El dictador croata títere de Hitler cuya crueldad horrorizaba a los nazis y se radicó en la Argentina​

Entre 1941 y 1945, Ante Pavelić estuvo al frente del recientemente creado Estado Independiente de Croacia. En ese período, en plena Segunda Guerra Mundial y bajo el amparo del dictador alemán Adolf Hitler, este abogado croata que se autoproclamó “Poglavnik” (caudillo), a través de su propia organización nacionalista, la Ustacha, desplegó una maquinaria criminal para llevar adelante en su territorio una limpieza étnica cuyas víctimas fueron, básicamente, los ciudadanos serbios, judíos y gitanos.

Los métodos utilizados para masacrar a estos pobladores fueron tan feroces que horrorizaron a los mismísimos oficiales nazis.

En mayo de 1945, cuando la derrota de los alemanes y sus aliados era prácticamente un hecho, Pavelić huyó de Yugoslavia. Tras un periplo europeo, buscó cobijo en la Argentina del “primer peronismo”, donde vivió varios años. Aquí se lo relacionó con una agrupación filoperonista, la Alianza Libertadora Nacionalista, que cometió actos violentos contra los supuestos enemigos del gobierno de Juan Domingo Perón. Entre estas acciones está la quema de las iglesias de junio de 1955.

En 1957, el Poglavnic escapó hacia España, donde murió dos años después a causa del último de los tantos intentos de asesinato que sufrió durante su exilio como consecuencia de haber sido un atroz criminal de guerra a quien nunca alcanzó la justicia.

“Un personaje nefasto”

“Pavelić es un personaje realmente nefasto, una figura que cuadra con la definición de fanático extremo, principal responsable de un plan objetivo para crear una Croacia étnicamente pura, que implicó el asesinato de miles de personas en un lugar pequeño en un tiempo breve”, dice a LA NACION Andrés Reggiani, historiador especialista en la Segunda Guerra Mundial y en política exterior argentina, director del Departamento de Historia de la Universidad Tortcuato Di Tella.

-Andrés, ¿quién fue Ante Pavelić?

-Pavelić fue un hombre que nació en 1889, que vino de una familia de trabajadores, su padre era ferroviario en lo que era el Imperio Austrohúngaro y él también hizo sus primeros trabajos en el Ferrocarril. Después se fue a estudiar abogacía a Zagreb, donde se recibió de abogado. Desde muy joven, después de la Primera Guerra Mundial, cuando nació la Yugoslavia moderna, él ya estaba vinculado a los sectores más duros del nacionalismo croata, que va a ser secesionista y muy antiserbio. El entró primero en la política como concejal de Zagreb y después como parlamentario en el parlamento de Yugoslavia, que en ese momento era un reino, al mando del rey Alejandro I, donde vivían croatas, serbios, eslovenos y bosnios.

-¿Cómo convivía un croata con ideas nacionalistas tan extremas con los demás habitantes de aquella Yugoslavia?

-En la vida de Pavelić hay una continuidad en su fanatismo que lo lleva desde temprano a posiciones extremistas. En los años 20 se encontró involucrado en propaganda antiserbia y actividades ilegales. De hecho, en 1929 fue condenado a muerte in absentia, porque se tuvo que ir del país. Se fue a Austria y después, a Italia.

Mussolini cobija a un regicida

-¿Buscó refugio en la Italia de Benito Mussolini?

-Sí, Mussolini va a ser muy importante porque le dio cobijo a Pavelić. Il Duce entendió que el croata podía ser funcional a los objetivos expansionistas de Italia, porque Pavelić estaba dispuesto a entregar territorio croata para obtener el apoyo externo de Mussolini. Desde Italia, Pavelić junto con Eugen Dido Kvaternik, otro que emigraría a la Argentina con él, fueron los responsables del asesinato de Alejandro I. Lo mataron en Francia, en 1934, luego de varios intentos de asesinato.

-¿Y qué hizo entonces Mussolini con él?

-Con la muerte del rey de Yugoslavia se armó un escándalo internacional. Mussolini tenía un regicida en su territorio, entonces lo metió en la cárcel, pero con caviar y con whisky. A todos los responsables los internaron en una isla, y después en Salerno. “Hasta que me sirvan los tengo, pero en un lugar alejado”, pensaba Mussolini.

-¿Y cómo llegó Pavelić del encierro en Italia a ser el líder de un estado Croata?

