La debacle de River pasó de la escala de los silbidos a los fuertes insultos

Los únicos aplausos y reconocimiento en el Monumental tuvieron por destinatario a alguien que representa épocas mejores de River, que solo son recuerdos. Fueron para Lucas Pratto, que gasta los últimos cartuchos de su veteranía para dejar a Sarmiento en primera división. También desde las tribunas bajó un respetuoso homenaje y un batir de palmas para Miguel Ángel Russo. Ponderable muestra de civilidad en un fútbol muchas veces contaminado por el salvajismo.
En esas dos demostraciones quedaron reflejados los únicos gestos de agradecimiento de los hinchas de River. Para el equipo, cuando ya se iba el partido y la derrota era irreversible en medio del erial futbolístico, por primera vez hubo el cántico insultante, el más penetrante e hiriente: “Jugadores… la…”. Ya no silbidos ni reacciones de desaprobación, que los hubo también. Se pasó a una escala superior, a la lapidación verbal por la cuarta derrota consecutiva en el Clausura, consecuencia directa de un pésimo partido del equipo. Sin ideas ni criterio. Nunca en sus dos ciclos Marcelo Gallardo había perdido cuatro cotejos en fila por el torneo local. A diferencia de la anterior derrota de local, ante Riestra, cuando se metió inmediatamente en el vestuario, esta vez el Muñeco esperó a sus jugadores, en un clima que era mucho más inhóspito que el causado por una fina lluvia.
A la endémica endeblez defensiva de River esta vez se sumó un grueso error de Armani, que al querer evitar un córner dejó la pelota viva y el chileno Morales aprovechó con una definición de caño. El equipo de Gallardo recibió goles en siete de los últimos ocho partidos. Solo cuando resistió con el cuchillo entre los dientes, frente a Racing por la Copa Argentina, consiguió terminar imbatido.
La flojera atrás es un condicionante muy importante para un equipo que no consigue definir un estilo ni estabilizar un rendimiento. Partido especial para Gallardo por el rearmado de la formación a la que se vio obligado por las siete bajas entre los convocados a las selecciones por la fecha FIFA y los lesionados. También contó con un par de regresos, Driussi y Maxi Meza, a quienes les hizo un lugar en el banco y los mandó a la cancha cuando quemaban las papas.
Lo más destacado de River 0 – Sarmiento 1
Siempre propenso a sorprender con la alineación, esta vez el entrenador de River sacó una carta que nadie tenía con la titularidad del juvenil Thiago Acosta. Un volante ofensivo de 20 años, que ya había tenido unos pocos minutos en Tucumán frente a Atlético, y ahora le daban la responsabilidad de ser el mediocampista central, un lugarteniente de Galoppo, con más libertades para soltarse y llegar hasta el área rival. El planteo local era un clásico 4-4-2, con más tendencia a tejer juego por adentro que a desbordar, con Bustos y Casco sin encontrar el tiempo ni la oportunidad para proyectarse.
Sarmiento no se metió atrás, sino que trató de presionar cerca de la línea media. La pretensión de ahogar a River en la zona de creación la llevó a la práctica durante varios pasajes. Lo mejorcito del local pasaba por los pies de Lencina, encargado de darle algo de fluidez y continuidad al juego. Los intentos se reducían a centros cruzados y remates de media distancia. Sarmiento se sentía bastante cómodo y cada tanto enfriaba el juego con jugadores caídos que requerían atención médica.
Con una posesión que orillaba el 70 por ciento, River no generaba situaciones en esa proporción. Ante la falta de lucidez en los últimos 25 metros, se repetían los remates de media distancia de Galoppo. Mientras trataba de resolver esa ecuación ofensiva, River se llevó el guantazo en la cara del gol de Sarmiento. Más nervios, primero para reclamarle al inseguro árbitro Zunino una mano en el origen de la jugada del gol. Después, en el cierre de la primera etapa, por una mano de Insaurralde en el área visitante. Lo más cerca que había estado River del empate fue con una entrada de Bustos -bien asistido por Colidio- que desvió Acosta.
Borja reemplazó a Colidio, que había sido más productivo que el confuso Salas. El nerviosismo de River se hacía cada más patente. A más de un jugador le quemaba le pelota en los pies, las imprecisiones se sucedían, los pases eran comprometidos. No le encontraba la vuelta al partido y Gallardo puso a un tercer delantero, el reaparecido Driussi, para jugar detrás de Salas y Borja. Debutó Cristian Jaime, de 19 años, un volante ofensivo que en una doble equivocación casi propicia el segundo gol de Sarmiento en una volea de Giménez –de las inferiores de River- que se fue por arriba del travesaño. Un rato antes, en otro descalabro defensivo, Armani se redimió en parte de la equivocación del gol al taparle un mano a mano a Contrera.
El “movete River movete…” se hizo escuchar con bronca ya desde los 12 minutos del segundo tiempo. El equipo estaba partido, atropellado arriba y expuesto a ser sorprendido en algún contraataque. Sarmiento se sostenía con el veterano Insaurralde despejando todo lo que llegara por arriba y con las seguras intervenciones de Acosta.
El paño frío que era el empate de Borja en el minuto 48 quedó en la nada por el correcto off-side que marco el VAR. Debacle consumada. Cuando los jugadores se reunieron en el círculo central para el saludo final, los abucheos fueron más fuertes para un equipo que no se despierta.
Perdió 1-0 ante Sarmiento, cuarta derrota consecutiva en el Clausura; la reacción de los hinchas fue contundente Fútbol
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