La reforma de la AFI que diseñan en el Gobierno: subdivisión, cambio de nombre y de sede
La Agencia Federal de Inteligencia (AFI) está acéfala hace casi una semana y probablemente deje de existir tal como se la conoce. El Gobierno analiza cambiar su nombre, mudar su sede y, acaso lo más sustancial, separarla en varias agencias, cada una de ellas con una función específica pero todas bajo el ala de la Presidencia. La arquitectura de la reforma pasa por la pluma de Santiago Caputo, el asesor todoterreno de Javier Milei quien, según informó LA NACION la semana pasada, se apresta a designar, con el aval presidencial, como el próximo titular de la nueva estructura de inteligencia a un hombre de su confianza, Sergio Neiffert, sin experiencia en ese campo.
El hecho de que el extitular de la AFI, Silvestre Sívori, fuera elegido por Nicolás Posse y de que el próximo titular sea definido por Caputo exhibe que los asuntos de inteligencia no son materia de interés del Presidente. Como otras áreas de la gestión, son delegados en sus hombres de confianza.
“La idea es reformar por completo el sistema, pero reteniéndolo dentro de la esfera de Presidencia”, dijo a LA NACION alguien que conoce los entretelones del replanteo por venir. “La reforma incluirá a todos los organismos de inteligencia del Estado”, afirmó una alta fuente de gobierno. Eso incluye a la Dirección de Inteligencia Criminal (Dinic), que depende del Ministerio de Seguridad, y a la Dirección Nacional de Inteligencia y Estrategia Militar (Diniem) del Ministerio de Defensa. Si bien ambas direcciones están actualmente dentro del Sistema Nacional de Inteligencia que comanda la AFI, en la práctica tienen bastante autonomía.
Posse se fue de la Casa Rosada señalado entre funcionarios de su propio gobierno por supuestos hechos de espionaje ilegal. Durante los primeros meses de gobierno quiso controlar el sistema de inteligencia. Había tenido la iniciativa de congregar físicamente a las cabezas de las direcciones de inteligencia de las fuerzas en la sede de 25 de Mayo, donde se encuentra la histórica sede de la AFI.
Según supo LA NACION, la reforma que se redacta por estas horas en la Casa Rosada es una respuesta más elaborada a esa misma intención: se buscará centralizar el manejo de toda la inteligencia producida por organismos del Estado para garantizar una mejor coordinación. También para evitar que las fuerzas produzcan información de inteligencia por fuera de sus funciones, según supo este diario. “Hoy hay, por lo menos, cinco fuerzas más que hacen inteligencia y eso no está controlado”, dijo un exfuncionario para advertir que no solo desde la AFI se incurre en las viejas prácticas de espionaje ilegal. Tal como informó LA NACION, hay fuerzas de seguridad que cuentan con equipamiento más moderno y sofisticado que la propia AFI (que encabeza el sistema de inteligencia nacional) para hacer tareas de inteligencia. Una de las agencias que podría quedar bajo el ala de la Presidencia, según supo este medio, abarcaría la producción de inteligencia criminal para perseguir el narcotráfico, un “fierro” que a Bullrich le interesa conservar en la Dinic.
Y es alrededor de este último punto que asoma uno de los “pero” del tema inteligencia en el Gobierno. Patricia Bullrich pide más “fierros” para hacer inteligencia criminal. También tiene interés en atraer a su órbita más dependencias que tienen como activo valioso la información: Migraciones y el Renaper. Quienes conocen las internas que condujeron a la salida de Nicolás Posse del Gobierno remarcan que la ascendencia de poder que tuvo el exjefe de gabinete sobre los organismos de inteligencia de las fuerzas le produjo disgustos a la ministra de seguridad. En marzo Posse se reunió con Bullrich y con Luis Petri para comunicarles la iniciativa de congregar en la actual sede de la AFI a las direcciones de la Dinic y la Diniem.
Una arista de este escenario se vio en la Cancillería. En esos pasillos se vieron propuestas para cubrir cargos de inteligencia y seguridad con rango diplomático y advirtieron una fuerte descoordinación entre la Dinic y la AFI. Ambos organismos postularon allí candidatos para enviar como delegados al exterior, un hecho que es interpretado en esos pasillos como una suerte de competencia por los casilleros. La Dinic corre contra la AFI.
La AFI fue creada en 2015 cuando se reformó la ley de inteligencia y se disolvió la antigua SIDE. Mutó en su estructura e incluso en su denominación. Ahora podría cambiar de nombre una vez más e incluso mudarse de edificio. Pero el manejo de fondos reservados, las escuchas y operaciones ilegales y su falta de control persistieron a lo largo del tiempo.
La reforma bajo estudio es una idea similar a la que surgió durante la campaña presidencial de 2015, cuando el exasesor de Mauricio Macri, Jaime Durán Barba, propuso, con el objetivo de “unir a los argentinos”, cerrar la AFI para remplazarla por una nueva agencia contra el crimen organizado y así poder “dejar en la calle a ese ejército que se ocupa de espiar a los argentinos”, según las palabras que pronunció en ese entonces. Hoy es el ex discípulo de Durán Barba, Santiago Caputo, quien plantea una reforma con una impronta similar. Pero el asesor estrella del presidente Milei tiene consigo un arma de doble filo: quien asumirá como titular de la AFI es un hombre de su confianza.
La salida de Posse dio lugar a un replanteo del sistema de inteligencia y empiezan a asomar disputas por el control de la producción de inteligencia para combatir al narcotráfico Política
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