Joaquín Morales Solá: “¿Qué hacen los barrabravas con los jubilados?”​

Quería hacer una reflexión sobre lo que ocurrió este miércoles. Los jubilados, en primer lugar, están mal, pésimos, porque siempre han sido la variable de ajuste de este Gobierno, de la administración de Alberto Fernández y de todos los gobiernos anteriores. Sé que muchos deben elegir entre comer o comprar sus remedios, y a veces incluso decidir qué medicamentos pueden pagar y cuáles no. Ni hablar de aquellos que cobran la jubilación mínima.

Nadie puede vivir con $350.000 más un bono de $70.000 que les otorgan desde hace dos años. Con ese dinero no alcanza. Para sobrevivir, muchos deben recurrir a sus familias: hijos, hermanos, algunos incluso a sus nietos. Esa es la realidad de los jubilados argentinos, y nunca nadie logró resolverla.

Cuando Cristina Kirchner intervino en la ANSES fue para incorporar a tres millones de personas que no cumplían los requisitos para jubilarse. No digo que el Estado debiera desatenderlas, pero sí que debió asistirlas fuera de la ANSES, permitiendo que este organismo se ocupara exclusivamente de quienes habían hecho sus aportes en tiempo y forma y cumplían con la edad requerida.

La situación es insoportable y no da para más. Por eso, en la manifestación hubo tanta gente mayor. Incluso, una señora de 87 años cayó violentamente al piso tras ser empujada por la policía. En el fragor del momento, seguramente al oficial se le fue la mano. En esos instantes de tensión, hay acciones humanas que no se piensan. Más aún en un policía, cuya responsabilidad es restablecer el orden público.

Esto ocurre con los jubilados, pero el caso de los barras bravas es otra historia. Son violentos por naturaleza; de ahí su nombre. Por eso, la Argentina es el único país del mundo donde no puede haber público visitante en los partidos de fútbol. Incluso hubo un período reciente en el que no se permitió ningún tipo de público en los estadios.

Los barras bravas llevan la violencia a donde van. ¿Alguien puede explicar qué hacían manifestándose junto a los jubilados? ¿Por qué nunca se los vio protestando al lado de los jubilados cuando gobernaban Alberto Fernández o Cristina Kirchner? Nunca se los vio. Pero este miércoles aparecieron.

Me sorprendió, porque ciertos sectores políticos cuestionan la represión policial. ¿Y qué debería hacer la policía? ¿Qué haría el Estado en cualquier parte del mundo ante una situación de violencia de esa magnitud? Debe reaccionar. Es su naturaleza. Si no lo hace, pierde su razón de ser. Aunque el presidente Milei no crea en el Estado, en momentos como estos queda en evidencia su necesidad.

Otro episodio grave ocurrió dentro del recinto de la Cámara de Diputados, donde legisladores nacionales terminaron a las trompadas. Diputadas peleando, tirándose agua entre ellas. Y eran del mismo bloque oficialista, La Libertad Avanza.

Uno de los diputados involucrados en la pelea, Óscar Zago, fue el primer presidente del bloque de LLA y ahora encabeza un bloque aliado al Gobierno. ¿Cómo se llegó a este nivel de violencia entre quienes deberían debatir civilizadamente sus ideas? ¿Cómo llegamos, como país, a semejante decadencia?

El único antecedente de una situación similar que recuerdo ocurrió cuando Mauricio Macri envió una ley de reforma jubilatoria para modificar la fórmula de los aumentos. En aquel entonces, Leopoldo Moreau encabezó una sublevación en el recinto y le arrebató el micrófono al entonces presidente de la Cámara, Emilio Monzó. No tengo memoria de otro momento en el que la Cámara de Diputados haya sido escenario de semejantes escenas de violencia.

La violencia estaba tanto dentro de la Cámara de Diputados como fuera del Congreso. ¿Por qué el presidente Javier Milei no reflexiona sobre esto? ¿Por qué no reconoce, por ejemplo, que debería expresarse de manera más pacífica? Porque la violencia en las palabras termina derivando en violencia en los hechos. Y muchas veces, el Presidente se expresa de manera violenta.

