Gladys, la Bomba Tucumana, de su flamante negocio de empanadas a la dura situación que atraviesa su novio​

Abrió un local de empanadas tucumanas y sueña con que pronto el negocio se convierta en una cadena, para que todo el país pueda saborear esa delicia que, según ella, contiene un secreto familiar que las hace especiales. Este nuevo emprendimiento no impide que Gladys, la Bomba Tucumana, siga cantando porque es lo que más feliz la hace. En una charla con LA NACIÓN, la cantante abrió su corazón y contó que a pesar del buen momento laboral que vive, está muy angustiada porque su pareja, Luciano Ojeda, está en pleno tratamiento de quimioterapia. Además, aseguró, aún no se repone de la muerte de su hermana mayor, Olga, que falleció durante la pandemia. Sin embargo, es muy creyente y espera que “Dios sane” a Ojeda.

Sus días son ajetreados porque acompaña a su pareja en este difícil momento que atraviesa y además tiene shows y eventos por todo el país. Y tampoco deja de pasar nunca por el local que abrió en Barrio Norte. Busca cuidar el negocio, pues es un sueño que acaricia desde hace años. “Hace un montón que quería abrir un local de empanadas y sabía que en algún momento iba a llegar. Se hizo desear más que nada por falta de tiempo y también por decidir si iba a ser acá o en Tucumán. Finalmente se dio acá porque es el lugar donde más tiempo paso, pero es el primer local de muchos. Es un emprendimiento familiar que hicimos con mi hijo Tyago (Griffo) y con mi pareja, Luciano. Necesitaba la ayuda de ellos porque sola no iba a poder hacerlo”, se entusiasma.

-¿Sos buena cocinera?

-Sí. Es una receta de familia con un secreto que nunca voy a revelar (risas). Todo es artesanal y están hechas por manos humanas y no por máquinas. Hacemos desde la masa hasta el relleno, con la mejor calidad. Es muy diferente a las empanadas que he probado en otros lugares; ninguna se parece a la nuestra y todos los condimentos que utilizamos son de los Valles Calchaquíes, desde el comino hasta el pimentón. Y la masa es perfecta. Me apasiona la cocina y cocino muy bien. Mostrarme cocinando en redes me impulsó a abrir el local con las famosas empanadas tucumanas.

-Algunos pueden pensar que abriste un local porque no tenés trabajo como cantante o porque te vas a alejar de la música, ¿es así?

-Sé que muchos piensan que voy a dejar de cantar porque abrimos una empresa y no un quiosco de empanadas, pero nada que ver; al contrario, invertimos mucho dinero, muchos ahorros porque queremos hacer una cadena con locales en todo el país. Y voy a seguir cantando porque me hace feliz. Y digo que no a un montón de cosas porque no me da el físico ni me alcanza el tiempo y puedo darme el lujo de descansar porque lo tengo bien merecido. Trabajo todos los fines de semana en eventos de empresas, fiestas privadas, cumpleaños y bailes. Tenemos gira por todo el país, también nos vamos a Uruguay. Y voy a pasar el día de la madre a Tucumán para hacer un show y también acompañar a mi mamá.

-Contaste que la pasaste muy mal durante la pandemia y que desde entonces sufrís ataques de pánico, ¿cómo estás hoy?

-En pandemia perdí a mi hermana mayor, Olga. Fue algo muy fuerte porque nunca habíamos experimentado la muerte de un familiar cercano. Teniendo una mamá enferma hace tanto tiempo, que se muera una hermana de covid fue muy difícil. Fue muy tremendo. Era divina, llena de vida, tenía 66 años. Yo estaba en Buenos Aires y no pude hacer nada, y cuando pude viajar, ella ya estaba intubada. Fue lo peor que nos pasó como familia y el alma se me partió, me falta un pedazo de corazón, siento que ya no estoy entera. Nada volvió a ser igual. De repente, me di cuenta que nos morimos y cambió mi forma de ver las cosas, de pensar, de renegar de cualquier cosa. Aprendí mucho. Estuve en tratamiento y hoy estoy bien, pero a veces me asusto, tengo miedo. Son cosas recurrentes y es un bajón porque estás lo más bien y de repente… Encima ahora mi pareja no está bien….

