Es hijo de uno de los humoristas más famosos del país y con 24 años encontró su camino en la movida nocturna

Agustín Pérez de Villarreal es el hijo mayor de Federico Diego Pérez de Villarreal, conocido artísticamente como Fredy Villarreal. El emprendedor de 24 años tiene un perfil bajo y prefiere mantenerse alejado de las cámaras; sin embargo, dialogó con LA NACION y se refirió al fuerte vínculo que tiene con su papá. A su vez, contó a qué se dedica, cómo divide su tiempo entre su trabajo, su vida social y la familia, y cuáles son sus sueños.
“Si tengo que definir mi niñez, la describiría como divertida y original. Tuve la suerte de tener un gran pasar. Tener padres separados fue algo que me vino muy bien porque pude vivir en Capital Federal con mi mamá y en zona norte con mi papá“, comenzó la charla el joven que llegó a este mundo fruto de la relación que tuvo Fredy Villarreal con Laura Viglierchio.
De chico, Agustín asistió al jardín y al colegio en Belgrano, barrio porteño en el que vivía con su mamá, pero los sábados se instalaba en la casa de su papá en un barrio privado, donde también consolidó otro grupo de amigos. Con el tiempo comenzó a jugar al rugby, deporte que practicó hasta los 21 años en el Belgrano Athletic Club, por lo que sus fines de semana variaron un poco, pero cuando terminaba el partido o algún compromiso deportivo, no dejaba de ir a visitar al humorista, lo que delató el vínculo estrecho que siempre mantuvieron.
Pese a que es algo que suele suceder, durante aquellos años no le modificó la vida el ser hijo de un famoso. “Nunca me pesó. De hecho, en el colegio yo no lo comentaba, si alguien lo sabía era porque se enteraba, porque la verdad que nunca me interesó comentarlo“, reveló. Además, dos particularidades hicieron más difícil vincularlo con Fredy; por un lado el apellido: el de su papá es compuesto [Pérez de Villarreal], pero el siempre prefirió usar solo el primero, que le resultó más sencillo; por otro, la similitud física con su mamá. ”Soy idéntico a mi madre; o sea, real me ponés una foto mía y de ella, somos un calco”, contó entre risas.
Al recordar su infancia no pudo evitar referirse al icónico personaje de su papá, Figuretti: “Fue un personaje que a mi papá le dio mucha visibilidad. Fue muy exitoso en esa época. Logró cosas que ningún otro logró. Desde conocer a Schumacher, a Sylvester Stallone y a otras personalidades únicas, a estar en los lugares más importantes del mundo. La verdad, eso es tremendo”.
“El hecho de que yo naciera y que mi mamá se quedara sola acá, lo motivó a empezar a buscar nuevas opciones y a seguir su carrera por otro lado. Pero nunca sentí su ausencia o no tengo recuerdo de que no haber estado con él por un viaje de trabajo”, resaltó sobre el momento en que Fredy quiso hacer un cambio radical en su carrera para estar más cerca de su, por entonces, único hijo. Fue precisamente en aquel entonces cuando el humorista, contado por él mismo, se animó a tomar el rol de imitador que Marcelo Tinelli necesitaba y realizó su primer trabajo en esa nueva faceta, aún sin saber si tenía el talento: su icónico Fernando De la Rúa.
La relación con su papá: entre la pasión por el fútbol y el amor por Jazmín, su hermana
Para Agustín, su papá, puertas para adentro, es muy diferente a lo que el público conoce de él. “Quizás la gente se imagina que es la misma persona que en la tele y yo creo que ninguna persona que compone personajes en su casa es igual (…) Mi Fredy no es el mismo Fredy de la gente porque es una persona distinta en casa, es mi papá”.