​ Quería hacer una reflexión sobre lo que ocurrió este miércoles. Los jubilados, en primer lugar, están mal, pésimos, porque siempre han sido la variable de ajuste de este Gobierno, de la administración de Alberto Fernández y de todos los gobiernos anteriores. Sé que muchos deben elegir entre comer o comprar sus remedios, y a veces incluso decidir qué medicamentos pueden pagar y cuáles no. Ni hablar de aquellos que cobran la jubilación mínima.Nadie puede vivir con $350.000 más un bono de $70.000 que les otorgan desde hace dos años. Con ese dinero no alcanza. Para sobrevivir, muchos deben recurrir a sus familias: hijos, hermanos, algunos incluso a sus nietos. Esa es la realidad de los jubilados argentinos, y nunca nadie logró resolverla.Cuando Cristina Kirchner intervino en la ANSES fue para incorporar a tres millones de personas que no cumplían los requisitos para jubilarse. No digo que el Estado debiera desatenderlas, pero sí que debió asistirlas fuera de la ANSES, permitiendo que este organismo se ocupara exclusivamente de quienes habían hecho sus aportes en tiempo y forma y cumplían con la edad requerida.La situación es insoportable y no da para más. Por eso, en la manifestación hubo tanta gente mayor. Incluso, una señora de 87 años cayó violentamente al piso tras ser empujada por la policía. En el fragor del momento, seguramente al oficial se le fue la mano. En esos instantes de tensión, hay acciones humanas que no se piensan. Más aún en un policía, cuya responsabilidad es restablecer el orden público.Esto ocurre con los jubilados, pero el caso de los barras bravas es otra historia. Son violentos por naturaleza; de ahí su nombre. Por eso, la Argentina es el único país del mundo donde no puede haber público visitante en los partidos de fútbol. Incluso hubo un período reciente en el que no se permitió ningún tipo de público en los estadios.Los barras bravas llevan la violencia a donde van. ¿Alguien puede explicar qué hacían manifestándose junto a los jubilados? ¿Por qué nunca se los vio protestando al lado de los jubilados cuando gobernaban Alberto Fernández o Cristina Kirchner? Nunca se los vio. Pero este miércoles aparecieron.Me sorprendió, porque ciertos sectores políticos cuestionan la represión policial. ¿Y qué debería hacer la policía? ¿Qué haría el Estado en cualquier parte del mundo ante una situación de violencia de esa magnitud? Debe reaccionar. Es su naturaleza. Si no lo hace, pierde su razón de ser. Aunque el presidente Milei no crea en el Estado, en momentos como estos queda en evidencia su necesidad.Otro episodio grave ocurrió dentro del recinto de la Cámara de Diputados, donde legisladores nacionales terminaron a las trompadas. Diputadas peleando, tirándose agua entre ellas. Y eran del mismo bloque oficialista, La Libertad Avanza.Uno de los diputados involucrados en la pelea, Óscar Zago, fue el primer presidente del bloque de LLA y ahora encabeza un bloque aliado al Gobierno. ¿Cómo se llegó a este nivel de violencia entre quienes deberían debatir civilizadamente sus ideas? ¿Cómo llegamos, como país, a semejante decadencia?El único antecedente de una situación similar que recuerdo ocurrió cuando Mauricio Macri envió una ley de reforma jubilatoria para modificar la fórmula de los aumentos. En aquel entonces, Leopoldo Moreau encabezó una sublevación en el recinto y le arrebató el micrófono al entonces presidente de la Cámara, Emilio Monzó. No tengo memoria de otro momento en el que la Cámara de Diputados haya sido escenario de semejantes escenas de violencia.La violencia estaba tanto dentro de la Cámara de Diputados como fuera del Congreso. ¿Por qué el presidente Javier Milei no reflexiona sobre esto? ¿Por qué no reconoce, por ejemplo, que debería expresarse de manera más pacífica? Porque la violencia en las palabras termina derivando en violencia en los hechos. Y muchas veces, el Presidente se expresa de manera violenta.  Política 

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