-Ya en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, Pavelić llegó al poder al poco tiempo de que Alemania invadiera Yugoslavia. Hitler quería tener acceso a ese país porque le interesaba tener un punto de apoyo en los balcanes para llegar a Rumania, donde había reservas de petróleo. Pero entonces se produjo un Golpe de Estado en Yugoslavia que llevó al poder a un grupo de oficiales nacionalistas antialemanes. Esto provocó que Hitler invadiera el país el 6 de abril de 1941 y Pavelić, que se encontraba en Italia, vio la oportunidad para crear el Estado Independiente de Croacia y asumió el liderazgo de esta nueva nación el 10 de abril de 1941.

“Masacres a lo bruto”

-¿Qué es lo que hizo Pavelić una vez que llegó al poder?

-Había una idea de una Croacia libre de toda presencia serbia y a eso se abocó Pavelić. La guerra le dio la oportunidad para hacer lo que siempre había pensado. En Croacia, una nación católica había muchos serbios, que eran cristianos ortodoxos, menos judío, y también gitanos. Todos iban a sufrir las leyes raciales. Los serbios iban a ser las principales víctimas de ellas. Los mismos alemanes se horrorizaban de los métodos brutales que utilizaba Pavelić en su limpieza étnica.

-¿Esta matanza la llevó adelante Pavelić a través del ejército?

-Lo hizo a través de la Ustacha, un grupo nacionalista terrorista que él creó en el exilio y que significaba “rebelde” o “insurrecto”. Ellos llevaron adelante la idea de un estado croata puro a través de la violencia, sin ningún tipo de negociación. Tenía que ver con el odio, con el fanatismo étnico. Hay una carta de un representante de las SS en Yugoslavia que le escribe a Hitler detallando las acciones crueles, bárbaras, de Pavelić ante los serbios. No había planificación en los crímenes, eran masacres a lo bruto. Todo muy medieval.

“Tres millones de balas”

En ese sentido, se le atribuye al ministro de Cultura y Educación del nuevo estado croata, Mile Budak, la terminante sentencia: “Para minorías como los serbios, judíos y gitanos, tenemos tres millones de balas”.

Se instalaron en el territorio unos 25 campos de concentración, como el de Jasenovac, donde la mayoría de los detenidos encontraban la muerte degollados con sierras o hachas o arrojados al río Sava con rocas de hormigón atadas a su cintura. También se violaba en grupo a las mujeres y niñas antes de matarlas.

En el libro El holocausto del Vaticano, del historiador italiano Avro Manhatan, se relata el siguiente testimonio del horror: “Los ustacha usaban a menudo las armas más primitivas, como tenedores, palas, martillos y sierras para torturar a sus víctimas antes de su ejecución. Les rompieron las piernas, les arrancaron la piel y la barba, los cegaron cortándoles los ojos con cuchillos y hasta arrancándolos de las órbitas”.

El representante político del Tercer Reich en los balcanes, Herman Neubacher, testigo de algunas matanzas, se refería a estos métodos de muerte como “el crimen más feroz de la historia, solo comparable al infierno del Dante”.

Entre medio y un millón de víctimas

-¿Usted cree que Pavelić tenía el consentimiento de sus compatriotas para llevar adelante esta masacre?

-Nadie sabe bien el número exacto de las víctimas, pero rondan alrededor de entre medio millón y un millón en total de personas. Pavelić directamente impulsó acciones criminales, pero imaginarás que semejante cifra implica la colaboración de croatas comunes y corrientes. Habría que hilar fino para ver el grado de participación y apoyo pero lo que parece estar claro es que el principal apoyo a la idea de los ustacha fue en las regiones más pobres, del campesinado, donde había población mixta.

-En la Segunda Guerra, a nivel militar, ¿qué papel jugaron los croatas?

-El estado croata participaba en una guerra civil contra los serbios. Fue una guerra a tres puntas: croatas, serbios y la guerrilla comunista del mariscal Tito. Así que en primer lugar se ocuparon de mantener la región de Croacia bajo control, y dependían mucho de Alemania, para el armamento y el diseño de algunas operaciones.

-La suerte del Estado Independiente de Croacia parecía muy ligada a la suerte de Alemania en la Segunda Guerra. ¿El final de Pavelić en el poder tuvo que ver también con la derrota de Alemania?

-Sí, en mayo del ‘45, cuando Alemania estaba al borde de la capitulación, Yugoslavia quedó ocupada por los partisanos de Tito, que lo tienen bien identificado a Pavelić. Sin embargo, él logró escapar. Se fue a Austria y después, como buena parte de los criminales de guerra de distintos países, recaló en Roma. Llegó allí ayudado por una red manejada por algunos sacerdotes de la iglesia católica, gente cercana al Vaticano. Con conocimiento o no del Papa, no sabemos.

-¿Cómo podían huir sin ser detectados estos criminales que habían sido tan reconocidos por millones de personas en sus tiempos de mayor exposición pública?