Se puede decir que hay un denominador común en su vínculo: la libertad. “La definiría como una relación bastante libre. Mi papá no es una persona que te va a estar llamando todos los días y te va a estar preguntando cosas todo el tiempo. Simplemente él está, a su ritmo, yo al mío también. Cada uno con lo suyo, nos llamamos, hablamos… si él me quiere contar algo me lo cuenta, si yo le lo quiero contar, también. Somos bastante parecidos porque dejamos al otro que se maneje como quiera“, describió.
Además, reveló cuál es el gran amor que comparten: el fútbol. “Heredé una pasión muy fuerte de él: mi papá es de La Plata y por eso los dos somos hinchas de Estudiantes. Gran parte de nuestras charlas giran en torno al club, entre críticas y alegrías por el equipo”, contó. A su vez, aprovechan los días de cancha para compartir con sus abuelos y con algunos de sus primos, que viven en la ciudad.
Los Pérez de Villarreal hablan mucho por teléfono y juegan dos veces por semana juntos al fútbol. “Lo veo re seguido. Así que nos peleamos un poco ahí también, típica pelea de partido de fútbol (…) Me enojo porque mi papá es un gran defensor, es terrible, es muy fuerte, muy rápido, está en buen estado. Te marca y te mata, pero después, en ataque, es como que es bastante confiado y se manda mucho”, detalló.
Agustín se desenvuelve como mediocampista central, entonces es quien lleva la pelota. Sin embargo, reconoce que cuando su papá no se la pasa, se le “salta la chaveta”, aunque su enojo siempre queda en el partido. Al terminar, ambos se van apurados por algún compromiso; no obstante, hablan por teléfono y a partir de la pregunta “¿cómo jugue?“, comienzan a analizar le juego y el rol que tuvo cada uno, y el enojo es cosa del pasado.
Además, los dos comparten el amor y la atención hacia Jazmín. “Lo que más nos une es mi hermana. Ella tiene 16 años y padres separados desde muy chica, como yo. Siempre hablamos de cómo está, en qué podemos ayudarla, si conviene que sea yo quien le dé un consejo o dejarla ser. Entre los dos tratamos de acompañarla de la mejor manera”, explicó.
Jazmín, fruto de la relación que Fredy Villarreal tuvo con la modelo Carolina Oltra, vive en zona norte, al igual que su papá, por lo que el día que comparten todos juntos suele ser el domingo. “Cuando tengo tiempo libre trato de ir para allá, comemos algo, charlamos, aprovecho para estar un rato a solas con mi hermana y después todos juntos”, aseveró.
Su trabajo: la gastronomía y la creatividad
Desde muy joven, Agustín mostró interés por la cocina. “Es parte de mi vida, no la definiría como una pasión, pero sí me gusta mucho”, explicó el joven que se formó como licenciado en gastronomía por la UADE y en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG).
No siempre le atrajo estudiar de manera tradicional, pero lo hizo efocado en algo que le parecía entretenido. “De chico siempre me gustó cocinar y como no me sentía identificado con una carrera convencional, opté por esta opción”, contó.
El espíritu emprendedor también lo acompañó desde pequeño. Cuando su papá viajaba por trabajo, él aprovechaba para vender lo que podía para generar sus propios ingresos: cassettes, autitos, pelotas, todo lo que podía mover y ofrecerle a los vecinos del country.
Durante la pandemia, cuando tenía 20 años y su carrera de dictaba de manera virtual, su rutina era bastante simple: jugar a la PlayStation, estudiar desde casa y encontrarse con amigos una vez que existió la oportunidad. Fue en ese contexto que decidió emprender con un negocio gastronómico dedicado a la producción de hamburguesas. “Todo lo hacía yo en casa: elegía los cortes de carne, los picaba, los envasaba al vacío, preparaba el cheddar, las salsas, hacía el pan y armaba packs completos con un folleto para que la gente solo tuviera que cocinar la hamburguesa y disfrutarla”, explicó.
