Leche de burra: el superalimento que es una alternativa natural para niños que sufren la patología alimentaria más frecuente​

La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) es la patología alimentaria más frecuente en niños menores de dos años. Afecta a más del 1,2% de los pequeños en la Argentina y esa condición va en aumento. En este contexto, una alternativa natural y poco explorada comienza a ganar protagonismo: la leche de burra.

Con un perfil proteico similar al de la leche materna se presenta como una solución ideal para quienes padecen esta enfermedad. En Villa María, Córdoba, tres emprendedores decidieron apostar por este recurso al inaugurar hace dos años el primer tambo y planta pasteurizadora de leche de burra del país. Este proyecto pionero, liderado por Pablo Talano, Jorge Muract y Luis Losinno bajo la marca Equslac, busca impulsar el crecimiento de este producto en el mercado interno.

“La leche de burra tiene un nivel muy bajo de caseína y una digestibilidad mucho más fácil que la de vaca. Esto, entre otras cualidades, nos permite ofrecer una solución natural a los niños con alergia a la proteína de la leche de vaca, quienes actualmente solo tienen dos opciones: una restricción absoluta de lácteos o el uso de leches hidrolizadas”, explicó Talano a LA NACION, uno de los emprendedores detrás del proyecto Equslac. Actualmente el equipo comercializa leche pasteurizada congelada con una duración de seis meses, aunque trabajan para adquirir un liofilizador que les permita producir leche en polvo sin alterar sus propiedades.

Considerada un superalimento, la leche de burra se destaca por su bajo contenido graso y su alta concentración de nutrientes como calcio, magnesio, vitaminas del grupo B y probióticos. Además contiene inmunoglobulinas que refuerzan el sistema inmunitario, lo que la convierte en una opción segura y beneficiosa para personas con necesidades nutricionales específicas.

El origen del proyecto se remonta a hace una década, cuando Luis Losinno, médico veterinario y doctor en Ciencia Animal, viajó a China y descubrió las propiedades de la leche de burra. En ese país, visitó tambos con entre 4000 y 10.000 burras, familiarizándose con el proceso de producción. Para tener en cuenta, el interés del gigante asiático por la producción de leche de burra se debe a que cuentan con 11 millones de burros, mientras que en la Argentina hay solo 200.000. Posteriormente, en Italia validó el sistema productivo donde la leche de burra es un elemento central de su cultura. Este producto se comercializa en envases como tetrabriks o botellas.

Para los chinos, la leche de burra es considerada una medicina con una larga tradición en su consumo. Además extraen péptidos de la leche, principios activos que se comercializan en la industria cosmética.

De regreso a la Argentina tras su viaje, Losinno adquirió los primeros animales y comenzó un esquema de investigación al que se sumaron Talano, que es ingeniero agrónomo y Muract, ingeniero mecánico. “Nuestro objetivo es escalar el proyecto a 5000 burras distribuidas entre distintos productores en una cuenca centralizada. Esto permitiría abastecer a un porcentaje importante de niños tanto en la Argentina como en el exterior”, comentó Talano.

Una burra produce entre uno y tres litros de leche por día en comparación con los 25 litros que puede producir una vaca, por ejemplo. Por eso indicó que con 5000 burras podrían abastecer a 5000 niños. Argentina existen aproximadamente 275.000 burros, muchos de los cuales son sacrificados en zonas de las cordilleras por competir con ovejas y cabras por el pasto. Este proyecto busca revalorizar a este animal históricamente maltratado.

El equipo de Equslac también trabaja para que la leche de burra sea incluida en el Plan Médico Obligatorio (PMO). Actualmente, indicó Talano, el PMO cubre leches hidrolizadas que son productos derivados de la leche que han sido sometidos a un proceso llamado hidrólisis, en el cual las proteínas de la leche se descomponen en fragmentos más pequeños llamados péptidos. Este proceso facilita la digestión y puede hacer que la leche sea más tolerable para personas que tienen dificultades para digerir las proteínas de la leche, como aquellas que padecen APLV o intolerancia a la lactosa.

“Son productos que, en general, en la Argentina vienen del exterior y tienen un costo muy alto. Una lata de 400 gramos, que equivale a 3,4 litros, cuesta alrededor de 250.000 pesos”, dijo Talano.

Como se detalló, actualmente venden la leche pasteurizada congelada, que tiene una duración de seis meses. “Nuestro objetivo es adquirir un liofilizador para convertirla en leche en polvo sin desnaturalizar sus proteínas, lo que facilitaría su comercialización y distribución”, explicó Talano. Actualmente comercializan el producto a través de redes sociales y proveen a familias que lo solicitan.

El proyecto cuenta con el respaldo de universidades como las de Río Cuarto, La Pampa, Villa María y La Plata, que colaboran en investigación y desarrollo. Por ejemplo, detalló, la Universidad Nacional de Río Cuarto realizó el primer embrión de burro en el mundo, mientras que en La Pampa se obtuvo el primer semen sexado para producir hembras. Además trabajan con hospitales como el Italiano y el Sor María Ludovica, de La Plata este último, en investigaciones que podrían incluir la leche de burra en las guías de pediatría en la Argentina.

La leche de burra no solo se perfila como una solución para niños con APLV, sino también como un producto con potencial en el mercado cosmético debido a sus propiedades antioxidantes y regenerativas.

El camino hasta ahora no ha sido fácil. “Uno de los principales desafíos es desmitificar la informalidad en el sistema de producción. Nosotros construimos un tambo desde cero, con todos los procesos certificados y las licencias necesarias”, aseguró.

Con una visión industrial a futuro, buscan demostrar que es posible escalar este proyecto y generar una solución sostenible para un mercado que lo necesita. “Es un trabajo hormiga, pero va avanzando. Hasta ahora todos los casos han funcionado perfectamente, y las familias siguen consumiendo la leche sin problemas”, concluyó Talano.

​ En Villa María, Córdoba, tres emprendedores lideran un proyecto pionero con el primer tambo y planta pasteurizadora del país de esta leche con propiedades similares a la leche materna; buscan ofrecer una solución accesible ante la alergia a la proteína de la leche de vaca  Campo 

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