-Esto ocurrió en el contexto del caos de la posguerra, una situación caótica que les permitió fugarse. Además, había redes que los ayudaban, con pasaportes falsos, permisos de embarco y desembarro, especialmente porque los criminales como Pavelić cumplían con dos requisitos: su catolicismo y su anticomunismo. Estaba la argumentación de que ellos habían cometido errores, pero por una buena causa. Esto les abrió la puerta a lo que se llamó “la ruta de las ratas”, una compleja red de lugares como conventos o abadías para esconderse con nombre falso o ponerse a resguardo de organizaciones aliadas que los buscaban. Aunque tampoco había interés de los norteamericanos, en el contexto de la Guerra Fría que comenzaba, de entregar a estos personajes al enemigo comunista. A veces hacían la vista gorda.

-¿Y cómo llegó Pavelić a la Argentina?

-Bueno, faltaba la otra pata, la Sudamericana, para completar la fuga en esta ruta de las ratas. Él llegó a la Argentina en un vapor italiano que, como en todos los casos, salió de Génova, con una identidad falsa, medio disfrazado de clérigo. La inteligencia aliada sabía que estaba ahí, pero lo dejaron salir, no lo molestaron. Pavelić llegó acá en 1948. Su mujer y sus dos hijas llegaron antes. Otros croatas lo hicieron en el 46. Todos arribaron al país en la época en que Perón estaba en el poder en su primera presidencia.

Pavelić y el peronismo

-¿Cuál fue la relación de Pavelić con el peronismo?

—Entramos en un terreno de arenas movedizas. Había un contexto favorable, pero había que ver cuánto sabía Perón de todo esto. Sé que en realidad los responsables estaban en círculos muy cercanos al presidente. No es el caso de Pavelić, pero por ejemplo, una persona de origen alemán como Carlos Fuldner, cercano a Perón, fue uno de los principales encargados de captar técnicos de Alemania, especialmente para la aviación. Evidentemente el régimen tuvo responsabilidad en haber abierto las puertas a esta gente.

-¿Pavelić llegó solo a la Argentina o algún otro miembro de su gobierno lo hizo?

-Eso es interesante, y es algo raro. Prácticamente toda la plana mayor del Gobierno del Estado Independiente de Croacia logró venir a la Argentina. Cuando uno ve la lista de los que estuvieron acá y lo que hicieron, prácticamente son todos sus ministros, en algunos casos algunos que tenían un pasado terrorista antes de la guerra. Y llegaron otros funcionarios que tuvieron responsabilidad en los crímenes, como el jefe del Ejército, el ministro de Cultura, el ministro del Interior, el responsable de las leyes raciales… estuvieron todos acá.

Un gobierno croata en el exilio

Según un artículo del periodista Jorge Camarasa en LA NACION del año 1998, en los tiempos de la llegada de Pavelić a la Argentina, también llegaron un número aproximado de 20.000 croatas que continuaban considerando al exlíder croata como su jefe político.

Según esta nota, la identidad con la que llegó el Poglavnik fue la de Aranjos Pal y estaba en contacto con el subsecretario del estado vaticano, Giovanni Batista Montini, quien sería luego el Papa Pablo VI. Además, Pavelić comandó aquí el llamado “Gobierno Croata en el exilio” y luego estos particulares inmigrantes formaron la “Agrupación Croata del Movimiento Peronista para los Extranjeros”.

Pavelić vivía en una casa de la calle Aviador Mermoz 643, en Ciudad Jardín, en El Palomar, que eran propiedad de los organismos de ayuda social del gobierno. Y para terminar de sumar elementos a la relación -estrecha- entre el peronismo y el exlíder ustacha se puede decir que el 24 de mayo de 1951 el Gobierno del general justicialista negó el pedido de extradición del criminal de guerra croata que hizo Yugoslavia respondiendo que en la Argentina no había nadie con el nombre de Ante Pavelić.

Pavelić y la Alianza Libertadora Nacionalista

Algunos historiadores y también medios periodísticos de mediados de los años ‘50 relacionaron a Pavelić y a parte de su “Gobierno Croata en el exilio” con elementos violentos vinculados al peronismo. Especialmente, con la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN) conformada por grupos de choque, que actuaban golpeando o atacando comunistas u otros opositores al gobierno de Perón.

Este grupo fue señalado por algunos estudiosos del peronismo como uno de los principales autores de los destrozos de la sede del Jockey Club, la Casa radical y el incendio de la Casa del Pueblo socialista, en abril de 1953. Y también, a la ALN la vincularon con el incendio de las iglesias porteñas y de la curia eclesiástica en junio de 1955. Ambas acciones realizadas como represalias ante sendos ataques criminales contra el peronismo.

