Inseguridad sin límites. Tres ladrones arrancaron de cuajo un portero eléctrico y se lo llevaron a pie​

Era de noche, pero no de madrugada. Aún había movimiento peatonal y vehicular. Sin embargo, eso no intimidó a tres delincuentes que, a base de fuerza bruta, arrancaron de cuajo el portero eléctrico en un edificio de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires.

El hurto ocurrió anoche a las 23.25, duró menos de dos minutos y medio y quedó registrado en las cámaras de seguridad del edificio situado en la calle 14 entre 44 y 45, que tenía un portero eléctrico tipo tótem de metal en la parte exterior del inmueble.

Primero se ve como dos de los tres delincuentes, con sus cabezas tapadas, se acercan hasta el portero, lo toman de la parte trasera, y empiezan a hacer fuerzas para tratar de romper o aflojar la estructura. Este primer intento dura unos siete segundos hasta que los ladrones observan movimientos en la calle y se alejan del objeto del robo.

Cuando el peligro parece haber pasado, regresan los dos primeros y suman a un tercer ladrón. Entre todos, comienzan a forzar con mayor vehemencia la estructura que se resiste a ceder. Este segundo intento dura 8 segundos y se ve interrumpido cuando los delincuentes observa movimientos vehiculares y peatonales. En esta oportunidad, no se alejan, sino que se sientan en el frente del edificio para disimular.

La tercera vez fue la vencida y les tomó otros seis segundos poder voltear el tótem, pero no fue suficiente para poder robarlo, ya que, quedó enganchado a los cables. Además, vieron que se acercaba un auto, así que decidieron dejar el portero tirado y sentarse frente al edificio.

Otra vez, sin la presencia de autos o peatones, volvieron a la carga y lograron terminar su tarea. Uno de los tres ladrones se puso bajo el brazo el cajero y se fueron a pie por la misma dirección en la que llegaron.

Portero La Plata

Un delito que crece con la crisis

En 2023, solo en la ciudad de Buenos Aires, más de 400 personas fueron detenidas por la Policía de la Ciudad en el momento en el que intentaban apropiarse de materiales en edificios públicos y privados. Pero poco puede hacerse más allá de una imputación por daño. Quienes se llevan picaportes de bronce o cables de telefonía o conexión de internet en procura de los filamentos de cobre no forman parte de una estructura criminal compleja, sino que en otro eslabón de la cadena de comercialización irregular aparecen mayores responsabilidades.

La intención porteña es cambiar el enfoque frente a ese delito que se inicia al ser vandalizado el espacio público. Por eso se incrementaron los operativos sobre las chatarrerías, donde nadie pregunta de donde sale el material que compran en forma minorista. Una canilla, parte de una baranda, todo es sumado por kilo, medida por la que se pagan, en 2023, alrededor de $2500. Cuando el material sale de allí fundido en lingotes de ocho kilos aumenta cuatro veces, al menos, el valor pagado a la persona que llevó el material a los recicladores.

Hay antecedentes sobre la imputación de propietarios de chatarrerías por esa clase de delitos. Algo así pasó en la ciudad bonaerense de San Nicolás, donde un comerciante de este rubro fue acusado “por el delito previsto en el artículo 277 del Código Penal, que reprime a la persona que, tras la comisión de un delito ejecutado por otro en el que no hubiera participado, adquiere, recibe u oculta dinero, cosas o efectos provenientes de un delito. Además, postuló que la situación del imputado se ve agravada por haber actuado el acusado con ánimo de lucro”, según consignó el Ministerio Público Fiscal al referirse a ese caso registrado en mayo pasado.

​ Ocurrió anoche en un edificio en La Plata y la secuencia completa quedó grabada en una cámara de seguridad del inmueble  Seguridad 

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