La batalla del tándem Milei-Caputo y los megaproyectos que entusiasman en medio de la urgencia​

Nadie tiene del todo claro si el mito fue creado por él mismo o surgió de una convicción colectiva en el círculo rojo. Es probable que se haya tratado de una cuota de ambas cosas. Cualquiera sea el caso, la creencia existe: algunos agentes de poder le adjudican al ministro de Economía, Luis Caputo, un conocimiento especial para navegar el mercado en situaciones adversas. Por eso, lo comparaban con Lionel Messi durante el gobierno de Macri, algo que le valió también tomadas de pelo. “Messi” volvió esta semana.

El equipo económico implementó un mecanismo para pagar barato por los dólares que les compra a los exportadores y venderlos caros en los canales financieros. La operación tiene dos caras: los críticos de Caputo dicen que es un mecanismo para intervenir en el mercado cambiario. Tienen razón. Sus defensores, en cambio, sostienen que es la manera de esterilizar pesos para bajar más rápido la inflación, salir del cepo y alcanzar antes el fortalecimiento de las reservas. También tienen razón.

Santiago Bausili estuvo activo esta semana explicando qué estaba pasando. Lo escucharon desde el presidente Javier Milei hasta algunos ministros y asesores estrella, como Santiago Caputo. El jefe del Banco Central explicó que las turbulencias financieras se deben al ruido político, pero también a una dificultad propia que enfrenta el Gobierno. Una parte del mercado no le cree.

El equipo económico, con la convicción que le transmite el propio Milei, está dispuesto a mostrarles a todos que están equivocados. Es el inicio de una disputa peligrosa.

Caputo sigue siendo Caputo y sigue jugando plenos, aunque pase el tiempo. Seis años atrás, le había recomendado al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, poner sobre la mesa la amenaza de usar US$5000 millones para defender al peso. El susto tuvo efecto y el dólar cayó.

Son decisiones con efectos de corto plazo y altos costos. Ahora, la intención oficial es aprovecharlo como puente hacia otra cosa.

Está consensuado al interior del Gobierno la elección de acumular reservas en el Banco Central a un ritmo menor a cambio de enviar la señal de que habrá cada vez menos pesos en la economía y la marcha del dólar estará controlada. El razonamiento es el siguiente: si no hay corridas cambiarias exitosas y los agentes económicos entienden que Milei y Caputo están decididos a secar la plaza de billetes, la inflación bajará más rápido y más fácil.

Es el nuevo plan empalme. Cuando la suba de precios esté alineada con la devaluación mensual del 2%, se liberará el tipo de cambio, el dólar volverá a tener un solo precio y será mucho más sencillo acumular reservas en el Banco Central.

Hay un dato que falta para cerrar la historia: cuándo será el momento de la convergencia. Caputo, Bausili y el propio Milei se cuidan de hablar de fechas, incluso cuando conversan sobre estos temas con sus más encumbrados compañeros de Gabinete.

Milei y Caputo están enfocados en mejorar el “Veraz” del país para demostrarles a los dueños de los bonos argentinos que están equivocados. Esto implica sostener el camino del superávit financiero, cueste lo que cueste, reducir la cantidad de dinero y profundizar la desinflación.

El Gobierno dará en los primeros días de la semana que arranca un paso clave en esa dirección. Economía, Jefatura de Gabinete y la Secretaría Legal y Técnica trabajaban anteayer contra reloj para reglamentar la reforma del nuevo impuesto a las ganancias, que les daría más ingresos al Tesoro nacional y a las provincias. Esperan que se publique mañana en el Boletín Oficial.

La implementación se chocó con un lobby agotador por parte de las empresas petroleras. La ley establece que solo el personal de yacimientos pagará menos por el impuesto.

El sector privado, en cambio, pide que se incluya un concepto mucho más amplio. El motivo es evidente: lo que el Gobierno les saque a través del impuesto, repercutirá en mayor presión sobre las compañías al momento de discutir salarios.

