La crisis boliviana​

El Estado Plurinacional de Bolivia vive una situación de debilidad institucional de imprevisibles consecuencias. Las tensiones políticas, ideológicas, económicas y sociales crean desconfianza y un clima de polarización extrema.

El conflicto por la renovación del liderazgo en el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) provocó que el partido de gobierno se dividiera en dos facciones: los seguidores de Evo Morales y los de Luis Arce.

Desde principios de 2023, Bolivia atraviesa una importante escasez de liquidez de la divisa norteamericana, que coincidió con bajas en las reservas internacionales netas. Según el Banco Central boliviano, las reservas internacionales han caído a aproximadamente 1700 millones de dólares, lo que representa menos del 4% de su PBI, de los cuales solo 140 millones son divisas líquidas.

El gobierno importa gran parte de la gasolina y el diésel a precios internacionales y los vende a la mitad del costo en el mercado interno. Las dificultades para obtener divisas generaron un escenario preocupante para sectores claves de la economía.

Entre otras cuestiones, se complicó el abastecimiento de productos importados, como los medicamentos, y se disparó el costo del transporte.

Para conseguir más divisas, el gobierno vendió activos nacionales, echando mano de los dólares en los fondos de pensiones, e impuso controles de capital. Estas medidas, lejos de solucionar el problema, crean un ambiente de inseguridad y desconfianza en el mercado, al tiempo que desalientan inversiones extranjeras.

Los transportistas, agropecuarios y activistas del país reclaman al gobierno de Arce medidas para superar lo que consideran es una crisis económica. Según la consultora Diagnosis, el 52% de la población advierte que la falta de dólares y combustibles se debe a una mala gestión, mientras que el 62% sostiene que el país ya vive una crisis económica.

Resulta necesario que Arce descomprima la tensión política, tome medidas para diversificar la economía de manera de recuperar la confianza de los inversores y así reactivar la actividad económica.

​ El Estado Plurinacional de Bolivia vive una situación de debilidad institucional de imprevisibles consecuencias. Las tensiones políticas, ideológicas, económicas y sociales crean desconfianza y un clima de polarización extrema.El conflicto por la renovación del liderazgo en el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) provocó que el partido de gobierno se dividiera en dos facciones: los seguidores de Evo Morales y los de Luis Arce.Desde principios de 2023, Bolivia atraviesa una importante escasez de liquidez de la divisa norteamericana, que coincidió con bajas en las reservas internacionales netas. Según el Banco Central boliviano, las reservas internacionales han caído a aproximadamente 1700 millones de dólares, lo que representa menos del 4% de su PBI, de los cuales solo 140 millones son divisas líquidas.El gobierno importa gran parte de la gasolina y el diésel a precios internacionales y los vende a la mitad del costo en el mercado interno. Las dificultades para obtener divisas generaron un escenario preocupante para sectores claves de la economía.Entre otras cuestiones, se complicó el abastecimiento de productos importados, como los medicamentos, y se disparó el costo del transporte.Para conseguir más divisas, el gobierno vendió activos nacionales, echando mano de los dólares en los fondos de pensiones, e impuso controles de capital. Estas medidas, lejos de solucionar el problema, crean un ambiente de inseguridad y desconfianza en el mercado, al tiempo que desalientan inversiones extranjeras.Los transportistas, agropecuarios y activistas del país reclaman al gobierno de Arce medidas para superar lo que consideran es una crisis económica. Según la consultora Diagnosis, el 52% de la población advierte que la falta de dólares y combustibles se debe a una mala gestión, mientras que el 62% sostiene que el país ya vive una crisis económica.Resulta necesario que Arce descomprima la tensión política, tome medidas para diversificar la economía de manera de recuperar la confianza de los inversores y así reactivar la actividad económica.  Editoriales 

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