“La gente quiere conectar desde la diversión”. Cuatro planes con chamuyo, cultura y juegos que rompen con la rutina nocturna

Salir de noche en Buenos Aires no siempre tiene que ser lo mismo. Entre historias de amor que se transforman en bares, copas que invitan a conocerse, o centros culturales que mezclan ajedrez con cine y vino, la ciudad ofrece experiencias que rompen con la rutina.
Un recorrido por rincones donde la charla fluye distinta, el brindis se vuelve ritual y la cultura se vive con un aire fresco, con lugares para animarse a una salida fuera de lo común. De una Tinder Night al tarot, cuatro planes que rompen con la rutina nocturna.
Tinder Night en un centro cultural
Armoza es un verdadero micromundo. En esta casona ubicada en Miller 3036, Villa Urquiza, conviven un wine bar, un centro cultural, un club de ajedrez y un coworking con terraza verde. De día se puede ir a trabajar con una copa de vino al lado, y de noche todo cambia. Recitales íntimos, proyecciones de películas o capítulos de series, noches de juegos de mesa, jam de escritura o sesiones de tarot.
El dato fuerte es la Tinder Night, un evento que organizan dos veces al mes para conectar gente en vivo, sin pantallas de por medio. Con dinámicas como bingo de coincidencias o juegos de refranes, la consigna es charlar con la mayor cantidad de personas y dejar que el azar haga lo suyo. Suelen ir unas 150 personas por edición, de entre 30 y 45 años, pero cualquiera puede sumarse.
Además, hay espacio para la música, desde jazz para cortar la semana hasta escuchar Dark Side of the Moon de Pink Floyd sincronizado con El Mago de Oz. Y en todo momento, acompañan copas de bodegas pequeñas y tapeos de autor. Es cercano, cálido, sin pretensiones y con un abanico cultural que lo hace distinto a cualquier otro plan porteño.
Vino con Chamuyo
En Vino con Chamuyo el protagonista no es solo el vino, sino la dinámica social. Es una propuesta creada por la influencer Candelaria Zambrana, que se basa en un encuentro entre personas en un bar, con la intención de que tomen una copa de vino, se relajen, salgan de su zona de confort y rompan esa coraza de conocer gente nueva.
Este espacio nació en Palermo Wine Club (Gorriti 5646) para que las conversaciones fluyan, y lo logra con juegos, consignas y propuestas que cambian cada encuentro. Se puede arrancar con una trivia, pasar a un juego de mesa, tirar una carta de tarot o simplemente dejarse llevar por actividades pensadas para romper el hielo.
El resultado es que nadie se queda en su rincón, la idea es que entre copa y copa se armen charlas nuevas, amistades espontáneas o incluso algo más. Es un plan perfecto para quienes buscan salir de la típica salida a cenar y vivir una noche más lúdica, descontracturada y memorable.
“Pareciera que la gente tiene ganas de conectar desde un lado más de diversión, tranquilidad y algo fresco, y no tanto desde lo serio”, sostiene Zambrana.
Palermo es el barrio elegido para este mix entre vino, diversión y comunidad, donde siempre se siente que te llevás algo más que un brindis. Ni bien tienen una fecha la suben a sus redes sociales para que puedas obtener tu entrada al mejor precio.
Vino, historia y mística en una casona de 1917
Helka: vino, historia y mística en una casona de 1917
Helka (Freire 1117) no es un bar más, es un wine bar que nació en plena cuarentena en una casona de 1917 y se transformó en un lugar donde todo tiene un sentido. Desde las fotos familiares en las paredes hasta el nombre, inspirado en una historia de amor real durante la Segunda Guerra Mundial. El lugar vibra con nostalgia, pero también con energía actual.
Además de su carta pensada en bodegas boutique y etiquetas poco masivas, lo que atrapa es la fusión entre vino y propuestas culturales. Un noche hacen lectura de tarot maridada con el signo zodiacal de cada persona; en otras fechas hay bingo musical, un ciclo de trivia o una jam de arte. Es esa combinación de ritual, vino y juego lo que convierte a Helka en un plan único.
En la cocina las estrellitas se las llevan las tapas con memoria familiar y un giro actual, como croquetas de risotto con corazón de queso azul, pierogi polacos o pastrón casero que se sirven para compartir y seguir charlando. Hay un rincón para cada estado de ánimo: tienen terraza, patio, entrepiso íntimo o mesa larga para festejar con amigos.
“Acá la gente viene a brindar, pero también a encontrarse. Es un lugar que une historias”, cuenta Andy, socio fundador.
Un club de vino poco convencional
En Palermo, Overo (Nicaragua 4583) propone una idea fresca, un espacio donde el vino se disfruta sin poses y con actividades que cambian semana a semana. Hacen catas guiadas por sommeliers que hablan simple, un ciclo de cine con copa en mano o una charla con productores que cuentan de primera mano cómo hacen su vino.
Lo que engancha de Overo es la sensación de comunidad, porque no importa si se va solo, con pareja o en grupo, siempre es una buena oportunidad para compartir una charla de mesa larga o un brindis improvisado. Es un lugar para aprender, descubrir y, sobre todo, disfrutar sin protocolos.
“Queremos que todos se sientan cómodos, desde quien recién empieza en el vino hasta el que ya sabe un montón”, dicen sus creadores.
El espacio invita a explorar sin miedo y a compartir descubrimientos en un ambiente cálido y distendido. Si se busca un plan donde el vino sea el eje, pero la experiencia vaya más allá de lo gastronómico, Overo es ese punto de encuentro que se adapta a cualquier noche.
Un recorrido por propuestas donde la charla fluye distinta en lugares para animarse a una salida fuera de lo común Qué sale?
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