John Williams compuso la música de películas que con solo escuchar algunos acordes aparecen imágenes​

La semana pasada Disney+ estrenó el documental La música de John Williams, dirigido por Laurent Bouzereau. El film se centra en la vida del compositor de 92 años cuya carrera ocupa más de setenta años y es una de las figuras fundamentales de Hollywood al estar principalmente relacionado con directores como George Lucas y Steven Spielberg.

Williams [Nueva York, 1932] creó más de 100 bandas de sonido, fue nominado 54 veces al Oscar y ganó cinco [El violinista en el tejado, Tiburón, Star Wars: Una nueva esperanza, E.T. El extraterrestre y La Lista de Schindler]. Además, ostenta de tres récords en lo que a los premios de la Academia se refiere: es el nominado con mayor edad, el que tiene más candidaturas en diferentes décadas y es la persona viva con más nominaciones al Oscar.

Su nombre es sinónimo de música de películas, acompañamiento que comenzara en vivo durante el periodo del cine mudo y se asentara como pieza fundamental en la década del 30.

Antes de 1927, cuando Warner Bros. presentó El Cantante de jazz, con Al Jolson, interpretando cinco temas musicales en un largometraje mayormente mudo, las películas eran musicalizadas en vivo en cada cine, ya sea mediante un fonógrafo en la sala o interpretada por músicos, o frecuentemente por un pianista, en las funciones especiales o en las más caras de las principales ciudades de Estados Unidos.

Muchas de las piezas eran clásicas si las tocaba la pequeña orquesta o improvisadas si el encargado era el pianista. Como ejemplo, el sketch Kathy, La Reina del Saloon, de Les Luthiers de 1979, parodia el acompañamiento de un pianista a un western de la época del cine mudo.

Desde que el cine tuvo la capacidad de sincronizar el sonido y la música con la imagen, el score, o banda de sonido, se convirtió en parte integral e indivisible de un film. Al día de hoy, el 99 por ciento del contenido audiovisual que vemos, ya sea cine o series, tiene música. En su mayoría, la banda no forma parte de lo que está sucediendo en la pantalla sino que es algo agregado, hasta artificial, para lograr crear un ambiente y acompañar emociones. Tomado del vocabulario narrativo clásico, a la música se la denomina no diegética cuando los personajes no escuchan la música sino que está hecha para el público, como “La marcha imperial”, de John Williams, presentada en El Imperio Contraataca, de 1980.

Música diegética es cuando un personaje toca un instrumento, hay un concierto en la película o se escucha un tema en la radio. Muchas películas han jugado con esta formas de teoría cinematográfica como el Manifiesto Dogma creado por los directores daneses Lars von Trier y Thomas Vinterberg, de principios de los años 90, donde, entre otras cosas, se proponía que la música de la película fuera solamente diegética, un personaje tocando la flauta, por ejemplo.

En El último gran héroe, de John McTiernan con Arnold Schwarzenegger, un chico se mete en una película de acción y en cada secuencia de persecución, el personaje de Arnold, cambia el CD de su camioneta musicalizando con heavy metal los tiros y las explosiones en un claro juego referenciando la música diegética y no diegética al mismo tiempo.

No es tarea fácil hacer una selección que resuma los mejores temas del cine, pero si debe hacerse una, Williams sin duda sería de la lista.

Eric Kuschevatzky es músico, compositor y docente. Trabaja activamente en el mercado del cine y la publicidad para la Argentina, Estados Unidos y Europa. Fue becado en Berklee College of Music (Boston) en donde completó las especialidades de Contemporary Writing & Production y Film Scoring. Trabajó en Hollywood para Randy Newman y participó en clínicas con diversos compositores como el mismísimo John Williams, Jerry Goldsmith, Alan Menken, Quincy Jones, entre varios más.

Eric se pregunta cuál es el criterio de evaluación cuando se arman listas con los “mejores temas”. “¿Es lo que tuvo mayor rédito comercial? Porque si tenemos que hablar en términos técnicos, prácticamente todo va a estar casi copado por John Williams. Es que Williams comprende más de 100 años de film scoring en todo sentido: técnicamente, musicalmente, emotivamente, etc.” Solo basta sumar a los temas ya mencionados las bandas de sonido que realizó para las sagas de Indiana Jones, Jurassic Park, Harry Potter y de los títulos inolvidables como Superman, de Richard Donner y Rescatando al soldado Ryan, de Steven Spielberg.

