Espiritismo, médiums y un bosque tenebroso: así es el pueblo en los Estados Unidos donde la muerte “no existe”​

“La muerte no existe en Lily Dale”, eso es lo que dicen, pero es difícil de creer cuando una persona camina por las veredas de sus calles y de pronto se cruza con un hombre o una mujer adultos, que con un rostro apacible y un tono amigable aseguran que el alma de su abuela fallecida, hijo o padre está a su lado. Incluso la referencia no queda ahí, sino que además proporcionan un mensaje desde “el más allá”. Saben qué sentimientos aquejan al visitante, pueden descubrir su historia pasada y si se les da permiso, hasta te invitan a una sesión de espiritismo.

Así es Lily Dale visto desde una médium

El pueblo de Lily Dale se encuentra en el estado de Nueva York, en los Estados Unidos. Tiene cerca de 250 habitantes y 140 casas de estilo victoriano. Está rodeado por un bosque “místico” de cicutas, arces y robles donde existe un paseo que ningún turista quiere perderse. Allí yace el resto de un árbol talado que oficia de altar, donde en verano -época en que la ciudad se llena de fieles espiritistas- los predicadores les hablan a los curiosos y cuentan los inicios de este movimiento.

La historia de Lily Dale: el lugar donde la muerte “no existe”

Para comprender por qué surgió este pueblo hay que remontarse a 1850, cuando en los Estados Unidos había cerca de un millón de espiritistas esparcidos por todo el territorio nacional, según un artículo publicado en 2001 en Smithsonian Magazine.

Por ese entonces, época de Guerra Civil, con una alta cifra de muertos, no faltaron quienes intentaron conectarse con sus seres queridos de algún modo. Allí tuvieron su auge los espiritistas, creyentes de que la vida no termina con el fallecimiento de una persona, sino que el alma asciende a una dimensión paralela que le permite estar en contacto con los suyos.

El espiritualismo ganó adeptos poco a poco, entre ellos el escritor Arthur Conan Doyle y la esposa del presidente Abraham Lincoln, Mary Ann Todd, de acuerdo a lo citado por Condé Nast Traveler.

En 1879, frente a las costas del lago Cassadaga, a 80 kilómetros de Buffalo, varios espiritistas -entre ellos muchos médiums- encontraron un lugar para asentarse y construir un pueblo que les permitiese vivir en libertad y profesar sus creencias sin discrepar con las diferentes variantes cristianas que también iban en ascenso, como los mormones y los baptistas.

Así es como nació Lily Dale, un lugar en el que incluso las promotoras por el voto femenino estadounidense, Marion Skidmore y Elizabeth Lowe, se refugiaron para realizar sesiones de espiritualismo y aprender más sobre este movimiento de un millón de fieles.

El pueblo creció hasta alcanzar los 250 habitantes y desde ese entonces el número se mantuvo estable, aunque durante el verano la cifra se expande a miles, cuando los turistas quieren pasear por sus calles arboladas, pescar o nadar en el lago y/o tener un encuentro con alguna médium. Las casas abandonadas solo están a la venta para espiritistas certificados y con trayectoria, según se advierte en la página oficial de la Asamblea de Lily Dale.

Contacto con los muertos y discrepancias con los cristianos ortodoxos

Los médiums son las figuras centrales del espiritismo. Se describen como personas sensibles, capaces percibir las manifestaciones paranormales, en especial los mensajes de aquellos seres queridos que necesitan comunicarse con sus cercanos para transmitirles una información valiosa.

Para pertenecer a la comunidad es necesario atravesar una prueba de dos años hasta que se obtiene un certificado de la Asamblea. Personas de todo el mundo se acercan allí con el propósito de habitar o ejercer la mediumnidad y el espiritualismo. Esto tomó más fuerza debido a que en la actualidad existen “gurús falsos” que imitan el trabajo de los residentes de Lily Dale y cobran fortunas.

Cada sesión privada puede costar entre 15 y 35 dólares, pero también existen gratuitas. En el viejo Tocón de Inspiración de Lily Dale, los médiums certificados -y los que no- se paran en la base del árbol talado y rodeado de bancos de madera en medio del bosque. A la par, se concentran decenas de personas que en comunidad esperan recibir alguna palabra, mención o gesto desde “el más allá”.

Al igual que los turistas de todos los rincones del planeta, también llegan en verano cristianos ortodoxos, pertenecientes a religiones como los mormones, testigos de Jehová o baptistas que, con cartelería y anuncios en las calles, pretenden informar a los curiosos y advertirles de los actos que presuntamente La Biblia está en desacuerdo.

Si bien esta es una práctica que no cuenta con el aval científico, debido a que no existe la manera de comprobar cómo sucede el contacto entre un médium y un espíritu, muchas personas creen en ello y lo toman como una guía con el fin de sanar algún dolor profundo.

Los espiritistas de Lily Dale no realizan actos diabólicos o satanistas como retratan algunas películas de Hollywood. Ellos se consideran un canal y son los benefactores para ayudar a aquellos que perdieron un amigo o familiar. Cruzar las fronteras del pueblo es ir en busca de respuestas, de entender que tal vez no haya una barrera que delimite la vida de la muerte. Su existencia se constituyó como un lugar que invita a reflexionar sobre los actos humanos y abre la hipótesis de un contacto con las ánimas para resolver lo inconcluso, o simplemente compartir un momento con aquellos seres queridos que ya no están.

En 2011 HBO publicó el documental: Nadie muere en Lily Dale. Su extensión es de una hora y veinte minutos. Es uno de los proyectos audiovisuales que enseñan la cotidianidad del pueblo, desde testimonios, médiums y personas que están en contra del espiritualismo. Es una buena opción para conocer más al respecto.

​ Quien cree que las almas pueden enviar mensajes a este plano, debe conocer Lily Dale, reconocido en todo el mundo como la capital del espiritualismo  El Mundo 

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