Juan Luis Bour: “El riesgo de la apreciación es dañar una parte del entramado productivo”​

Para Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, el primer año de gestión de Javier Milei arroja un balance “muy positivo” en términos de la estabilización de la economía, especialmente si se compara con el escenario heredado. “Se logró evitar una crisis mayor, a pesar de que tuvimos una contracción del PBI. Eso era descontado, pero podía haberse dado una situación de caída mayor con una aceleración aun mayor de la inflación, lo cual por supuesto es contrafáctico y es difícil afirmarlo. Lo hace el Gobierno, pero sin dudas se enfrentaba esa posibilidad”, dice, en diálogo con LA NACION.

El analista elogia la vocación de equilibrio fiscal del Gobierno y advierte que esa variable confirma expectativas de potencial crecimiento para los próximos años. “Lo que sorprendió en última instancia es la capacidad que hubo para, con instrumentos relativamente escasos y una oposición importante, lograr lo que se logró, y estabilizar la economía a partir de un severo ajuste del gasto público”, dice Bour, quien advierte por la dinámica de la apreciación cambiaria y los riesgos de ese proceso. “El riesgo que hay es que estés dañando una parte del entramado productivo que podría ser eficiente, pero que para serlo y poder competir con el resto del mundo, necesita tiempo”, dice.

-¿A qué se refiere con lo de “instrumentos escasos”?

-Está dado básicamente por lo político y la capacidad que se presumía que existía para aprobar o tomar ciertas decisiones, la carencia de una coalición política explícita y en particular la necesidad de negociar con gobernadores que no tenían pertenencia a la fuerza del presidente.

-¿Qué análisis hace sobre la dinámica fiscal y cómo llegó a este superávit?

-El ajuste recayó mayoritariamente sobre el sector privado, alrededor del 70%, no hay dudas de eso. Y el 30% restante es ajuste en el Estado. Esas son las estimaciones que hay. Siempre se puede pensar en un algún tipo de corrección distinta, que hubiera implicado reducir más otras partidas de gasto, particularmente el gasto tributario. Se discutió mucho que eso no se tocó sustancialmente, la parte de los impuestos que se dejan de cobrar por exenciones especiales que hay, lo más notorio son los regímenes promocionales de Tierra del Fuego, el régimen de hecho que tiene parte del consumo de cigarrillos y demás. Hay partidas que se discutieron bastante, podrían haber sido tocadas y no lo fueron, y las razones de eso son probablemente políticas. Ello obligó a que si querías hacer un ajuste del gasto, había que tocar otras partidas. Por eso, el recorte tan importante del gasto fue sobre las prestaciones sociales, y particularmente jubilaciones. Mirando desde el final del año, después de las cosas que pasaron, hubo un ajuste del gasto que recayó en buena medida en menores pagos de estas prestaciones. Una parte de eso fue eliminar filtraciones, como los intermediarios de la política social, pero la parte más importante cuantitativamente fueron las jubilaciones. Eso queda como una decisión que se tomó en 2024 y que hacia futuro hay que pensar en algún tipo de corrección.

-¿En qué sentido?

-El Gobierno creo que lo está pensando, en términos de que quienes cumplieron con los regímenes previsionales, los 30 o 35 años de aportes efectivos, necesitan un reconocimiento de eso. Hoy, el nivel de prestaciones es similar al del año pasado, se pudo recuperar en la segunda parte del año parte de las prestaciones para quienes aportaron sin moratoria, y están 8 puntos arriba respecto de noviembre de 2023. Pero esto no evita que todas las jubilaciones, a raíz de los ajustes producidos durante la gestión de Fernández y la última parte de Macri, estén 40% debajo de 2015. Y esa caída es anterior al Gobierno de Milei, pero la regla actual de ajuste por inflación lleva a que las jubilaciones no puedan recuperar. Lo mejor que se puede aspirar es que la inflación sea cero.

-¿Había otras alternativas?

-Sí, siempre se pueden imaginar otros recortes, o imaginar algo de crédito para financiar déficit, pero en todo caso lo más importante es que el Gobierno dio señales muy claras de que no se mueve del equilibrio fiscal y que va a hacer lo necesario para mantenerlo. Y eso generó expectativas diferentes. Eso, en el horizonte de los tres años que le queda a esta gestión, es un cambio copernicano para la Argentina. Serán cuatro años de equilibrio fiscal, que tiene que dar estabilidad a la economía.

-¿Qué escenario hay para 2025, en lo fiscal? ¿Hay margen para baja de impuestos como retenciones, como planteó Milei?

-Está claro que si tenés recuperación de la actividad económica, tenés una elasticidad en los impuestos. La recaudación tributaria está muy asociada al PBI, y así como se cae cuando cae la economía, crecen con la recuperación, entonces uno puede esperar que con la recuperación, tanto el IVA como los impuestos internos o el impuesto a los combustibles, van a crecer. Además, ya se anunció que este último va a ir para arriba. La recaudación estaría blindada para mantener el principio de equilibrio fiscal global. De ahí a reducir impuestos es más largo. Tenemos la eliminación del impuesto PAIS. Alguna reducción es posible, pero la cautela que tiene el Presidente cuando se refiere a las retenciones habla de una baja que por ahí va a ser simbólica. No te da para las dos cosas. Y otra cosa también es en qué medida se puede seguir controlando el gasto, en el sentido de mantener una baja adicional frente a una economía que crece, donde las demandas van a estar. Esto es muy importante, porque tener un nivel de gasto más fácil de financiar, en un nivel más bajo que el actual, es importante porque en cualquier momento la economía puede enfrentar shocks externos de naturaleza negativa. Y ante ese escenario, el equilibrio te da margen para efectivamente actuar, tomando algo de deuda o reduciendo el gasto adicionalmente. Eso es lo que significa la sostenibilidad: tener margen para actuar.