Fue la propia comunidad croata la que recogió el guante de estas acusaciones para defenderse. En los documentos recientemente desclasificados acerca de la llegada de criminales nazis a la Argentina, en la carpeta referida a Ante Pavelić se puede leer una carta escrita por una institución llamada La Defensa del Hogar Croata al presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu en julio de 1956, donde desmienten lo que se dice de ellos. Perón ya no estaba en el poder, había sido derrocado por un gobierno de facto y su nombre, tanto como su depuesto gobierno, eran una mala palabra para los nuevos gobernantes.

En el texto de los croatas, se lee: “Como seguramente habrá sido informado el señor presidente de la Nación, la colectividad croata en general y algunos de sus miembros en especial, han sido objeto de acusaciones públicas, imputándoles de haber actuado, antes y durante la revolución libertadora, al servicio del régimen depuesto; de haber tomado parte activa en la quema de las iglesias; de haber perpetrado desórdenes callejeros y participado en las actividades de la organización denominada Alianza Libertadora Nacional”.

A continuación, los croatas se defienden diciendo que “dichas incriminaciones” fueron “inventadas por elementos deseosos de venganza basada en motivos políticos ajenos en todo acontecimiento en la república Argentina”. Añaden que con esas informaciones causaron “graves perjuicios sociales y materiales a la laboriosa y honesta colectividad croata”.

“No se prueba ninguno de los cargos”

En octubre de ese mismo año, un informe del jefe del servicio de informaciones de la Gendarmería Nacional, Oscar Chavarría, le daba la razón a los croatas. En principio, repasaba las acusaciones realizadas contra ellos, nombrando incluso a su líder, Ante Pavelić, y su supuesta vinculación con la ALN.

Más tarde, el texto decía: “No se prueba ninguno de los cargos que se imputa a Pavelić. La colectividad croata no ha tenido participación de relación alguna con el gobierno peronista y con la exorganización ALN”. El informe concluía: “Las diferencias surgidas en perjuicio de la colectividad croata que representa Ante Pavelić tienen su origen en divergencias históricas nacidas en Europa como consecuencia del conflicto serbio-croata-yugoslavo”.

Esta defensa de Pavelić realizada por un funcionario de Aramburu pierde un poco de fuerza ante otro hecho de la realidad: el Gobierno de la llamada Revolución Libertadora, al igual que el peronismo, también se negó a los pedidos de extradición del Poglavnik, realizados por la comunidad yugoslava en la Argentina.

A través de una carta escrita en mayo de 1957, que también se encuentra entre los documentos recientemente desclasificados, la Comisión de Residentes Yugoslavos de la Argentina le solicitan al Ministro de Educación y Justicia de la Nación la extradición de Pavelić, con datos contundentes.

Allí le recordaban al funcionario que este “criminal de guerra y jerarca fascista”, a quien calificaron de “dictador títere”, había asesinado “a más de 800.000 personas, serbios, croatas, gitanos, judíos, católicos ortodoxos y musulmanes, hombres, mujeres, niños, ancianos, lo que significa prácticamente el exterminio despiadado de más del 16 por ciento de la población del llamada Estado Independiente de Croacia”.

Huida y muerte de un criminal de guerra

-Andrés, ¿usted conoce algo de esta relación entre Pavelić y la Alianza Libertadora Nacional?

-No creo que haya estado vinculado, que haya llegado tan alto. Por otro lado, esta gente que era ultracatólica… ¿croatas quemando iglesias? Lo que sí hay que ver que ellos tenían un costado muy mafioso, tenían un tipo de vida ilegal, estaban en el sótano de la sociedad. Por ejemplo, hay una discusión sobre quién se quedó con el oro que trajeron de Croacia, unos 250 lingotes y también diamantes, que creó disputas dentro del grupo de los croatas exiliados.

-¿Por qué se fue de la Argentina Pavelić?

—Acá intentaron matarlo los agentes de Tito, pero no funcionó. Entonces insistieron con la vía legal para sacarlo de la Argentina. Aparentemente, Arturo Frondizi (que asumiría como presidente en 1958) estaba dispuesto a entregarlo si llegaba a la presidencia. Así que él huyó. Primero a Chile y después, en 1957, encontró cobijo en la España del dictador Francisco Franco.

-¿Cómo murió?

-Ese mismo año de 1957 sufrió un atentado por parte de un serbio que vivía allí, que le disparó. Pavelić murió dos años después por las heridas de ese atentado, en el hospital alemán de Madrid. Tenía 70 años.

​ Fue líder del Estado Independiente de Croacia entre 1941 y 1945 y amparado por los alemanes realizó una feroz matanza de serbios y judíos; al fin de la Segunda Guerra, huyó Buenos Aires  Lifestyle 

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