El periodismo y sus futuros posibles
Imaginemos que un bot-periodista te entrega esta nota con algunos agregados: subraya una idea para que la uses en una reunión del jueves, archiva un dato en una carpeta de trabajo, y extrae un bocadillo para mencionar en un encuentro familiar. Puede haber directamente escrito esta columna para satisfacer esas necesidades; ser un virtuoso agente-periodista, alimentado por IA, al tanto de tu agenda y tus gustos.
Este jueves y viernes se va a discutir mucho sobre los agentes informativos y otros posibles futuros del periodismo post IA. Será en la Media Party, un evento que lleva 12 años convocando periodistas, programadores y diseñadores para pensar cómo sus mundos se interconectan e influyen en la sociedad, la política, la vida.
¿Qué tal si se volviera trendy consumir contenidos libres de IA, y naciera un movimiento de rechazo, similar por ejemplo al veganismo?
En uno de los talleres del evento, se presentarán los resultados de un ejercicio de diseño de futuros que organizó Open Society Foundations en abril. Eligieron a 40 especialistas de todo el mundo para encontrarse en la campiña piamontesa, en Italia, tal vez porque la IA va tan rápido que convenía ir a algún lugar aislado para encontrarle sentido o porque la IA se alimenta de información pero nosotros seguimos prefiriendo la pasta.
El contexto es difícil para los medios tradicionales. La consultora Comscore publicó datos de mayo, en Estados Unidos, que muestran a The New York Times y USA Today como los únicos medios en un grupo amplio cuyas audiencias crecieron ligeramente. Los demás, incluyendo CNN, The Washington Post y Fox News, entre otros, vieron caídas de entre 5 y 30 por ciento.
La pregunta más interesante no es qué será del destino comercial de estas empresas, sino qué será de todos nosotros en un mundo sin periodismo como lo conocíamos. Lejos de las amenazas vociferantes de Milei contra los periodistas, los futuros que se discutirán en la Media Party –y que presenta el reporte de Open Society– son matizados, complejos, y de consecuencias hipotéticas perdurables.
En el corazón de todos ellos está la profecía de un mundo donde buena parte del trabajo periodístico lo hace una máquina, que recolecta y distribuye la información. Algunas posibilidades en este mundo son que diseñemos nuestros propios presentadores de noticias (¿te gustaría recibirlas de tu actor favorito? ¿de tu perro?) o que confiemos esta tarea a agentes digitales, que vinculen las noticias con otros aspectos de nuestra vida, como en el ejemplo de los datos que sirven para una reunión. Se trata de un grado de personalización que nunca vimos.
No son escenarios fantásticos. Este año la empresa de Elon Musk x.AI anunció que su servicio Grok puede analizar posteos en X para producir noticias personalizadas en base a los intereses que denotan esos mismos posteos. Otra startup, AppliedXL, procesa estudios clínicos y documentos regulatorios para generar noticias para los laboratorios. La fundó un exintegrante de Associated Press.
Si este escenario se vuelve realidad, podemos imaginar múltiples consecuencias. Una es que las burbujas informativas se vuelvan mucho más cerradas. Otra, que haya una gran desigualdad entre quien accede a servicios ultrapersonalizados y quien no. Otra más: que los sesgos algorítmicos ofrezcan información de mayor calidad a quienes viven en los mercados centrales, donde se produce el grueso del contenido que entrena a la IA.
Hay también otra alternativa, donde la IA se ve constreñida. Puede ser por la regulación o por el disgusto de los ciudadanos. ¿Qué tal si se volviera trendy consumir contenidos libres de IA, y naciera un movimiento de rechazo, similar por ejemplo al veganismo? Los cambios sociales son mucho más difíciles de estimar que los tecnológicos. No descartemos que el equivalente a la leche de almendras llegue al periodismo
El mundo de la información atraviesa cambios cada vez más profundos y acelerados; las opciones se multiplican, tanto a favor de la IA como desde el recelo Conversaciones de domingo
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