-¿Qué análisis hace de la dinámica del sector externo?

-Hay indicadores de la economía recuperando, y se están generando expectativas de que la economía hacia adelante va a tener recursos adicionales en el caso de un aumento de las exportaciones por el lado de la energía, eventualmente por el lado de la minería y del agro, que siempre ha tenido un comportamiento expansivo cuando se considera un período de varios años. Y si se bajan las retenciones, da espacio para mayor competitividad. Entonces, se están generando expectativas de un importante flujo de divisas y eventualmente de un balance comercial que se mantenga positivo a pesar de la recuperación de la economía, que naturalmente lleva a más importaciones. Ese escenario que se está generando lleva en general a un peso más fuerte, a una apreciación cambiaria adicional. Tenés un contexto donde se están anunciando reformas que podrían potenciar fuertemente las inversiones, de entrada de capitales, y si todos creemos que eso va a ser así por mucho tiempo, lleva a una apreciación en términos reales. El riesgo que hay es que estés dañando una parte del entramado productivo que podría ser eficiente, pero que para serlo y poder competir con el resto del mundo, necesita tiempo, porque viene de décadas de una economía cerrada.

-¿Qué implica eso?

-Una parte de la producción puede volverse eficiente si hacés reformas en la economía, incluyendo una situación impositiva más favorable, pero eso lleva tiempo. En el medio, podés tener que muchos desaparecen. Es decir, en un escenario por expectativas favorables como se está armando puede llevar, si no sos lo suficientemente prudente con tus políticas macroeconómicas, a un desarme de posiciones del entramado productivo. En particular en la industria, que en condiciones en la que le das tiempo para ajustarse puede llegar a tener mayor productividad, pero si la reforma laboral la hacés en 2026, la reforma impositiva le llega a la empresa en 2027, probablemente no tenga espalda para aguantar, y eso te lleva a una economía que depende demasiado de la actividad primaria, como el agro, la minería o la energía, lo cual te cambia la estructura y te genera consecuencias sobre sectores industriales y sobre el empleo. La preocupación es que si bien hoy todas las señales van en el sentido de una reestructuración de la economía, lo hacen simultáneamente con un peso que se aprecia muy fuertemente porque la tasa de devaluación vino sistemáticamente por debajo de la inflación, y eso puede llevar a un proceso de atraso importante y finalmente a lo que se llama la ‘enfermedad holandesa’.

-¿Hoy es un problema el tipo de cambio?

-Es algo que preocupa hacia delante, si lo pensás como un proceso que va a continuar y necesariamente va a seguir apreciándose en los próximos dos o tres años. Es un proceso que te va a causar algún efecto colateral, y que por eso tendrías que ser cauteloso, probablemente profundizando la política fiscal. Pero para eso requerís decisiones que sean compartidas, además, por los gobiernos provinciales. La cuestión fiscal no es solo de la nación. Y, en segundo lugar, ser cauteloso en política monetaria y cambiaria.

-¿Cuál es la perspectiva en materia de empleo?

-Este año tuvimos caída de actividad en el primer semestre. Venimos de una recesión muy larga, porque en la industria empezó en mayo de 2022 y terminó en abril de este año, es decir, duró dos años. En la economía empezó algo más tarde y terminó probablemente hacia mayo. Pero a pesar de esa caída, la contracción del empleo fue relativamente pequeña, no hubo una suba del desempleo notorio, y eso se debe a dos cosas. Tuviste ajuste de costos en la primera parte del año, porque tras la devaluación hubo un ajuste de costos laborales por la caída de salarios. Luego, tuviste un comienzo de la recuperación de la actividad, con decisiones de ir reduciendo regulaciones y tratando de bajar costos, y algo de eso impactó favorablemente en las empresas. Finalmente, la expectativa fue que iba a haber una recuperación más o menos rápida en el segundo semestre, y fue menos rápida, pero ahora la expectativa es que sea más rápida en 2025. En ese escenario, las empresas trataron de aguantar con su dotación de personal, esperando una recuperación de la demanda. Y en ese escenario, más vale tener el empleo ya contratado. Probablemente veamos algún descenso del desempleo en el tercer y cuarto trimestre. Si bien el empleo no crece a una tasa muy importante, y fue 0,3% en el último dato mensual, es un número relevante para el empleo privado asalariado, que dio 0,2% en el mes. Eso, anualizado, es 2,5%. No son tasas espectaculares, pero se dan a la salida de la recesión. Y no hay que olvidar que la mayoría de las empresas tiene bajo uso de capacidad instalada, y no tienen motivos para tomar mucho empleo. Lo que se ve son contrataciones por empresas que se están sumando. En las que están en el mercado, deberíamos ver es esa tendencia madurando en algún momento de 2025.

​ Es licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y docente universitario; fue consultor de diferentes organismos internacionales y desde 1977 trabaja en la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), donde se desempeña como economista jefe y director  Economía 

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