-¿Qué le pasa?

-Tiene un tumor y está en quimio. Es muy joven Luciano, tiene 38 años y es licenciado en higiene y seguridad. Se enteró en pandemia que estaba enfermo, lo operaron tres veces, pero tiene un tumor que vuelve a salir. En diciembre le sacaron todo y ahora los estudios no salieron bien y está haciendo quimio otra vez. También está con diálisis y yo lo acompaño.

-¿Cuánto hace que están juntos?

-Hace dos años y medio. Lo conocí en Carlos Paz, en el verano de 2022. Yo estaba haciendo la temporada y él fue con un grupo de amigos y con mi abogado. Después de la función fuimos a cenar todos y fue un flechazo. Esa noche no paramos de mirarnos. Hacía mil que no estaba en pareja yo y ni se me pasaba por la cabeza, ni tenía ganas tampoco. Estaba en mi mejor momento, pero se dio. Quizá tenía que acompañarlo en esto que está transitando.

-¿Te contó que estaba enfermo?

-Cuando lo conocí se acababa de operar por primera vez y estaba bien. Me contó qué le pasaba recién cuando volvió a hacerse los estudios y el tumor estaba otra vez. Ya no lo pueden operar… Esperemos que la quimio funcione porque es una persona muy linda. Es bueno, amoroso. Espero que Dios obre y lo sane porque él tiene todas las ganas de vivir. Tiene que ganar esta batalla, se lo merece.

-Y en el mientras tanto, ¿cómo son sus días?

-Luciano sigue su vida normal conmigo, sigue trabajando, cocinamos juntos, me acompaña a los shows. A veces me olvido que está enfermo. Son pocas las veces lo que lo vi descompensado. Cuando lo pienso me asusto mucho. Tratamos de pasarla bien y hace unas semanas fuimos a Bariloche tres días porque quería ver la nieve. A veces me pongo a pensar en todo lo que hice y no lo puedo creer porque soy una chica humilde, sufrida. Siempre digo que Dios me bendijo y que lo que me pasó con la música es un regalo que él me hizo y compensa todo lo feo que viví de chica. Siempre me va bien en todo lo que hago, tengo a Dios en mi boca y creo mucho en él. Logré muchas cosas solitas, nunca concesioné nada para ocupar el lugar que ocupo en la movida tropical.

– Alguna vez contaste que apenas tenés recuerdos de tu papá porque se fue de tu casa cuando eras muy chiquita…

-Sí, tendría unos 3 o 4 años. Creo que ya lo perdoné. Los recuerdos que me quedaron de mi papá son feos porque era un golpeador y nos pegaba a nosotros y a mi mamá. Nunca más volví a verlo porque era policía y murió en un enfrentamiento. Casi ni me acuerdo de su rostro ni de su voz, pero sí me acuerdo de los golpes, latigazos, cinturonazos, penitencias. Era brutal. Por suerte, soy una persona sana de corazón y de alma, y mi hijito cosecha todo lo que sembré en mi vida artística y viene con muestras de amor.

-¿Cómo está Tyago?

-Muy bien, yendo y viniendo porque vive en Córdoba, pero está pensando en mudarse a Buenos Aires porque viaja mucho toda la semana; los fines de semana trabaja allá y después se vuelve los lunes, por el negocio. Sigue haciendo cuarteto y trabaja muchísimo.

-Trabajás desde muy chica, ¿cómo fue esa primera vez?

-Empecé a cantar a los 17 años con un vecino que cantaba. Todos los sábados veíamos un programa de música tropical en Tucumán, con mi mamá y mis hermanos, y me encantaba porque había un grupo de mujeres que hacía cumbia y se llamaba Las minifaldas, y yo cantaba sus canciones. Este vecino un día me propuso ir a un ensayo de una banda de cumbia, me dijeron que hiciera los coros y con ellos aprendí.

