Equipaje de mano es un vertiginoso y entretenido thriller protagonizado por un héroe que tiene cerebro y corazón
Equipaje de mano (Carry On, Estados Unidos/2024). Dirección: Jaume Collet-Serra. Guion: T. J. Fixman. Fotografía: Lyle Vincent. Música: Lorne Balfe. Edición: Elliot Greenberg, Fred Raskin y Krisztian Majdik. Elenco: Taron Egerton, Sofia Carson, Jason Bateman, Danielle Deadwyler, Dean Norris, Sinqua Walls. Duración: 119 minutos. Disponible en Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
Cuando parecía que el cine navideño de esta temporada iba a cumplir con la cuota de acción propuesta desde la muy fallida Código traje rojo (a partir de hoy disponible en Prime Video), Equipaje de mano llega directamente al streaming respaldado por toda la maquinaria industrial de Hollywood, expresión que en este caso puede entenderse en sentido positivo y con los pulgares para arriba.
Estamos frente a un thriller vertiginoso que podría resumirse a partir del movimiento continuo de esas cintas transportadoras por las que se desplaza el equipaje despachado o en tránsito de cualquier gran aeropuerto del primer mundo, en este caso el de Los Angeles. En los conductos de esa circulación infinita, ocultos al público viajero, transcurre la mejor secuencia de la película, una pelea frontal entre el héroe y el villano por el dominio del objeto que configura todo el relato: un complejo dispositivo que si se manipula con intención aviesa puede provocar una gigantesca masacre.
Desde ese punto de referencia, Equipaje de mano se concibe como un gran entretenimiento que consigue casi siempre suspender la incredulidad del espectador y mantenerlo en vilo inclusive cada vez que algunos giros casi inverosímiles fuerzan la acción en determinados momentos.
Todo eso puede disimularse detrás de lo más importante: la convicción desde la que se mueven los personajes, la inteligencia para manejar el suspenso y un escenario perfecto para activar la tensión: la gigantesca terminal aérea de Los Angeles en el pico de actividad más elevado del año, la víspera de Nochebuena, inclusive con alguna secuencia en pleno vuelo.
Esta película recupera al mismo tiempo la destreza y el oficio que viene mostrando el catalán Jaume Collet-Serra para el manejo de situaciones de tensión constante, mucho más cuando hay en el medio más de un giro abrupto. Collet-Serra mostró en sus mejores películas (El pasajero, Non-stop: sin escalas y la superlativa Una noche para sobrevivir, todas con Liam Neeson como protagonista) que confía en la inteligencia de sus personajes y en el equilibrio que ellos ponen en juego entre la acción pura y los momentos más reposados.
Después de tropezar con Jungle Cruise y Black Adam, dos productos más bien impersonales condicionados por las necesidades de Disney y DC, respectivamente, Collet-Serra volvió a su elemento. Pero esta vez no hay un héroe veterano como Neeson a cargo de la resolución de un conflicto que parece imposible de arreglar, sino un personaje mucho más joven (encarnado a la perfección por Taron Egerton) y con un perfil bastante parecido que carga con errores y heridas no cicatrizadas de su pasado personal.
Egerton es un agente de la TSA, el ente que se encarga de la seguridad en los aeropuertos de los Estados Unidos. A partir de una serie de circunstancias azarosas empieza un apasionante juego de gato y ratón con un misterioso viajero (Jason Bateman, impecable) que lo extorsiona para hacer la vista gorda en el escáner de los equipajes. Un paquete peligrosísimo debe ser embarcado en uno de los vuelos programados para el día previo a la Navidad.
Con todos los recursos visuales y tecnológicos del siglo XX (sobre todo desde el montaje), la película nos lleva a un territorio familiar para quienes siguen los relatos de acción y suspenso en los que se alude a veladas conspiraciones políticas. En este sentido, el personaje de Egerton funciona como un muy buen aprendiz de la escuela del Ethan Hunt de Tom Cruise en su larga permanencia al frente de Misión imposible. Al mismo tiempo hay reminiscencias en la trama de los más antiguos capítulos de otra serie muy exitosa, la que inauguró Aeropuerto en 1970 como ejemplo y modelo del llamado cine catástrofe, aquí expuesto en términos potenciales.
Con una trama un poco más compacta, Equipaje de mano hubiese funcionado todavía mejor. Hasta en sus trabajos más logrados Collet-Serra suele caer en la tentación de dar una vuelta de más en lugar de resolver algunos conflictos de manera más resolutiva, como si creyera que al estirarse sin medida de tiempo el suspenso es más efectivo.
Pero en general la película funciona, agrada y se sigue con el mismo nervio que el realizador aplica a su estilo narrativo. Hasta podemos disculpar a la bonita Sofia Carson por ser la intérprete más anodina de un elenco muy sólido. A su lado queda más a la vista toda la cabeza y el corazón puestos por Egerton, un actor creíble, seguro y decidido. Como su personaje, obligado a tomar decisiones rápidas y contundentes en unas cuantas situaciones límite.
Esta atípica película navideña de Netflix propone un apasionante juego de gato y ratón entre un agente de seguridad aeroportuaria y un misterioso viajero en medio del caótico movimiento de gente y de vuelos en el cierre del año Cine
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