En las antípodas de Milei, Kicillof busca consolidar su alianza con China para suplantar las inversiones del RIGI​

En La Plata comentan, en tono de broma, que el legendario Renault Clío que llevó a Axel Kicillof a la Gobernación en 2019 ya no tiene motor francés, porque fue aggiornado con repuestos chinos. En la mesa chica del kicillofismo apelan a esa anécdota para graficar el rumbo que lleva el mandatario del PJ en materia de política internacional. Y lo contraponen a la postura pro-estadounidense que atribuyen al presidente Javier Milei. También en ese plano, determinante para el país y la provincia, buscan situarse en las antípodas del jefe libertario.

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Los vínculos de Kicillof con China son cada vez más evidentes y se vehiculizan a través de su “mano derecha” Carlos Bianco, el propietario del Clío, y del exembajador argentino en Beijing Sabino Vaca Narvaja. Ambos aparecieron en los últimos días en encuentros con empresarios chinos interesados en invertir en territorio bonaerense, algo que nunca se concretaría sin el visto bueno de la dirección del Partido Comunista chino (PCCh). “Nada sucede sin su venia política”, admiten en la Gobernación, donde no ocultan sus afinidades.

“¿Por qué no vincularse con el principal importador del mundo, el principal inversor del mundo y la primera o segunda potencia económica del mundo, depende de cómo se lo mida?”, preguntan con intención en la capital bonaerense. Y redoblan la apuesta: “Lo estúpido es lo que hace Milei, que se pelea con ellos”. Lo curioso es que mientras el Presidente define su acercamiento a Washington en términos ideológicos -basado en su rechazo al comunismo-, el gobernador y sus alfiles aseguran estar guiados solamente por el “pragmatismo”.

Esgrimen, en ese punto, las cifras de inversiones de empresas del gigante asiático en la Provincia. De acuerdo a un informe interno del Gobierno bonaerense al que accedió LA NACION, China ocupó en 2023 el primer lugar en inversión extranjera directa en el distrito más grande del país, con el 73,2% del monto total para el año. Refiere al millonario desembolso de U$S 1.250 millones de la industria química CPCG para la construcción de dos plantas -una para producción de urea y otra de fertilizantes- en el puerto de Bahía Blanca, tan invocado por estos días.

Justamente en ese puerto radica la encrucijada a la que se enfrenta Kicillof por estos días: el gobernador debe definir si la Provincia se adhiere al Régimen de Grandes Inversiones (RIGI) votado por el Congreso en la Ley Bases, a pedido del presidente Milei, o si se mantiene al margen de ese esquema y corre el riesgo de perder una mega-inversión de entre U$S 30.000 y U$S 50.000 millones de la petrolera malaya Petronas, en sociedad con YPF, para el emplazamiento de una planta de gas licuado, que se convirtió en una controversia política.

Kicillof carga con un estigma vinculado a YPF, que arrastra de los tiempos en que era viceministro de Economía de Cristina Kirchner. La estatización del 51% de la petrolera, en abril de 2012, abrió la puerta años después a un litigio comercial con sede en Nueva York, por el que le exigen a la Argentina nada menos que U$S 16.000 millones. La pérdida de una inversión superior incluso a esa deuda, cuyo pago tiene pendiente el país, no se vería nada bien en el legajo de un dirigente que aspira a llegar a la Presidencia en 2027.

En La Plata afirman que Milei y los libertarios “politizaron ridículamente el tema” y anticipan que la Legislatura debatirá desde la semana próxima un Régimen Provincial de Fomento a las Inversiones Estratégicas, una suerte de RIGI bonaerense. No lo admiten, pero buscarán no quedar a la zaga de la agenda del Presidente. “Nosotros vamos a trabajar con un régimen propio”, dice uno de los principales funcionarios de Kicillof, para quien el RIGI nacional “ya está en vigencia en todo el territorio del país desde que fue sancionado”.

La pulseada entre la Casa Rosada y la Gobernación es ostensible. En La Plata sostienen que el modelo económico de Milei y el ministro Luis Caputo “no cierra” ni aún con la llegada de inversiones de más de 200 millones de dólares como las que promueve el RIGI. Están convencidos de que la gestión libertaria obtendrá poco y nada de capitales estadounidenses porque los encuentros de Milei con magnates como Elon Musk no sellaron anuncios de inversiones. “No consiguió ni un centavo”, repiten.

“Los chinos son peronistas”

“Nosotros estaríamos chochos de ir con los yanquis si nos dan algo, pero no nos dan nada. Nunca nos dieron nada y nosotros les entregamos todo”, afirma en tono coloquial un colaborador de Kicillof, que contrapone la ambiciosa inserción de China en la región: “Nos dieron swap, la ruta de la seda, las represas, centrales nucleares, el Belgrano Cargas. Y ahora nos mandan a empresas que quieren invertir en la Provincia”, enumera y se despacha con una frase elocuente: “Los chinos son peronistas. Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”.

Aunque parezca exagerada, esa convicción anida en el kicillofismo. A tal punto, que la administración bonaerense armó una “mesa china”, integrada por varios ministerios y colaboradores -como Vaca Narvaja- que buscan “inversiones y oportunidades comerciales en China para las empresas de la provincia de Buenos Aires”. El coordinador de la mesa es “Carli” Bianco, el ministro de Gobierno que ejerce, a la vez, como una suerte de canciller de Kicillof. En ese marco, recibió días atrás en La Plata a una comitiva de la empresa china Ruiyuan Holdings.

“La provincia de Buenos Aires va a seguir trabajando para profundizar los vínculos con China con el objetivo de generar proyectos de inversión en el corto plazo”, dijo el gobernador Kicillof al participar de un congreso de sinólogos que se llevó a cabo en la universidad de José C. Paz. Allí celebró el lanzamiento de “la primera maestría argentina sobre políticas de vinculación con China”. Bianco agregó: “En la Provincia estamos abiertos a las inversiones que impulsen la producción y el empleo, y que se traduzcan en más oportunidades de desarrollo”.

En La Plata siguen con más atención los movimientos de Beijing que los de Washington. “A Estados Unidos ni limones les podemos vender, mientras que los chinos nos vienen abriendo sus mercados de alimentos”, dicen cerca de Kicillof a modo de justificación comercial. Y suman un concepto geopolítico: “La jugada de los chinos excede un incentivo más o menos, están conquistando el mundo, no contando monedas”. Así las cosas, Milei debería replantearse el apodo de “El soviético” que, con el lenguaje de la Guerra Fría, suele destinar a Kicillof.

​ El gobernador armó una “mesa china” que recibe a empresas con la venia política de Beijing; inciden su “mano derecha” Bianco y el exembajador Vaca Narvaja; críticas a Estados Unidos  Política 

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