“Lo veo negro”: números que no cierran, cosecha sin levantar y temor al futuro en la tierra por excelencia del té argentino
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La Argentina es el noveno productor mundial de té. Sin embargo, el sector atraviesa una crisis debido a la caída de las exportaciones y el aumento de costos. En la actualidad, muchos productores de Misiones trabajan a pérdida para mantenerse a flote y sostener el empleo rural.
Enrique Andrés Urrutia, contador público y productor tealero especialista en exportaciones, explicó que las ventas al exterior caerán un 15% en 2025 respecto a un año normal. “El principal destino de la Argentina es Estados Unidos, donde se envía el 70% de lo que exportamos, y la demanda ha caído en los últimos años. Esto provocará que la zafra termine antes de lo habitual, aproximadamente un mes antes de lo normal”, explicó.
En la provincia de Misiones se produce el 95% del té nacional, según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). El consumo local constituye el 8% de la producción nacional, mientras que el 92% se comercializa al exterior.
Darío Schauer, productor tealero, señaló que la producción viene cayendo año tras año, afectada por condiciones climáticas adversas y problemas de mercado: “Los últimos cuatro años fueron caracterizados por una sequía fuerte, pero la situación se recuperó en 2024. Tuvimos muchas lluvias y clima propicio pero nos tocó un año que el mercado estuvo complicado. En nuestro caso, un 40% de té quedó sin cosechar. Hay productores que han quedado con cantidades aún mayores. Incluso hay empresas tealeras que están cerrando”.
Como otros sectores agrícolas, uno de los principales costos que ha golpeado a la industria es el aumento del precio del combustible, junto con la devaluación y el aumento en el valor de la energía. “Eso nos comió literalmente nuestro margen de ganancia”, expresó Shauer. Actualmente, el té se paga alrededor de 6,5 centavos de dólar por kilo, cuando históricamente rondaba los 8 o 10 centavos.
“Hablando en serio: estamos trabajando para vivir. Otros productores han arrendado su campo a otras empresas más grandes, y en mi caso, que califico como productor mediano, no puedo renovar la maquinaria, que son de los años ‘60. Lamentablemente trabajo para comer, para traer algo a mi casa”, agregó Shauer.
A este problema se suma la falta de competitividad del té argentino. “Sufrimos muchos aumentos en dólares en el último año y eso hace que se nos haga muy difícil competir”, indicó Urrutia. Además, informaron que la apreciación del peso en la Argentina perjudicó las exportaciones, ya que otros países ofrecen precios más bajos debido a que cuentan con una mano de obra “muy barata”.
“Vender al precio actual no es viable y, de hecho, sería más conveniente dejar de producir para evitar el desgaste de las maquinarias”, comentó el productor tealero Schauer. Sin embargo, al tener costos fijos y empleados que dependen de su actividad, sigue trabajando a pérdida para mantener su sustento y el de los trabajadores rurales. También destacó que los productores no tienen otra opción que aceptar los precios bajos que les pagan las grandes industrias: mientras algunas pagan $80, las más pequeñas suelen ofrecer entre $50 y $60 el kilo.
Ante este panorama, muchos productores han dejado de contratar personal. “Cada año se acentúa más la falta de trabajo y muchos trabajadores rurales migran a Paraguay o Brasil”, señaló Schauer. Aunque el gobierno provincial brinda subsidios en fertilizantes y electricidad, “no alcanza para cubrir los costos ni para reinvertir”.
Según afirman desde el sector, el declive de la industria no es reciente, sino que se ha acentuado en los últimos 20 años. Antes, el mercado “tenía ciclos de crecimiento y caída”, pero en la actualidad la crisis “es constante”.
“Sé que de parte del gobierno nacional no existe la palabra subsidio o atender a las economías regionales. El problema es que nosotros tenemos que competir en el mercado internacional, donde la mayoría de países productores de té tienen mano de obra e insumos a precios muy inferiores a los nuestros”, comentó.
Agregó: “Algunos dirán ‘pásense a otra producción’. El té es una planta perenne, que eliminarlo para dedicarse a otro tipo de producción implica costos muy altos. Arrancar una plantación y preparar el suelo requiere una inversión mínima de 5 millones de pesos, lo que hace inviable la transición para pequeños productores”.
Muchos de ellos, sin los recursos para reconvertirse, han recurrido a métodos drásticos como la aplicación de herbicidas fuertes para eliminar el té de forma más económica. Sin embargo, esto tiene consecuencias negativas para la calidad del suelo y solo aquellos con mejor posición económica pueden permitirse esperar los años necesarios para replantar.
Hoy, Schauer y su familia ven el futuro con pesimismo: “Yo lo veo negro, no le veo futuro al té“, concluyó Schauer. Junto a su padre de 74 años, quien se dedicó toda su vida a la producción tealera, están incursionando en otras alternativas como la palta, pidiéndole ayuda a los vecinos e investigando por internet. No les queda otra; el té se enfrenta a un futuro incierto.
En Misiones productores advierten sobre la falta de rentabilidad en el sector y una caída de las exportaciones a Estados Unidos, el principal mercado; el impacto de la apreciación cambiaria Campo
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