Mejorar el “Veraz” argentino es una decisión en medio de la necesidad. El plan de Caputo contempla volver a los mercados internacionales de deuda. El ministro tuvo una muestra de lo que puede pasar. Caputo y su secretario de Finanzas, Pablo Quirno, recibieron en el último tiempo comentarios de inversores internacionales dispuestos a prestarle dinero a la Argentina mediante la emisión de nuevos bonos.

Caputo escuchó la propuesta, pero la declinó. El retorno a las ligas más grandes de las finanzas implicaría hoy convalidar tasas de interés exageradas. De todas formas, fue un anticipo de lo que puede ocurrir en caso de que Milei logre encaminar el barco a la orilla, y le crean.

Hay otras dos noticias que Caputo y Quirno celebraron en los últimos días. La semana pasada, Telecom tomó deuda internacional por US$500 millones, y el último jueves TGS obtuvo US$490 millones por la misma ruta. Creen que el sector privado llegó antes a un lugar al que el Estado arribará más tarde.

La Casa Rosada tiene que sortear determinados escollos en los próximos meses para alcanzar la orilla que busca el Ministerio de Economía. Hay algo que no salió de acuerdo con lo que esperaba el Gobierno. Se trata del flujo de ingreso de dólares. Esa pesadilla en la primera parte del año puede convertirse en un bálsamo para lo que queda de 2024.

Caputo dispuso un pequeño equipo jerárquico para controlar la marcha del ingreso de divisas de diversos sectores. Entre ellos, el campo. Lo lidera él mismo, secundado por Juan Pazo (secretario de Planeamiento) y Federico Furiase, un asesor que también tiene una silla en el Banco Central. Todas las tardes reciben informes que luego orientan ciertas decisiones.

Hay motivos para creer que algunas ideas que se han cristalizado en sentido común pueden terminar siendo erróneas. La historia dice que el segundo semestre es más complejo que el primero en cuanto al ingreso de dólares. El propio Milei volvió a recordarlo últimamente. Pero el campo liquidó unos US$12.000 millones hasta junio y tendrá otros US$14.000 millones en la segunda parte del año. De manera que el sector podría convertirse en una gran ayuda para el Banco Central si se dan ciertas pautas.

Las condiciones de ese auxilio, en cambio, están en entredicho. Sucede que el equipo económico no piensa lo mismo que los dueños de los granos. Caputo lo ha discutido en primera persona con algunos exportadores, un grupo compuesto por Cargill, Bunge y Dreyfus, entre otras empresas.

Por distintos motivos, muchos productores están entregando granos a los exportadores, pero sin fijar precio, porque creen que podrían obtener un beneficio mayor más adelante, ya sea porque haya una devaluación o debido a que el Gobierno disponga mejores condiciones. Es lo mismo que retener producto.

En la vereda de enfrente, Caputo está firme y transmitió ese mensaje. No mejorará el blend exportador (permite liquidar el 20% de las divisas en el contado con liquidación, más caro), porque eso implicaría alejar la posibilidad de unificar el tipo de cambio.

Es una pulseada sin gritos ni aprietes al estilo del gobierno anterior, pero no por eso involucra intereses menos importantes. Pese a lo que le dicen, Caputo cree que la política de no emitir dinero y bajar la inflación aumentará la confianza y llevará al campo a liquidar por la eliminación de la expectativa de devaluación y el temor de que pierdan plata cuanto más lo duden.

El ministro de Economía despliega esa narración desde hace tiempo. Milei también lo hace. En el futuro cercano, los pesos serán más importantes que los dólares, según la mirada de este tándem. Caputo se los dijo a los banqueros hace dos semanas y al campo mucho antes. La polémica que desataron sus comentarios del viernes solo se entienden porque esta vez lo expresó en público.

Pese a la convicción del ministro, muchos dueños de los granos están dispuestos a esperar para corroborarlo. ¿Cuánto? Diciembre es una fecha importante en el calendario, pero, en la práctica, los más desconfiados podrían aguantar hasta abril del año próximo, cuando están obligados a recomenzar el ciclo productivo.

