60 kilogramos y medir 1,30 metros de largo. Son vegetarianos, anfibios y viven en colonias compuestas por un macho dominante, varias hembras y sus crías. Las hembras pueden reproducirse hasta dos veces por año y tienen una media de cuatro por camada.
Su hábitat tiene como factor esencial el agua, pueden permanecer sumergidos por diez minutos y se reproducen allí. Sin el agua, la especie no puede subsistir. Es lógico entonces que clubes náuticos y barrios cercanos al río se convirtieran en su nuevo hogar.
Pero hasta hace no más de siete años, incluso en esos sitios, era raro ver carpinchos. Se acercaban poco a los asentamientos que desde finales de los 90 empezaron a expandirse y para ello modificaron ese territorio en el norte bonaerense.
De hecho, este fue uno de los factores que propició su desaparición de varias zonas del país en un primer momento. “Históricamente, la especie llegaba hasta Buenos Aires, hasta la zona del río Quequén”, explicó Rubén Quintana, investigador del Conicet y director del Instituto de Investigación de Ingeniería Ambiental Conicet-Unsam.
El experto planteó que en conjunto con la cacería para la industria del cuero, la urbanización de humedales ha sido uno de los factores más importantes en la reducción de la población original de carpinchos. “Y de hace unos años para acá, volvieron”, explicó y añadió que para él, el depredador más importante del carpincho es el ser humano.
“En realidad no hay depredadores naturales de este roedor. Al delta del Paraná no llega el yaguareté. Tampoco los yacarés o aves de rapiña que usualmente cazan crías. En cambio, el ser humano, hasta hace no mucho, cazaba al carpincho para la curtiembre y en algunos lados por su carne”, detalló el experto.
La cacería se detuvo, y la convivencia pacífica se convirtió en un factor de conservación de esta especie, aunque no la única. Familias enteras de carpinchos empezaron a acercarse a barrios que, además de un lugar de resguardo, tenían abundante forraje para alimentarse. “Es en realidad un lugar ideal para ellos. Sobre todo porque, otra vez, siempre lo fue”, reiteró Quintana.
Hoy en día, no solo es Nordelta y el Club Náutico San Isidro, en zonas como Tandil y más al sur, incluso, volvieron los carpinchos. Incluso, Quintana aseguró que han aparecido en puntos de la ciudad de Buenos Aires, como en la Costanera.
“Los carpinchos tienen una capacidad natural para adaptarse, en especial por su ecología generalista y su comportamiento gregario. La disponibilidad de recursos facilita su establecimiento en zonas urbanas o semiurbanas. En estos casos, su rol ecológico en el ecosistema se ve afectado de diversas maneras: por ejemplo, su función como presa ya no es tal y esto genera la desregulación natural de sus poblaciones”, explicó Germán Hansen, licenciado en Información Ambiental y Especialista en Conservación en el Programa Delta del Paraná de Fundación Temaikèn.
No es claro cuánto ha crecido la población de carpinchos en la zona. No hay estudios generales que lo determinen, sin embargo, Nordelta sí hizo un censo. Marcelo Cantón, secretario de comunicación institucional de Nordelta, explicó hace unas semanas que la instalación de esta especie dentro del barrio privado provocó una alteración en su población.
En biología, población significa la cantidad de individuos que hay de una especie en particular. “Y la de los carpinchos creció un 100% durante el año pasado”, aseguró.
Enfermedades y ataques
Entre los mensajes que se reproducen en los grupos del Club Náutico San Isidro, una de las preocupaciones vertidas fue la de las enfermedades. Leptospirosis, hantavirus, parásitos y enfermedades que afectan a los caballos, son solo algunas de las que se plantearon. Sin embargo, según Quintana, ninguna de estas enfermedades se reproduce en los carpinchos. Al menos en la Argentina.
“Mucho de lo que plantean es común en los roedores. Y calculo que como el carpincho es un roedor, sospechan lo peor. Pero no hay registro en el país de que los carpinchos hayan sido vectores de enfermedades. Tampoco que hayan atacado personas o niños. “Te puedo decir que los animales que me consta que fueron atacados por carpinchos son los perros que se meten con alguna cría. Ahí puede ser peligroso, pero es lo único”, advirtió Quintana.
Esterilización
El gobierno de la provincia de Buenos Aires implementó un nuevo Plan de Manejo de Flora y Fauna en el que habilitó una medida anticonceptiva para los carpinchos, aunque esto solo se hizo para el barrio de Nordelta. “Es una vacuna que los esteriliza de manera temporal, solo por un año”, detallaron desde el Gobierno provincial. Antes de tomar la decisión, se hicieron estudios en conjunto con el Inti, el Conicet y otras instituciones científicas.
Esta inyección anticonceptiva se llama GonaCon, una droga usada en animales de granja o en caballos para controlar su reproducción. En 2019, este método se implementó de forma experimental en Brasil, ya que tenían un conflicto similar al que tienen los vecinos del norte de la provincia de Buenos Aires. “No daña a la fauna ni nada por el estilo”, advirtieron tanto desde Nordelta como desde el Gobierno provincial.
Si bien todavía no hay resultados contundentes. Los estudios en Brasil confirmaron una eficacia del 100% de la vacuna GonaCon en la inhibición de la fertilidad de los machos alfa de carpincho durante todo el período de estudio de 18 meses, sin indicios de ineficacia del tratamiento. Esto no se ha considerado extrapolar a otras zonas con carpinchos, pero es la única estrategia que se ha implementado para el control poblacional en esta provincia.
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