-¿Y cómo siguió?

-En los bailes la gente pedía que cantara la chica, que era yo, porque era algo novedoso. Un día el dueño del grupo, Tito Juárez, me preguntó si me animaba a preparar unas canciones y dije que sí, claro. Ensayé un par de temas de Las minifaldas porque en ese entonces no había mujeres que cantaran como fue después, en los 90. A partir de ese momento fui la cantante del grupo. Luego me llamaron de otra banda que era un poco más importante y canté a dúo con un chico, Oscar Sierra, como Los Pimpinela, pero en cumbia. Donde iba explotaba porque yo era re histriónica y cantaba con un sentimiento y una entrega enormes porque amaba lo que hacía como lo amo hoy. Empecé a ser una atracción, una mujer que cantaba.

-¿Y cómo fue tu llegada a Buenos Aires?

-Con esta banda con la que cantaba a dúo viajamos a Buenos Aires a hacer unos videos y algunos shows. Me vio un representante que manejaba a muchos artistas, Miguel Ángel Moyano, y me propuso ser solista y grabar como Gladys. Dije que sí con mucha ingenuidad, por mi deseo de seguir cantando, pero sin proyectar lo que podía suceder. Grabé un disco en Córdoba, Gladys, la exuberante se llamaba (risas). Era una nena de 18 años llena de curvas. El disco explotó en todo el norte. Después llegó Gladys Morena y el Negro Álvarez, el humorista, escribió un tema para mí, una cumbia hermosa que me describía. Volví a Buenos Aires, a cantar en los bailes porque era una atracción que cantara una mujer en esa época tan machista. Debuté en Fantástico bailable como Gladys Morena y hasta el día de hoy nunca paré de trabajar. Me contrató Magenta y grabé la famosa Pollera amarilla.

-¿Ahí apareció La Bomba?

-Sí, cuando pasaban una canción mía en radio los mismos locutores decían “esta chica que viene de Tucumán es una bomba”. Y quedó, y no lo cambiamos.

-Tuviste muchos picos de popularidad y uno de ellos fue el de Bailando por un sueño, ¿qué recuerdos tenés de ese momento?

-No tengo los mejores recuerdos de ese 2017 porque no la pasé tan bonito. Después en el Cantando… la pasé fabuloso y con eso me compensaron todo lo malo del Bailando… Me peleaban mucho y lo hacían adrede. Con el diario del lunes puedo ver que me buscaban, me provocaban para que yo reaccionara. No estaba acostumbrada a ese mundo. Yo era una cantante, no conocía cómo era trabajar en la televisión. Fue una experiencia fea. Siempre fui tranquila, amorosa, buenita, y así me senté mil veces en la mesa de Mirtha Legrand, y fui al programa de Susana Giménez, incluso al de Marcelo Tinelli. Cuando fui al Bailando… ya era la Bomba Tucumana y en general, quienes están ahí todavía no son populares y después, gracias a ese programa, explotan. Mi caso fue diferente, yo ya era famosa.

-¿Alguna vez te pesó la fama o te llevaste siempre bien?

-Me considero una persona común, nunca me subí a al caballo. Soy una artista que me preparo para agradarle al público y estoy de punta en blanco, impecable, perfumada, me cuido, no tomo alcohol. Nunca me pegó la fama, al contrario, me muestro auténtica, como soy. Y por eso mi permanencia en el medio, y soy cariñosa con la gente y amo a mi público. Es muy lindo lo que me pasa y se lo agradezco siempre a Dios.

-¿Sos muy creyente?

-Mucho. Yo me dejé llevar por mi intuición y Dios me guió por acá y me fue bien, y pude hacer muchas cosas, criar a mi hijo, ayudar a mi madre. Nunca la abandoné. Mi mamita está enferma y me ocupo de su cuidado; vive en mi casa en Tucumán con las enfermeras y Estelita que es la persona que la acompaña todos los días.

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