Según Eric, la música de películas “está asociada a vivencias personales y no tanto a cuestiones de análisis. Los que crecimos en los años 80 tenemos un nivel de identificación muy grande con los Harold Faltermeyer (el compositor alemán, Un detective suelto en Hollywood con Eddie Murphy), con los Brad Fiedel (Terminator), con los Alan Silvestri (numerosas colaboraciones con Robert Zemeckis entre ellas Volver al Futuro).”

Para ser salomónicos, en esta selección arbitraria de cinco temas que sirven de ejemplo para tomar dimensión de todo lo mencionado, tomamos una composición de Williams y de ahí fuimos a las composiciones que con solo silbar las primeras notas la gente los reconoce. Música que entraría en la categoría de “fácil” en cualquier juego de trivia porque están tan embebidas en nuestra mente que ya forman parte del acervo creativo mundial.

Star Wars: Una Nueva Esperanza (1977), de John Williams

“Lo que generó Star Wars fue como un revival que volvió a establecer la música orquestal como un patrón –cuenta Kuschevatzky–. Hay muchas teorías que Williams basó la banda de sonido en la música del compositor inglés Gustav Holst, especialmente en ‘Los Planetas’, compuesta en 1916. También hay muchas cosas de los compositores rusos como Igor Stravinsky y de Aram Khatchaturian. Lo que es claro es que es la primera película que sentó precedente, sobre todo porque el tipo de narración musical que tiene es fenomenal. Williams manipula desde cuestiones técnicas de reducciones de elementos, hasta también utilización de esos motivos en diferentes contextos como para poder representar otro tipo de emoción. En ese sentido, Williams es un genio.”

El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (2001), de Howard Shore

La magnitud de la banda de sonido va mano a mano de lo visual: grandes paisajes, vistas gigantescas, tomas épicas. Nueva Zelanda fue fotografiada como nunca y al día de hoy es un polo audiovisual activo gracias a Peter Jackson, el director de esta primera trilogía. “Tiene una mezcla de cuestiones litúrgicas que ayudan un poco a imprimir ese gran dramatismo y también es mucho mérito de las decisiones que tomó, fue estratégicamente muy interesante la forma en la que Shore encaró la composición”, describe Kuschevatzky.

El bueno, el malo y el feo (1966), de Ennio Morricone

Morricone pertenece a esa camada de compositores de películas italianas, especialmente del género spaghetti western, como el argentino Luis Bacalov o Pino Donaggio, cuya característica es ser muy melódicos y efectivos. En esta última parte de la trilogía “El hombre sin nombre” [ Por un puñado de dólares, 1964 y Por unos dólares más, 1965], la película de Sergio Leone es una épica que Morricone acompaña con sus melodías más de concierto.

El Padrino (1972), de Nino Rota

Al igual que Morricone, Rota también trabajó en el spaghetti western. La música toma elementos de temas italianos utilizando instrumentos locales pero con un ojo puesto en lo internacional, ya que gracias a los estudios Cinecittá en Roma, donde se filmaban películas para exportar, los creativos italianos tenían el manejo de lo propio con lo norteamericano. La banda de sonido fue nominada al Oscar, pero fue descalificada por descubrirse que Rota se había copiado a sí mismo. Partes de la música eran extractos que había compuesto para la película Fortunella, de 1958, pero con un tono más dramático. Curiosamente, Rota ganó dos años después por El Padrino II con la misma música, o sea, también tenía extractos de Fortunella.

Dr. No (1962), de Monty Norman

Si bien fue John Barry quien compuso la música para la mayoría de las películas de James Bond [once en total], el primer film tiene música de Norman. Acá se presenta el tema que acompañaría a 007, en todas sus versiones, en adelante hasta nuestros días. Compuesto por Norman, y arreglado por Barry, el tema de James Bond es un ejemplo de jazz bien de esa época, como lo es también Misión: Imposible, otra pieza de jazz compuesta por el argentino Lalo Schifrin para la serie de televisión de 1966.

​ Creó más de 100 bandas de sonido, fue nominado 54 veces al Oscar. Un documental cuenta la vida del hombre detrás de los temas de “Tiburón”, “Star Wars”, “E.T” y “La Lista de Schindler”  Conversaciones de domingo 

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