Hay una convicción circular en la Casa Rosada. La llegada de dólares hará que vengan más dólares. Por eso, hay que conseguir los primeros. El camino imaginado para obtenerlos ya comenzó e involucra un ajedrez de futuro que arranca en la seducción de quienes tienen plata afuera, pasa por el país y espera un aventón decisivo de Donald Trump en su carrera hacia la Casa Blanca.

Dos personajes de perfil bajo, pero relevantes en el engranaje del Gobierno, están trabajando para poner en marcha el régimen de estímulo a las inversiones conocido como RIGI. Son María Ibarzábal Murphy y José Rolandi, que tuvieron un rol destacado en la Ley Bases y forman parte del equipo de Guillermo Francos en la Jefatura de Gabinete.

Caputo y el recientemente incorporado Daniel González (exYPF, exIDEA) también están activos por el tema, y todos dialogan con empresarios mineros, petroleros y de la energía cara a cara o a través de las cámaras de representación sectorial.

La reglamentación del RIGI es larga y tediosa, porque cualquier error podría traerle problemas a la autoridad de aplicación. No estará antes de las primeras dos semanas de agosto, porque exige muchas definiciones, entre ellas, qué porción de los proyectos en ejecución pueden entrar al régimen por la parte restante.

La Casa Rosada debe pedirle una licencia a su propia ansiedad. Más allá de los proyectos que se conocen, hay una lista que solo tiene el Gobierno, con proyectos que le pueden cambiar el ánimo por el nivel de inversión que implicarían.

Profertil, una de las mayores fabricantes de fertilizantes del planeta, quiere duplicar la producción en su planta de Bahía Blanca para satisfacer toda la demanda local de urea y exportar unas 600.000 toneladas a Brasil. Es una inversión de US$1700 millones que la empresa quiere hacer desde hace tiempo. Ahora, la relanzó por el RIGI. Y su vecina Dow, ubicada en el mismo polo industrial, buscará producir una nueva línea de productos allí.

Las refinerías también quieren aumentar su capacidad. Axion (PAE), la empresa que conduce Marcos Bulgheroni, ya comentó su intención, al igual que Shell (Raízen). Trafigura, dueña en el país de la marca de combustibles Puma, también analiza opciones.

De evasores a contribuyentes

El Gobierno reglamentó esta semana un nuevo blanqueo, que permite declarar dinero sin penalidades para convertir en contribuyentes a quienes hasta ahora están en el casillero de los evasores. Los especialistas sostienen que es uno de los más generosos de la historia. Dicen que se podría sumar por esa vía no menos de US$2000 millones el mes próximo.

El fatídico episodio del sábado 13 de julio pasado en Pensilvania tiene implicancias para la Argentina, porque confirmó un poco más lo que todavía es una presunción. El atentado contra Donald Trump, que era ya competitivo, lo deja más cerca de volver a la Presidencia. Las elecciones serán el 5 de noviembre próximo. Después de esa fecha, se espera un apoyo más decidido de Estados Unidos, principal accionista del FMI, para acercar a la conducción del organismo con las necesidades argentinas, compensar votos en contra y torcer la posible molestia del staff por las críticas de Milei.

La posible ayuda del republicano es cada vez más valiosa en un contexto en el que la necesidad local llevó a Caputo a practicar un estilo libre que va en contra del manual de Washington. Expresado en términos crudos, el planteo del FMI contra la intervención del mercado es sencillo: la Argentina le va a pedir dinero para hacer que el dólar esté barato y la gente tenga, entonces, más ganas de comprar dólares.

La política y las relaciones de poder son las únicas que pueden resignificar las apreciaciones técnicas.

​ El Gobierno intentará publicar en los primeros días de la semana la reglamentación del nuevo impuesto a las ganancias, envuelta en un intenso lobby del sector petrolero; la Casa Rosada tiene los nombres de varias empresas de primera línea -petroquímicas, petroleras, mineras- que tienen intención de aportar capitales con el nuevo régimen de inversiones; la decisión del núcleo más concentrado de funcionarios de hacer los deberes hasta que puedan aplicar el nuevo “plan empalme” y superar la desconfianza del mercado  Economía 

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