Su experiencia se consolidó cuando su padrastro abrió un bar llamado Cobra. Al principio lo ayudó, aportó ideas sobre cómo mejorar ciertos platos o técnicas que veía y que no le convencían. “Le decía cosas como: ‘Creo que la hamburguesa se puede hacer así, el cheddar conviene comprar este porque es mejor’”, recordó. El empresario, al ver su interés y su constancia, le dijo: “Bueno, metete y hacelo vos”. Fue así que comenzó a ganarse su lugar en la cocina de grandes comercios gastronómicos.
Con el tiempo, se encargó de armar un equipo sólido de cocina, consciente de que ningún proyecto funciona sin las personas adecuadas. “Estamos orgullosos de cómo va todo, se consume bien, se vende y seguimos creciendo”, confió.
Su rol en la noche porteña
Actualmente, el trabajo principal de Agustín es en la popular discoteca Jet de la Costanera porteña, donde se encarga del turno de los viernes. Su rol combina entretenimiento y gastronomía, mientras coordina la parte social y de ventas. “Me encargo de armar el equipo de organizadores, de los DJs y de todo lo que sucede durante la noche. Básicamente, mi rol es funcionar como líder de un equipo diverso que, noche tras noche, crea experiencias únicas para la gente”, explicó.
Para él, cada detalle cuenta. Se considera muy exigente con la música, la producción y la originalidad. Su objetivo es dejar una impronta personal en todo lo que hace, asegurándose de que cada aspecto del evento refleje calidad, diversión y coherencia. “Creo que el conjunto de pequeños detalles termina generando algo realmente distinto que la gente disfruta, y por eso nos va muy bien en la discoteca”, señaló.
Más allá de la gestión del lugar, lo que realmente lo motiva es formar y liderar equipos de trabajo, escuchar ideas, seguir tendencias y establecer vínculos con empresas grandes del sector. “Poder aprender de gente con experiencia, aplicar ese conocimiento y luego transmitirlo dentro del equipo es algo que me apasiona. No soy de imponer, sino de construir en conjunto: proponemos ideas, el equipo debate, y así formamos algo 100% nuestro”, contó.
“Me interesa que todo lo que hago deje una impronta y refleje mis valores y los de mis compañeros. Desde la música hasta la gestión del equipo, todo tiene que tener un sello propio”, completó.
Además de sus trabajos en Cobra y Jet, tiene otros proyectos. Entre ellos se destaca KoolKidz, una productora de fiestas electrónicas que lidera junto a sus socios desde hace tres años. La misión es organizar eventos con DJs nacionales e internacionales, lo que le permite experimentar con creatividad y libertad total, y arriesgarse con producciones innovadoras mientras vive su pasión por la música electrónica de manera autónoma.
Cool Kids es una productora de fiestas electrónicas que lidera Agustín junto a sus socios desde hace tres años
Paralelamente, desarrolla una aplicación web que busca optimizar la operación de boliches y restaurantes, mejorar ventas, gestión administrativa y experiencia del cliente, con la integración de herramientas tecnológicas como inteligencia artificial. “La idea es hacer que la experiencia de quienes asisten y la operatividad del negocio sean más eficientes y satisfactorias combinando conocimiento del rubro con innovación tecnológica“, explicó.
En cuanto a su futuro y sus sueños, Agustín no se visualiza tras los pasos de Fredy Villarreal, aunque no descarta las oportunidades que puedan surgir. “Mi sueño es poder seguir haciendo lo que hago, formando mi camino, poder lograr ser exitoso, ser una persona feliz, formar una familia. Poder también ayudar a todas las personas que me rodean”, cerró.
Por último, resaltó el apoyo y la contención que tiene siempre no solo de su equipo de trabajo, sino de sus amigos, pareja, hermanas, padrastro y de sus padres. “Les debo mucho a las personas que me rodean”, concluyó.
Aunque siempre mantuvo un perfil muy bajo, accedió a hablar con LA NACION y contó como es la relación con su papá, la pasión que heredó de él, a qué se dedica y cuáles son sus sueños para el futuro Espectáculos
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