La Reina “más linda del mundo”. La comparaban con Grace Kelly por su elegancia y su cumpleaños se celebraba como el Día de la Madre
La muerte, el 24 de octubre y a los 93 años de la reina Sirikit, madre del rey Maha Vajiralongkorn (Rama X), es el fin de una era para los tailandeses, que la veneraban como madre, guía y protectora de la nación. Según el comunicado oficial emitido por la Casa Real de Tailandia, Su Majestad murió en paz, en el Hospital Conmemorativo Rey Chulalongkorn, en Bangkok, donde estaba internada desde hace tres años por dolencias que arrancaron en 2019, cuando tuvo un derrame cerebral que la obligó a alejarse de la vida pública. Finalmente, una infección sanguínea desatada el mes pasado empeoró el cuadro y se dio a conocer que murió en paz, rodeada de cuidados médicos y del respeto de toda una nación.
UN AÑO DE LUTO
Tras su muerte, el gobierno anunció 30 días de luto oficial y durante este tiempo las banderas de las oficinas gubernamentales, empresas del Estado y colegios deberán estar izadas a media asta. El rey Vajiralongkorn, en tanto, emitió una Orden Real para que se hicieran los preparativos del funeral real con los más altos honores, en estricto cumplimiento de la tradición monárquica, y decretó un año de luto para la familia real, que la semana pasada, junto a funcionarios de alto rango del gobierno, participó de su velatorio en el Salón del Trono Dusit Maha Prasat del Palacio Real. Afuera de palacio, la gente, vestida de negro o blanco (los colores de luto del país) salió a la calle para despedirla entre lágrimas, luciendo broches con su imagen y portando flores que colocaron en los altares que improvisaron a su paso. Más allá de que en Tailandia la familia real es venerada como si sus miembros fueran deidades, la figura cercana y maternal de Sirikit (el Día de la Madre en su tierra coincide con la fecha de su nacimiento), su estilo único y su profundo compromiso social serán una fuente de inspiración para las nuevas generaciones.
UN AMOR DE PELÍCULA
Somdej Phra Nangchao Sirikit Phra Boromarajininat –tal era su nombre– nació en Bangkok el 12 de agosto de 1932, en una familia aristocrática. Su matromonio hizo que la Casa del Rey otorgara la dignidad de príncipe a su padre, que fue diplomático y coronel del ejército y se desempeñó como embajador en Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. Sirikit fue educada entre Bangkok, Londres y París, donde estudió idiomas y música (soñaba con ser pianista) y en la Ciudad Luz es donde conoció a Bhumibol.
Según ella misma contó, “fue odio a primera vista”, ya que él llegó tarde a la recepción donde iban a conocerse. Bhumibol había sido proclamado rey en junio de 1946, cuando murió el mayor de sus hermanos, Rama VIII, pero, por su juventud, se decidió que primero terminara sus estudios y que su tío, el príncipe Rangsit, fuera el regente. Un accidente de autos que le ocasionó lesiones en la espalda, parálisis parcial de la cara y pérdida de la visión en el ojo derecho lo mantuvo largo tiempo en Suiza recuperándose. Las visitas frecuentes de la quinceañera Sirikit, acompañada por una de sus hermanas, cambiaron el rumbo de la historia: se enamoraron perdidamente, se comprometieron y se casaron en Bangkok, en el Palacio Pathumwan, el 28 de abril de 1950, unos días antes de la coronación de Rama IX, que tuvo el reinado más largo de la historia tailandesa (70 años) y se convirtió en un referente de estabilidad para su nación. Sus Majestades estuvieron juntos hasta la muerte del monarca, en 2016, y fueron padres de cuatro hijos: Vajiralongkorn (nació en 1952 y ascendió al trono en 2016), y las princesas Ubolratana, Sirindhorn y Chulabhorn (nacidas en 1951, 1955 y 1957).
LA “JACKIE ASIÁTICA”
Rama IX y Sirikit fueron una pareja influyente, se potenciaban y consolidaron el rol de la monarquía en la sociedad, ganándose un lugar de privilegio en el corazón de su pueblo: recorrieron el país de punta a punta, promoviendo proyectos sociales, culturales y medioambientales que transformaron la vida de millones de tailandeses. También protagonizaron una monumental gira mundial, que se extendió entre 1959 y 1967, con el fin de promocionar Tailandia. Y sus viajes con el Rey por Europa quedaron registrados en el libro In Memory of my European Trip, que en 1964 la reveló como una talentosa escritora.
Cada aparición de Sirikit, que por años confió su vestuario a la casa de alta costura parisina Pierre Balmain, causaba sensación, al punto de que la prensa la comparaba con Farah Diba, la emperatriz de Persia, o Grace Kelly, princesa de Mónaco. Otros, en tanto, la apodaron directamente la “Jackie Kennedy de Asia”. Como referente indiscutido de la moda, en 1965 entró en la Lista de las Mejor Vestidas de Vanity Fair. En 2012, además, fundó el Museo del Textil Reina Sirikit, donde, entre otras cosas, hay una serie de diseños de Balmain confeccionados con seda local y bordados por la Casa Lesage de París, además de las valijas Louis Vuitton que usaba en sus viajes. Y en 1976, Sirikit fundó la Support Foundation para empoderar a las mujeres del campo y fomentar la fabricación de seda tailandesa, bordados hechos a mano y otras artesanías locales como motor de la economía.
INFLUYENTE Y REALISTA
La Reina jamás fue una figura decorativa. En 1956, cuando su marido entró temporalmente a un monasterio, tal como dicta la tradición budista, asumió brevemente la regencia del reino y se ganó el respeto de su pueblo. En la década del 70 fue nombrada patrona de los Vigilantes de los Pueblos, una organización paramilitar que se dedicaba a la lucha contra los insurgentes del Partido Comunista de Tailandia. Y, años más tarde, en los cables filtrados por Wikileaks, se supo que en Washington se hablaba de ella como una mujer de enorme influencia en la Corte, incluso en momentos como la crisis política del país de 2008.
También abrazó a muchas organizaciones benéficas, entre ellas la Fundación contra el Cáncer de Mama que lleva su nombre, y la Cruz Roja tailandesa, con la que recorrió las regiones más apartadas del país para socorrer a los más necesitados y atender a los refugiados que llegaban de Camboya y Birmania. Participó activamente en los trabajos de asistencia a las víctimas del tsunami de 2004 que impactó en el sur del país y donde además murió su nieto Bhumi Jensen, hijo de la princesa Ubolratana Rajakanya.
Por otra parte, se la reconoce como una mujer sensata, capaz de ver las debilidades de su primogénito y su afición a las mujeres. En una visita oficial a Estados Unidos, declaró: “Tengo que ser muy franca. Mi hijo, el príncipe heredero, es un donjuán. Es un buen estudiante, un buen chico, pero las mujeres lo encuentran interesante, y él encuentra a las mujeres aún más interesantes. Así que su vida familiar no es tan tranquila”.
TIEMPOS DIFÍCILES
Mientras el país está en duelo, nadie se olvida de la princesa heredera Bajrakitiyabha (46), hija mayor del rey Vajiralongkorn, que está en estado vegetativo desde diciembre de 2022, cuando tuvo un colapso cardíaco mientras entrenaba a su perro para una competición. Licenciada en Derecho (estudió en la Universidad de Cornell), con una brillante carrera diplomática, era la candidata natural a convertirse en la primera mujer en ascender al trono de Tailandia.
Según reveló hola.com en agosto pasado, la princesa lleva más de dos años en coma y su situación despierta incertidumbre sobre la sucesión.
Influyente y solidaria, la partida de la madre del actual monarca, Rama X, marcó el fin de una era Revista ¡HOLA!


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